- Ha muerto Alejandro del Amo, uno de los últimos cuatro soldados del Ejército de Euskadi del lehendakari Aguirre que se conocen con vida. De Sestao y residente en los últimos años de su vida en Barakaldo, fue combatiente antifascista del batallón Meabe de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) que acogía en sus filas a tanto a militantes comunistas como socialistas.

Jandro, como era conocido en el ámbito familiar y de amistades, fue la “única persona que un presidente español ha recibido antes de una sesión de control en el Congreso de los Diputados”, en su caso, Pedro Sánchez precisamente cuando se cumplía tan solo una semana de su investidura. Así lo hizo saber a este periódico el PSOE madrileño. En aquella jornada también conoció la actividad del Senado.

En aquel encuentro con Sánchez, Alejandro del Amo lanzó un consejo al jefe del Gobierno. “Le dije, a estos, a los fachis del PP, Ciudadanos y Vox, ni pan ni agua. Antes de que te peguen leña, pégales tú”, le trató de persuadir. Sánchez esbozó una sonrisa y tuvo a bien responderle con una pregunta: “¿Crees que es tan fácil?, me dijo”, detallaba el excombatiente a DNA.

Del Amo nació el 9 de julio de 1920 en Sestao y tuvo cinco hermanos. Tres fueron varones y dos mujeres. Los seis nacieron del matrimonio formado por Felipe del Amo, de Guadalajara, y María Benito, de Errenteria. El lamentable 18 de julio de 1936, día en el que generales españoles dieron un golpe de Estado contra la legítima Segunda República, Jandro estaba de romería en Barakaldo. “Vinieron alguaciles que nos ordenaron ir a casa porque recuerdo que decían que había jaleo”, aportaba. Los cuatro hermanos -Enrique, Julián, Quico y Alejandro-, simpatizantes socialistas, se alistaron voluntarios a dos batallones. “El hermano mayor, Enrique, me llevó a mí con él, de asistente. Yo sería el más pequeño del batallón Meabe, de las JSU. De hecho, mi hermano fue capitán del Meabe 2 y más adelante teniente coronel de la República. Mis tres hermanos pasaron, incluso, por la academia militar”, retenía orgulloso.

Julián -“nacido como Nemesio”- y Francisco militaron en la unidad Indalecio Prieto, segunda de UGT. “Nunca me he afiliado, pero siempre he sido simpatizante del PSOE, y de la casa del Pueblo de Sestao”, argumentaba. Del Amo matizaba que fue el último en incorporarse al frente. “Fui más tarde porque me encargué de poner a salvo a mis padres, en casa de unos amigos en Putxeta (Abanto-Zierbena)”.

A continuación, el sufrimiento, aunque todos acabarían volviendo. Los cuatro. “En mi caso, hice de todo. Coger el fusil también. Recuerdo que, resistiendo en Artxanda, nos dijeron que estaba el presidente Aguirre. Que había venido con un mosquetón a tal cota que no recuerdo. Quería que no bajásemos, que había que morir allí, pero nos retiramos. Fuimos a la estación de La Robla mientras bombardeaban los puentes...”, opinaba quien aquellos días aprendía esperanto. Estando en Santander y viendo que los barcos prometidos no llegaban a exiliarles, le dieron un recado. “Vete a casa andando, pero antes córtate el pantalón de miliciano y no te entregues”, le dictaminaron, y obedeció. “Salí a las nueve de la mañana de Santander y llegué a Sestao al día siguiente a las cinco de la tarde. No podía pararme ni tomar un tren... Nada. Incluso no ir por donde hubiera gente. Por esa razón no conservo fotos vestido de miliciano”, lamenta quien se aferraba a su caja de cartón llena de instantáneas y recortes en la residencia Miranda de Barakaldo.

Sus hermanos continuaron en el frente. En los días de Artxanda, mientras él y su hermano Enrique frenaban a los ya franquistas, Julián caía herido por una bomba en Pagasarri. “En una ambulancia le trasladaron al entonces Asilo San Eloy de Barakaldo, que de forma paradójica está a unos metros de esta residencia en la que vivo. De aquí le llevaron al Hospital de Torrelavega y Enrique me mandó a cuidarle. ¡Menudo abrazo me dio al verme! Me pedía que no le cortaran la pierna, pero estaba ya con gangrena”, silenciaba apenado.

A renglón seguido, narraba su peor recuerdo vivido en días de guerra. “Fue cuando me dijeron que un amigo mío había muerto sobre la carretera por la que íbamos caminando. Volví corriendo hacia atrás y al verlo sin vida, lo aparté a la cuneta. Me dije: A este, fachis, no le aplastáis con vuestros vehículos”. Acabada aquella pesadilla, los seis hermanos rehicieron como pudieron su vida durante el terror del ya autoproclamado franquismo. El vizcaíno siempre recordó otra triste despedida, la de su esposa, Asun. “Fue una pena. No le puse esquela ni hicimos funeral ni nada. ¿Para qué?”. Lo que no contaba es que, fallecida su mujer, se entregó en alma a cuidar a personas que sufrían la soledad en hospitales. Él mismo iniciaba conversación a quien veía solo en una habitación e iba a visitarle con una periodicidad. Utilizaba excusas para hacer el bien como: “¿Me dejé un paraguas en esta habitación?” o “soy amigo de uno de tu pueblo”.

Y es que el miliciano Del Amo se considera a sí mismo como hombre de concordia. “Juntos, poniendo de nuestra parte y viviendo en paz, podemos hacer un mundo mejor”, valoraba, pero sin bajar la guardia. “Yo no les perdono a los franquistas lo que nos hicieron, ahora bien, que nunca jamás vuelva a ocurrir. Me gusta empezar frases con nunca jamás...”, asentía quien era un habitual en el Gudari Eguna que se lleva a cabo todos los años en Artxanda, junto a la escultura conocida como La Huella, del artista Juanjo Novella.

Esperaba a junio. A regresar al homenaje a los batallones del Euzkadiko Gudarostea. Él ha sido de los últimos gudaris vivos que allí se reunían, caso de los inolvidables José Moreno, Manuel Sagastibeltza, Miguel Soreasu o José María Otxoa de Txintxetru. “Allí resistimos. Allí estuve yo”, concluía uno de los últimos combatientes vivos del único ejército vasco que ha existido, todo un ejemplo de persona noble y antifascista.

Fallece a los 101 años uno de los últimos cuatro soldados del Ejército de Euskadi que se conocen con vida, antifascista del batallón Meabe de las JSU

‘Jandro’ era la única persona que un presidente español, en este caso Pedro Sánchez, ha recibido antes de una sesión de control en el Congreso