- “No se acaba el mundo”, verbalizó gráficamente Gabriel Rufián tras un duro discurso contra un proyecto que llegó a calificar de “estafa”. Pero a nadie se le escapa que el bloque de la investidura necesitará buenas dosis de pegamento para recuperar, más que las relaciones, la confianza. La necesidad de cerrar paso al PP y a la extrema derecha se intuye, por de pronto, como el asidero para que no se produzca un giro en la legislatura ni se ponga en riesgo la estabilidad del Ejecutivo de coalición. Unidas Podemos tiró de sinceridad. “Se ha producido un bache” pero confía en reconducir los lazos de unión, que han quedado tocados, en próximas fechas para dar salida a la agenda legislativa, aún por impulsar con los socios preferentes.
La formación morada alude a planes de claro perfil progresista, donde la vía de la geometría variable con formaciones como Ciudadanos no será posible. Entre los proyectos normativos pendientes se encuentran la Ley del Sí es sí, la derogación de la Ley Mordaza, la normativa de Memoria Democrática, la Ley Trans-LGTBi y otras iniciativas de calado, como el impulso de acometer una reforma fiscal este año, una prioridad para el partido de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en la segunda parte del mandato.
En los corrillos de los pasillos del Congreso, fuentes del Ejecutivo se desgañitaban en asegurar que la “mayoría progresista” continúa y se van a seguir aprobando leyes en el futuro, agradeciendo de soslayo el respaldo del partido de Inés Arrimadas. “Nos quedan dos años para transformar este país y lo vamos a hacer con nuestros socios de siempre”, recalcaba la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, que admite que en esta ocasión no ha sido posible esta suma, pero segura de que “las dificultades siempre se superan” y de que la relación con los socios es buena. “Hay veces que votan con nosotros y otras que no, pero lo importante es que todo lo que el Gobierno trae al Congreso de los Diputados sale adelante”, puntualizaba la socialista. Al margen de las formaciones vascas, Esquerra señaló al Gobierno, que “queda retratado”, y sobre todo a Díaz. Joan Baldoví, de Compromís, tampoco auguró rupturas.
Desde Podemos reconocían su decepción con la postura de aliados habituales, especialmente con los republicanos, pues no entienden su negativa cuando una parte relevante de sus bases proceden del sindicalismo que avaló el pacto del diálogo social. La sensación es que han primado una pulsión partidista de tratar de erosionar a la ministra de Trabajo. Con todo, desde el espacio confederal creen que la aritmética parlamentaria es clara y de claro cariz progresista, por lo que habrá que volver a hablar, a colaborar con responsabilidad.
A nadie se le escapa que lo acontecido ayer supone una mayoría incómoda para los morados, y no tanto para Sánchez, que se ancla en el centro y puede haber desactivado en cierta manera a Díaz. Lo único constatable es que la dinámica de bloques queda alterada, con sensación de desgarro, aunque, por el momento, la legislatura no parezca caminar hacia su capitulación.
No cambiará su estrategia. Tras alinearse con el Ejecutivo, C’s no espera vuelcos en su estrategia. Recalcan que su posición no ha variado y que respaldan aquellas normas que consideran beneficiosas para el interés general; será Sánchez el que deba decidir si quiere iniciar una colaboración más estrecha.