- No fue un responso tradicional con múltiples instituciones, entidades y colectivos rindiendo homenaje a los caídos por las, como mínimo, 31 toneladas de bombas lanzadas sobre Gernika el 26 de abril de 1937. Pero sí que fue sentido. Y el acto del cementerio de Zallo tuvo a dos participantes principales: los supervivientes del ataque aéreo, en las figuras de Crucita Etxabe y Paco García, quienes depositaron ramos de flores en compañía del alcalde, José María Gorroño, y el lehendakari, Iñigo Urkullu.
Antes de depositar el ramo, Urkullu y Gorroño conversaron un largo rato con Etxabe y García. Ambos solicitaron al lehendakari que no se borre la huella de aquella jornada para que esta pueda pasar a las generaciones jóvenes. “Que mantengamos la llama del recuerdo para que nadie vuelve a tener que pasar lo mismo”. “Queremos que año a año se recuerde lo que pasó aquel día, del sufrimiento que generaron aquellas malditas bombas”, remarcaron. No en vano, aquella generación que tuvo que soportar el bombardeo y posteriormente la Guerra Civil sea apaga poco a poco. “Pero es necesario que los que vienen detrás lo conozcan”.
Durante su alocución, Urkullu se manifestó en ese mismo sentido. “Es una huella que sufrió aquella generación. Los testigos directos nos transmiten sus vivencias”, unos hechos que en todo caso han quedado “también para generaciones posteriores”, aseguró. “Nuestro recuerdo para las víctimas de aquella barbarie”, continuó Urkullu, quién expuso que en el recuerdo están también “todas las poblaciones que han sufrido las situaciones de vulneración de derechos humanos”, tanto de forma individual como colectiva. “En ese sentido Gernika es exponente”. Por último, afirmó que “esta es una semilla que debemos regar para la convivencia, desde la tolerancia y el respeto a todas las personas y todos los pueblos”.