El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha firmado el relevo del general jefe de la Guardia Civil en Cataluña, Pedro Garrido Roca, al pasar a la situación de reserva. Este mando cobró notoriedad por sus discursos en defensa de las actuaciones policiales y judiciales contra el referéndum independentista del 1-O y contra los actos violentos organizados por los Comités de Defensa de la República (CDR).

El relevo consta en una Orden del Ministerio del Interior firmada por Grande-Marlaska con fecha de 10 de marzo, antes de su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE), en la que se enmarca el cese del general de Brigada jefe de la Séptima Zona, con efectividad de 31 de marzo de 2021, "al pasar a la situación de reserva por cumplir los cuatro de años de permanencia en el empleo".

El cese lo firma el ministro del Interior a propuesta de la directora general del instituto armado, María Gámez, y con la conformidad del secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, según consta en la resolución en la que se cita el artículo 79 de la Ley 29/2014, de 28 de noviembre, de Régimen del Personal de la Guardia Civil.

DISCURSO POR EL DIA DE LA GUARDIA CIVIL

Dos años después del referéndum, el 9 de octubre de 2019, coincidiendo con la festividad de la Guardia Civil y días antes de la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo contra los líderes independentistas, el general Garrido pronunció un discurso en la sede del Instituto Armado en Sant Andreu de la Barca (Barcelona) que motivó la protesta de la Generalitat de Cataluña.

Ante diversas autoridades presentes en la ceremonia, el jefe de la Guardia en Cataluña defendió el papel de sus subordinados durante el referéndum del 1-O y avisó que combatirán "sin tregua" a quienes ansíen la independencia "siguiendo de una u otra manera la senda del terror". "Lo volveremos a hacer", dijo sobre las actuaciones bajo tutela del Poder Judicial.

El jefe de la Guardia Civil en Cataluña también felicitó a los agentes por la operación en la que se detuvieron a nueve miembros de los CDR que presuntamente tenían sustancias que podían ser explosivas o incendiarias.

"Enfrenta a todos a la realidad de que las pretendidas sonrisas revolucionarias se convierten, con más facilidad de la que se podría pensar o desear, en tan solo el rictus que disimula el odio y la mezquindad capaz de generar destrucción, dolor y sufrimiento bajo la justificación de la defensa de una causa que la ley no contempla", señaló.