- Las tensiones surgidas durante la negociación de los Presupuestos estatales, así como el pacto que han firmado Elkarrekin Podemos-IU y el PSE en Irun, que algunos sectores han magnificado para dar oxígeno al desalojo del PNV del Gobierno Vasco, han crispado la relación entre los morados y los jeltzales en las últimas horas. Pero el Ejecutivo de Urkullu no quiere que los encontronazos sean un obstáculo para dar continuidad a la senda de acuerdos presupuestarios que se abrió en la comunidad autónoma con la anterior dirección de Podemos. La formación, que nació para asaltar los cielos, desalojar a la “casta” y desplazar a todo aquello que consideraba vieja política, se ha movido desde sus inicios en un complejo equilibrio ante los jeltzales, haciendo compatible la crítica y el elogio a algunas de sus medidas y conductas. A pesar de todo, siempre ha existido un ámbito compartido en materia de políticas sociales como la Renta de Garantía de Ingresos vasca.

Podemos ha alimentado desde sus inicios la opción de desplazar a los jeltzales en Euskadi por la lógica aspiración de gobernar algún día en la comunidad pero, al mismo tiempo, se escuchaban elogios muy frecuentes del líder estatal, Pablo Iglesias, hacia el compromiso del PNV con la estabilidad en el Estado. En parte, era una cuestión de pragmatismo porque los votos del PNV fueron necesarios en Madrid para hacer posible la investidura del socialista Pedro Sánchez y la conformación de un gobierno de coalición con Podemos, pero no se trataba solo de una necesidad numérica o de pura supervivencia. Había una coincidencia de fondo en políticas como la Renta de Garantía de Ingresos vasca que Podemos utilizó como inspiración para sus propuestas. En ese sentido, la idea del desalojo de los jeltzales podía parecer un fin en sí mismo, sin discrepancias insalvables de fondo en la gestión o, como suele defender Iglesias, “por salud democrática porque no es bueno que siempre gobierne el PNV”. Mientras tanto, la RGI ha ofrecido una percha importante para los acuerdos con Podemos en Euskadi, como sucedió con los Presupuestos ahora en vigor, que incluyen un incremento del 4%.

En esa permanente oscilación a la hora de referirse al PNV, en las últimas semanas lo que más ha destacado es cierta animosidad, acompañada también de episodios de tensión que en la comunidad autónoma han alcanzado su punto álgido con las declaraciones de Podemos que han tildado de “casposo” al partido jeltzale. Esta situación la ha generado la negociación de los Presupuestos estatales, que ha servido a Unidas Podemos para tratar de recuperar el protagonismo que cree que no está proyectando desde la acción del Gobierno español de coalición. El intento de desplazar a C’s del diálogo para que no hiciera valer la ortodoxia europea en las Cuentas, y también los movimientos de Iglesias para introducir por otro carril la enmienda en contra de los desahucios con ERC y EH Bildu, desembocaron en un intento de dar visibilidad a la coalición abertzale y presentar a Podemos como pegamento de la izquierda.

El PNV es un socio prioritario para Pedro Sánchez y estos movimientos, aunque le podían restar margen para presionar en la negociación, no han provocado que se vea desplazado e, incluso, ha hecho valer su rechazo al impuesto sobre el diésel. Andoni Ortuzar, en cualquier caso, lamentó las maniobras de Podemos y pidió a Sánchez que diera un golpe sobre la mesa del Consejo de Ministros. En paralelo, Podemos Ahal Dugu ha redoblado su llamamiento a desalojar al PNV del Gobierno Vasco, apoyándose en el pacto de Irun.

Tras la moción de censura que instaló a Sánchez como presidente español, Iglesias lanzó una apuesta clara por contar con el PNV, clave en la operación. Antes de exprimir el mensaje de la mayoría de izquierdas, había defendido con carácter general la incorporación de los partidos nacionalistas vascos y catalanes a la gobernabilidad, para que la acción del Ejecutivo fuera plurinacional y plural. No se trataba tanto de entrar en un eje de izquierdas y derechas. En recientes entrevistas, como la concedida a Público, Iglesias recalcaba que “este gobierno tiene la obligación de conseguir el sí del PNV, de ERC, de Bildu, de Más Madrid y de Compromís, así como de otros grupos que van a armar la mayoría”.

Que Podemos incorporase al PNV al juego de las mayorías de izquierda fue esgrimido por los jeltzales para pedirle coherencia, una posición constructiva y no centrarse en desalojar al partido de Sabin Etxea del Gobierno vasco. Se da la circunstancia de que los últimos Presupuestos vascos, los vigentes en la actualidad, fueron pactados con la anterior dirección de Podemos Euskadi a cambio de mejoras sociales en la RGI y las haurreskolak. El pacto se firmó con el anterior secretario general, Lander Martínez, que no se consideraba un afín a la dirección estatal de Iglesias. La nueva dirección de Pilar Garrido con Miren Gorrotxategi como portavoz parlamentaria retomó las posiciones más críticas hacia el PNV. Aun así, el Gobierno Vasco aspira a dar continuidad al pacto presupuestario, en buena medida porque, antes de estos últimos desencuentros, Gorrotxategi se había mostrado dispuesta a negociar durante la ronda de contactos del lehendakari. Urkullu había detectado coincidencias. En el terreno de los derechos humanos, PNV y Elkarrekin Podemos fueron los únicos en acercar posturas en la Ponencia de Memoria durante la pasada legislatura, y compartieron posiciones en el nuevo estatus de autogobierno, aunque cada uno con su formulación sobre el derecho a decidir.

El mensaje del desalojo fue el eje de la campaña de Podemos en las elecciones vascas de julio, donde planteó una alianza con el PSE y EH Bildu. El paso de Iglesias por Euskadi estuvo marcado por un discurso medido donde, sin renunciar a la aspiración de gobernar Euskadi, evitó desairar de manera abierta a los jeltzales.

En una entrevista concedida a DNA, Iglesias reconoció que admira al grupo del PNV en el Congreso de los Diputados, liderado por Aitor Esteban: “Tengo mucho respeto al PNV y por algunos de sus diputados en Madrid, a los que conozco y profeso mucha admiración por su inteligencia y su habilidad. He hablado muchas veces con Andoni Ortuzar, y algunas con el lehendakari Urkullu, y tengo un enorme respeto por ellos, pero podemos llegar a acuerdos con el PNV en Madrid y, al mismo tiempo, Elkarrekin Podemos puede construir un gobierno diferente, con socios y políticas diferentes. A mí me encantaría tener en el Estado una derecha como la que representa el PNV en Euskadi, una formación de derechas, con lealtad de Estado, con capacidad de acordar con partidos distintos”.

Iglesias justificó la necesidad de cambio en que “no es bueno para Euskadi que siempre gobierne el PNV”. En un acto de campaña, añadió que “el cambio es sano para refrescar los sistemas democráticos”, aunque admitió que su capacidad de crítica a la gestión jeltzale tiene límites: “No soy una persona que hable mal del PNV, y seguro que ha hecho cosas buenas por Euskadi, pero seguro que las podrá hacer mejor en el futuro si pasa un tiempo en la oposición”. Sí agregó que el PNV también representa, a su juicio, el derrumbe de Zaldibar o el caso De Miguel. El PNV, por su parte, no fue un obstáculo para la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno español, en el que Iglesias tiene una vicepresidencia, y se centró en pedir que su programa no recentralizara competencias.

De modo indirecto, Podemos ha avalado las políticas sociales puestas en marcha desde el Gobierno Vasco. En concreto, ha tomado como referencia la RGI para idear una renta mínima, una de las propuestas nucleares desde su fundación y que ha aparecido con distintas formulaciones en todos sus programas electorales, de ahí que esta coincidencia no sea una cualquiera. Fue el propio Iglesias quien admitió esta inspiración en un debate a cuatro antes de las elecciones generales de junio de 2016. Tras apostar por la derogación de la reforma laboral y aumentar el salario mínimo, pidió “asegurar una renta mínima garantizada como ya funciona en la comunidad autónoma vasca y Navarra”.

La RGI se puso en marcha desde gobiernos liderados por el PNV, y fue el espejo de Podemos para proponer, primero, una renta básica universal sin condiciones, que después moduló para que se convirtiera en una renta mínima de inserción. Tras su entrada en el Gobierno español, pudo materializarla a través del Ingreso Mínimo Vital. En el caso vasco es la base de las prestaciones y se complementa con una RGI que, en general, ofrece una cobertura más garantista.

Miren Gorrotxategi. Se presentó a las elecciones vascas con el mensaje del desalojo del PNV articulando una mayoría alternativa entre Elkarrekin Podemos-IU, el PSE y EH Bildu. No obstante, tras su encuentro con el lehendakari Urkullu en la ronda de contactos con la oposición, se mostró dispuesta a dialogar sobre los Presupuestos. La tensión de los últimos días por las Cuentas estatales ha añadido algunos nubarrones que se espera despejar en las próximas semanas.

Pilar Garrido. La responsable de Podemos Ahal Dugu ofrecía esta semana al PSE negociar las Cuentas con un diálogo bilateral que dejaba fuera de juego al PNV, en sintonía con la apuesta por desalojarlo del Gobierno vasco y siguiendo la estela de un pacto en Irun que ha condicionado los mensajes toda la semana.

“Este gobierno tiene la obligación de conseguir el sí del PNV, ERC, Bildu, Más País y Compromís”

“Me encantaría tener en el Estado una derecha como la que representa el PNV en Euskadi”

“Hay que asegurar una renta mínima como ya funciona en la CAV y Navarra”

Líder de Podemos y vicepresidente