- PNV y PSE han dado forma a un programa de gobierno, pensado para gestionar otra vez en coalición, donde apenas quedan cabos sueltos en la gestión diaria, más allá de que el punto del nuevo estatus de autogobierno vuelve a quedar redactado como una discrepancia pactada, donde ambos se dan libertad para defender sus postulados y blindan al Ejecutivo de las posibles tensiones que puedan surgir, como se hizo en 2016. El pacto se articula en torno a la sanidad, la fortaleza de los servicios públicos y la recuperación del empleo como prioridades, y solo falta que PNV y PSE le estampen el sello de oficialidad y comuniquen el resultado en las próximas horas, quizás hoy mismo. El reparto de las consejerías se negociará la próxima semana, al borde de la sesión de investidura de Iñigo Urkullu como lehendakari prevista para el jueves 3 de septiembre, según los plazos que manejan los propios socialistas.
Es un clásico en todas las negociaciones programáticas que el partido que brinda el apoyo, en este caso el PSE, trate de apurar hasta las últimas horas del diálogo para escenificar que aprieta hasta el final o revisar la redacción con matices de su cosecha. En esta ocasión se le puede sumar como elemento a tener en cuenta la expectativa por la Conferencia Multisectorial con el Gobierno español para abordar el regreso a las aulas en septiembre, una cita que tendrá lugar hoy mismo y que se verá acompañada por la confección final del protocolo vasco en los próximos días. La vuelta a las aulas es una de las prioridades señaladas por Urkullu para los próximos meses.
Al margen de estos factores que son el telón de fondo de la negociación y pueden mover unas horas arriba o abajo la comunicación del pacto, las fuentes consultadas insisten en que el nivel de acuerdo es amplísimo. Ayer se produjo un nuevo intercambio negociador entre los partidos de Andoni Ortuzar e Idoia Mendia, que en las últimas horas han redoblado su participación en el diálogo. La reducción del paro por debajo del 10% volverá a ser el reto prioritario en la hoja de ruta de Urkullu, con el objetivo de recuperar lo destruido por el virus. La meta psicológica para anunciar un acuerdo es precisamente hoy, porque mañana finaliza el plazo para registrar las candidaturas a lehendakari y Urkullu querría llegar con los apoyos confirmados.
Otro cantar es el reparto de las consejerías, que se solucionará la próxima semana. Los socialistas han marcado como criterio que su cuota actual de tres consejerías se puede mantener en lo numérico sin mayores aspiraciones porque admiten que el PNV ha ampliado su distancia en las elecciones, pero piden un mayor contenido y recorrido presupuestario para sus departamentos en la medida en que sus diez escaños proporcionan ahora la mayoría absoluta a Urkullu y eso no sucedía en 2016.
Si a esta idea se le suma el otro criterio marcado por el PSE, que consiste en que las prioridades del programa de gobierno se traduzcan en un peso cualitativo importante para esas materias de la estructura del ejecutivo, todo apunta a que están hablando de una vicelehendakaritza social, aunque se resisten a plantearlo formalmente. Las fuentes consultadas tampoco han aclarado si Idoia Mendia ocuparía ese puesto, aunque las voces dentro del PSE que la empujan a dar el paso para rentabilizar la presencia en el gobierno y tener mayor visibilidad parece que están ganando terreno, frente a los que recelan y dudan de que sea conveniente que la líder del PSE pueda perder margen de maniobra en la crítica al PNV. El planteamiento del PSE sobre la necesidad de plasmar las prioridades del programa en la estructura del gobierno podría abocar en todo caso a más de una vicelehendakaritza. Si se habla de prioridades en el gobierno, desde luego hay más de una. Por tanto, si se recupera esta figura, como mínimo podría haber dos: una vicelehendakaritza social, y otra para la reactivación económica, donde emerge la figura de Arantxa Tapia, la consejera que más se ha reforzado asumiendo nuevas materias en su macrodepartamento desde 2012, y que ahora lidera también la desescalada y la vuelta a la nueva normalidad en la crisis del coronavirus.
Este debate se ha planteado en ámbitos de la oposición como una pelea de egos, aunque vendría dado por la propia concepción de que el gobierno refleje las prioridades. Es verdad que, de rondón, sí supondría respetar el rango del PNV en cuanto a su fuerza parlamentaria dándole otra vicelehendakaritza, y que Mendia no quedara por encima del escalafón superando a consejeros de peso.
El PSE no ha confirmado ni desmentido que sus aspiraciones para las consejerías se centren en Empleo o la Renta de Garantía de Ingresos, pero todo parece señalar en esa dirección en la medida en que es extremadamente difícil que opte al núcleo duro, a materias como Hacienda (que redacta los Presupuestos), Salud o Educación. Este debate se saldará la semana que viene. Antes llegará el programa en las próximas horas. El PNV ha convocado una Asamblea Nacional el lunes para que lo ratifique, y el PSE debe someterlo a consulta. El jueves 3 de septiembre tendrá lugar la investidura, donde Urkullu sería proclamado en primera votación con mayoría absoluta.