- El PNV ha logrado su objetivo de subir hasta los 31 escaños. ¿No hay una pulsión de cambio en la sociedad vasca?
—No hay pulsión de cambio. La sociedad vasca está contenta con el PNV gobernando el país. Se notó en los que votaron, porque nos dieron una mayoría muy nítida, la que habíamos pedido; y se notó en parte de la abstención, en gente que dijo que, como las cosas van bien y estamos en una época tan rara, no hacía falta votar. Si hubiera una pulsión de cambio, no habría esta abstención. La abstención muchas veces es conformista.
El PNV se ha dejado 50.000 votos con respecto a 2016...
—Sí. Somos el partido mayoritario y, cuando la gente va a votar, la mayor parte es para nosotros y, cuando deja de votar, perdemos una parte, aunque proporcionalmente hemos perdido menos que otros. Veo tres razones para la abstención. Por un lado, la situación del covid porque, al salir de cuatro meses con muchas medidas de seguridad, solo la gente muy militante se queda un fin de semana de julio para votar. Y mucha gente se marcha al pueblo y tampoco le venía bien votar. También en los últimos días, con los rebrotes en Ordizia y la utilización manipuladora de ello por parte de algunos partidos, se ha generado un poco de miedo. No es una abstención política.
Sin embargo, en Galicia vivían una situación similar y eso no ha sucedido. ¿Cuál es el hecho diferencial para que aquí la abstención haya sido tan significativa?
—Que no había una pulsión de cambio en Euskadi. En Galicia sí había una movilización porque había una pulsión de cambio, se jugaba todo a una mayoría absoluta del PP sí o no. Eso ha activado a los dos electorados, a los que querían la mayoría absoluta del PP, y a los que querían un cambio, con el arreón importantísimo del BNG.
Pero Bildu sí ha podido movilizar aquí a los suyos y ha aumentado sus apoyos. ¿Cómo lo explica?
—En las elecciones hay dos grandes perdedores: el PP y Podemos. El electorado de Podemos se ha diluido, y unos se han ido a la abstención, y otros se han ido a Bildu, o han vuelto a Bildu, porque esa gente probablemente era la que en 2012 votaba a Bildu. Bildu tampoco puede sacar demasiado pecho y perderse en el espejismo de estos resultados. Son los resultados de 2012, de Laura Mintegi.
Dice que los rebrotes se han utilizado para alentar la abstención. ¿Ha beneficiado la abstención a Bildu?
—Es evidente. Bildu es un partido con un electorado muy prieto. Eso tiene un inconveniente porque no le permite subir muchísimo. No es un partido como el PNV, que puede aspirar a subir del 30% al 35%. Pero la ventaja es que es un electorado muy apiñado, y ese veintitantos por ciento va a votar pase lo que pase. Al bajar la participación, ese porcentaje se consolida en un 27%. Y ellos lo sabían. Estuvieron mandando unos mensajes todo el fin de semana en los que se ponía de manifiesto eso. Fue una maniobra un poco sucia la de inocular el miedo en la sociedad en los últimos días.El día de reflexión, la propia candidata de Bildu estuvo metiendo miedo por la situación en Goierri.
Como atribuye la subida de Bildu a la abstención, no le preocupará que haya recortado distancias...
—Tampoco ha recortado tantas distancias. El que va a tener más margen de maniobra es el PNV. Bildu va a estar mucho más limitado en su capacidad de acción política porque no va a tener socios con los que sumar mayoría absoluta. Si se cierra un acuerdo de gobierno de coalición con los socialistas, el margen de inestabilidad para el gobierno será mucho menor. Bildu va a poder vocear más, pero con poca capacidad de frenar las políticas del gobierno.
Para formar gobierno, ¿se hará una oferta a todos, o solo es viable con el PSE?
—Hoy [por ayer] lo hablaremos en el EBB, haremos una ronda con todos los partidos y los escucharemos. Desdoblaría el reto que tenemos por delante. Uno es formar un gobierno, y para eso tiene que haber una capacidad de acuerdo sobre el programa. Con el PSE tenemos mucho avanzado, y sería un pacto que daría coherencia a todo el entramado institucional vasco con diputaciones, ayuntamientos, etc.Pero el PNV lo que quiere también es abrir un gran acuerdo de país por la reconstrucción en auzolan. Ahí sí que queremos que se involucren la mayor parte de partidos. No somos ilusos y sabemos que Bildu nos va a querer pelear esa reconstrucción y va a ser difícil que entre, pero se lo pondremos difícil para que no pueda rechazarlo. El otro día ya nos advertían de que la oposición va a estar en el Parlamento, pero también en la calle. Bildu va a jugar estos cuatro años a la desestabilización institucional. Como no lo va a conseguir tan fácil en el Parlamento, probablemente se apoye en la estrategia de protesta callejera.
Al margen de los ejes del empleo, cohesión social y autogobierno, ¿puede concretar cuál es la oferta que se va a plantear a los partidos o si es un pacto presupuestario?
—Con una mayoría absoluta, los Presupuestos los hará el gobierno. Si cristaliza el acuerdo con el PSE, no necesitaríamos apoyos para el Parlamento, pero estamos en una situación tan de emergencia que sería bueno que los partidos entráramos en unas grandes líneas de trabajo, como un acuerdo para el empleo, reforzamiento de los servicios, y el autogobierno, donde hemos dado pasos en la Ponencia y habría que rematar en esta legislatura para llevar a la Mesa del Parlamento un texto, aprobarlo y negociarlo con Madrid. En esos tres ámbitos sería deseable una mayoría que vaya más allá de la gubernamental.
Teniendo en cuenta que el Parlamento ha arrojado la mayoría abertzale más clara de la historia, ¿no se va a intentar un gobierno de coalición con Bildu?
—Bildu no quiere estar en un gobierno con el PNV. Quiere quitar al PNV del gobierno. No existe ni la más mínima oportunidad de que EH Bildu quiera entrar en un gobierno con nosotros. Aunque lo digan, no es creíble. Después de la campaña que nos han hecho, que ha sido una campaña de lo más sucia, no tiene ninguna credibilidad que Bildu venga ahora hablando de cooperación entre aber-tzales. Han estado toda la campaña negándonos la condición de abertzales, éramos un gobierno "nini", un partido de derechona... Ha sido una auténtica vergüenza y nos hemos mordido la lengua. Ni los hemos citado, pero ellos a nosotros sí. Espero que no tengan la cara dura de hacer mención siquiera a esa posibilidad.
¿Con el PSE han hablado ya? ¿Le han planteado formalmente la oferta?
—No, es muy pronto todavía, pero tiene toda la lógica del mundo que, después de hacer una ronda con los partidos, con quienes empecemos en serio a hacer un planteamiento de posible gobierno sea con el PSE.
¿Ve al PSE por la labor, o está reconsiderando la alianza?
—Tenemos que hablar con ellos. No creo que el PSE haya tenido un mal resultado. Seguro que les ha afectado más la abstención, pero tienen unos resultados suficientemente buenos porque les dan una subida y, sobre todo, porque sus 10 parlamentarios son los que consiguen una mayoría absoluta, son la palanca de garantía para dar mayorías en el Parlamento. Es un resultado valioso y útil. Están en una buena posición negociadora.
No le da crédito a lo que dice Odón Elorza sobre replantearse el pacto...
—Es un verso libre en el PSE y es conocida su inquina al PNV, que le nubla la vista. No creo que el problema del PSE en sus resultados sea su vinculación al PNV, sino la compleja situación política. Con él como candidato, en las generales no tuvieron resultados magníficos.
El PNV ha subido tres escaños. ¿No ha contemplado un gobierno en solitario con apoyo desde fuera?
—No. Estamos diciendo que el país necesita grandes acuerdos. Es lo ideal. Otra cosa es que en la negociación no llegáramos a un entendimiento pero, con los retos a los que tenemos que enfrentarnos, lo lógico sería un gobierno fuerte. Cuanto más fuerte, mejor.
¿Pesa la idea de amarrar la lealtad del PSE para evitar que se arrime a la izquierda en leyes sectoriales, como ocurrió en la de Vivienda?
—Evidentemente, en la medida en que un gobierno tiene mayoría absoluta, la vida se le hace más fácil.
¿Hay que revisar el papel del PSE en el gobierno tras haber crecido menos que el PNV?
—No... Tenemos que hacer balance, y ver si con estos nuevos retos hay que ir a una configuración distinta o seguir con la actual, pero no creo que tenga que ver con los resultados electorales, sino con el programa.
¿Vería la entrada de Idoia Mendia como una interferencia de los partidos en la labor de gobierno?
—En el PNV tenemos un modelo distinto, y los que estamos en la ejecutiva de partido no ostentamos cargos de gobierno a nivel de consejero, pero en otros modelos ha sucedido. Con el lehendakari Ardanza había vicelehendakaris que eran secretarios generales del PSE. Seremos respetuosos con el planteamiento que se nos haga.
¿Se baraja recuperar la figura de vicelehendakari?
—Eso le corresponde al lehendakari.
¿La idea es dejar otra vez el autogobierno fuera del pacto con el PSE?
—Todavía no nos hemos sentado. En el programa tendrá que ir un planteamiento sobre autogobierno, eso seguro. Veremos en qué condiciones.
¿Qué lectura hace de que el Parlamento sea el más abertzale de la historia? Se puede pensar que hay que elevar el tono con el estatus pero, por el contrario, puede haber quien interprete que el resultado ha sido este por la campaña moderada.
—Una parte cada vez mayor de la sociedad vasca busca respuestas en partidos de obediencia vasca, sin estar supeditados a las estrategias de Madrid. Hay una parte de refugio por el bochorno que se desprende del lío que hay siempre en la política española. Por otro lado, los momentos de tensión soberanista no se han debido a que nosotros hemos subido el tono, sino que los constitucionalistas han agredido la identidad nacional vasca.
Pero, ¿qué consecuencias debe tener el resultado, si debe tenerlas?
—Debería tenerlas si fuéramos capaces Bildu y nosotros de superar la pugna electoral sin fin, según la cual Bildu no puede pactar nada con el PNV porque refuerza al PNV y la aleja de su auténtico objetivo, que no es independencia y socialismo, sino quitar al PNV. Solo ve el futuro con la unión de izquierdas con PSE y Podemos.
¿Que Vox haya entrado en el Parlamento es un fracaso tras el llamamiento a dejarlos sin escaño?
—Con baja participación le era muy fácil entrar en Álava. No es un fracaso del PNV, sino colectivo, o una opción que la gente no ha tenido a bien valorar porque le da igual.
¿Fue un error hacer las elecciones en estas fechas vista la abstención?
—No. No le quiero contar cómo estaríamos si las elecciones hubieran sido a finales de septiembre. Mucho peor. Los técnicos nos dicen que el virus vendrá mucho más fuerte en otoño.
¿Cuándo habrá gobierno?
—En la primera quincena de septiembre estará todo en marcha.
"Si hubiera una pulsión de cambio en Euskadi, no se hubiese registrado esa abstención"
"El PSE ha tenido un buen resultado que le permite ser útil; su problema en las urnas no es el pacto con el PNV"