- Pedro Sánchez responsabilizó ayer al PP de la necesidad que tuvo el Gobierno de coalición de pactar con EH Bildu para amarrar que saliera adelante la prórroga del estado de alarma porque "la mayoría no estaba asegurada", calificando a la formación de Pablo Casado de "irresponsable" por votar en contra de una medida pensada para "garantizar la salud pública".
"Lo irresponsable es que haya partidos que hayan votado en contra de la prórroga del estado de alarma. Se han opuesto. Pero hay grupos minoritarios que han abierto el debate sobre algunos aspectos. Ahí es donde entra la cuestión de la reforma laboral aprobada en 2012, que no fue una reforma pacífica, sino impuesta en contra del diálogo social", justificó el presidente español el polémico acuerdo con la coalición soberanista que luego fue rectificado desde dentro de las propias filas socialistas por parte de la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, contraria a la derogación íntegra de esa ley laboral.
Sánchez, que maneja pedir una nueva ampliación de la alarma a partir del 8 de junio, recordó que el pasado febrero el Ejecutivo ya modificó parte de esa normativa evitando que los empresarios pudieran despedir a los trabajadores de forma unilateral por bajas laborales, y señaló también que el objetivo es seguir impulsando el diálogo social y plantear esta senda en el marco de la mesa de reconstrucción, para impulsar una recuperación justa de la economía. A su juicio, las declaraciones del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, que reclamó cumplir el consenso firmado con EH Bildu sin matizaciones, y de Calviño, que ve "contraproducente" ejecutar ese acuerdo en su literalidad, no son "contradictorias", desmontando el temor que él mismo sugirió en campaña electoral de que "no podría dormir" con dos gobiernos en uno. "Los gobiernos de coalición tienen distintas sensibilidades (...) Consideramos que con la respuesta positiva a esta crisis cobra más vigencia la hoja de ruta que tenemos de transformaciones", afirmó Sánchez.
Pese a la crisis abierta en el Ejecutivo de coalición, el líder socialista descartó dimisiones y sostuvo que su legislatura es para cuatro años, aunque fuerzas como el PNV ya le han advertido de que el continuo cambio de cromos, donde se incluyen alianzas con Ciudadanos y EH Bildu apoyándose en la llamada geometría variable, hace casi imposible que ese periodo pueda cumplimentarse. "Tiene que optar", le instó el viernes el presidente del EBB, Andoni Ortuzar. "Somos un Gobierno unido, para cuatro años, y tengo la mejor opinión de las personas que lo conforman", precisó el presidente español. Respecto a la postura de la patronal de romper toda comunicación, el líder socialista confía en recuperar "cuanto antes" la mesa del diálogo social y destacó al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, como un "patriota" con quien mantiene "buena relación".
Una visión diametralmente contraria a la que sostiene desde la oposición el PP, que acusa a Sánchez de "traicionar a sus socios y mentir a sus ministros". El vicesecretario de Política Territorial de la formación conservadora, Antonio González Terol, le exigió que "rompa ya" el acuerdo "indigno" con EH Bildu para derogar la reforma laboral que ha servido para "crear millones de empleos". Según recalcó, debe "rectificar" y escuchar a las personas de su "entorno" que tildan de "absurdo y contraproducente" acabar con ella, aunque, a su entender, la "credibilidad" del presidente del Gobierno español es "nula" y como prueba de ello citó a su hemeroteca, que es su "peor enemigo".
En relación con los escraches, ayer se conoció que una treintena de personas se acercó el viernes por la noche a protestar con cacerolas a una vivienda propiedad de la ministra de Educación, Isabel Celaá, en Getxo, concretamente en Neguri, con la pancarta "Gobierno dimisión". La Er-tzaintza se personó sin que se produjeran más incidentes, aunque sí realizó algunas identificaciones. Esto ocurre después de que el ministro José Luis Ábalos y el vicepresidente Iglesias sufrieran un acoso similar en sus domicilios.