- La pandemia del covid-19 está suponiendo un flashback, un retorno al pasado con escenas que recuerdan a la kale borroka que campó a sus anchas en Euskadi durante varios decenios y hasta el fin de la actividad violenta de ETA en 2011. En las últimas dos semanas se han producido una veintena de sabotajes a sedes sociales de PNV, PSE e incluso Podemos con referencias a la situación del preso Patxi Ruiz y mensajes amenazantes a los partidos. La línea dura de la izquierda abertzale nucleada en torno al Movimiento Pro Amnistía y Contra la Represión, conocido como ATA, ha redoblado la pugna larvada que desde hace un lustro mantiene con Sortu, después de que esta incluyera en sus estatutos el acatamiento de la legalidad y la renuncia a la violencia.
Es una pelea que viene de lejos y fratricida entre antiguos compañeros de trinchera, ahora divididos entre "tibios asimilados por el sistema" y genuinos puristas. No hace mucho la pugna se trasladó al ámbito de los jóvenes entre los jóvenes de Ernai (las juventudes de Sortu) e Ikasle Abertzaleak, que se ha inclinado hacia las posturas de ATA, movimiento que aglutina todas las expresiones críticas dentro de la izquierda abertzale.
En momentos puntuales las han tenido tiesas y han llegado a encararse para ajustar cuentas. Pero la sangre nunca había llegado al río como ahora. Nunca hasta ahora una herriko taberna, todo un símbolo para el mundo de la izquierda abertzale, había sido señalada por haber traicionado a un preso de ETA. Este jueves, la herriko Errondabide, en el Casco Viejo de Bilbao, amaneció con pintadas de "culpable" y "Patxi, en huelga de hambre y sed", en referencia al preso navarro que lleva más de dos semanas de ayuno en la prisión de Murcia para denunciar la situación generada en las cárceles por la pandemia.
Ni estas pintadas ni las realizadas en las sedes de los otros partidos llevan firma de autor, pero la pista sobre la autoría la ofrece el propio mensaje. Patxi Ruiz es uno de los pocos presos de ETA que públicamente han rechazado el amparo de la línea oficial de la izquierda abertzale y del colectivo de presos EPPK y han apoyado a ATA. Otros que se han adherido al grupo disidente son Iñaki Bilbao, Daniel Pastor, Jon Kepa Preciado, Saioa Sánchez e Ibai Aginaga.
Este movimiento tiene como ideólogo a Jon Iurrebaso, uno de los negociadores de ETA con el Gobierno en el diálogo entre el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero y la banda armada entre 2006 y 2007.
ATA nació como una suerte de escisión de Sortu y los miembros de este movimiento muestran siempre que pueden sus diferencias con la oficialidad de la izquierda abertzale capitaneada por Arnaldo Otegi, al que cada vez que pueden le dan a probar su propia medicina y le consideran traidor a la causa y culpable de haber abandonado la reivindicación de la amnistía para los presos de ETA al haber aceptado la legalidad penitenciaria.
Otegi intenta pasar de puntillas ante este rebrote de ataques a sedes de partidos e incluso al domicilio particular de la secretaria general del PSE, Idoia Mendia, al que arrojaron pintura roja y pasquines que la acusaban de "asesina". El líder de la izquierda abertzale trata de no dar pábulo a los disidentes para no darles más publicidad de la que han tenido en los últimas dos semanas a raíz de la protesta de Patxi Ruiz y los actos de sabotaje llevados por su entorno.
Además, los ataques le sitúan en el foco del resto de partidos que les emplazan a condenarlos, una palabra tabú en el mundo de Sortu que lo considera una imposición cuando no una claudicación. La candidata a lehendakari por EH Bildu, Maddalen Iriarte, intentó arreglar la situación tras el ataque a la vivienda familiar de Mendia. Utilizó la palabra "rechazo", pero este desmarque resultó insuficiente para la agredida y su partido, así como para otras fuerzas políticas que reclaman a la izquierda abertzale más contundencia y menos tibieza a la hora de denunciar estos actos amenazantes.
Sortu tuvo que romper ese día su silencio e hizo público un comunicado pidiendo "responsabilidad" al entorno político del preso Ruiz, en referencia a ATA. En puertas de unas elecciones autonómicas el 12-J, esta espiral puede complicar las cosas a EH Bildu y vuelve a poner de manifiesto las diferencias entre los integrantes de la coalición con la "condena tajante del ataque al domicilio de Idoia Mendia", a través de un comunicado publicado pocas horas después del incidente.
Los sabotajes volvieron a repetirse ayer, con dos sedes y una oficina electoral del PNV en Durango y Abadiño y una sede de Podemos , también en Durango, con pintadas en apoyo al preso navarro expulsado de ETA hace tres años por sus críticas a la organización violenta. Patxi Ruiz completó ayer su undécimo día en huelga de hambre y sed, según informó ATA.
La consolidación de Sortu y EH Bildu no ha conseguido desactivar a ATA que, aunque ya no tiene tanto impacto en la vida interna de la izquierda abertzale, mantiene su presencia en muchos municipios y barrios vascos. Llegó incluso a movilizar a más de un millar de seguidores en las manifestaciones en favor de la amnistía a principios de enero tras la marcha habitual en favor de los presos que anualmente protagoniza Etxerat.
En los últimos días ha logrado un impacto mediático y político que le ha dado mucho protagonismo y ha retrotraido a este país a un pasado casi olvidado y que la sociedad vasca logró arrinconar.