- La escalada de ataques en los últimos días contra sedes de PNV, PSE y Podemos-Ahal Dugu, entre ellos el dirigido contra la secretaria general de los socialistas, Idoia Mendia, en el portal de su casa, ha puesto todas las miradas dirigidas hacia la reacción de EH Bildu. Después de varios días desaparecida, la coalición abertzale asomó ayer la cabeza de manera dispar. La candidata a lehendakari, Maddalen Iriarte, rechazó el ataque contra Mendia y consideró que “se ha superado una línea”, aunque nada dijo sobre el resto de actos de este tipo contra las fuerzas políticas. En el plano institucional EH Bildu se negó ayer a firmar una declaración institucional de condena en el Parlamento Vasco, el Ayuntamiento de Bilbao y las Juntas Generales de Araba por considerarlas “excluyentes”, aunque los miembros de la coalición en las tres instituciones rechazaron el ataque al domicilio de Mendia.
Todos los partidos políticos emplazaron a la coalición abertzale a un pronunciamiento claro y sin paños calientes contra estos ataques. Mendia pidió una condena contundente a la izquierda abertzale por “su responsabilidad moral” en este tipo de actos y consideró que el ataque el lunes por la noche a su domicilio en Bilbao supone un “salto cualitativo”, después de que radicales arrojaran pintura roja en su portal y panfletos con la palabra “asesina”, al tiempo que aludían a la huelga de hambre del preso de ETA Patxi Ruiz y reclamaban la amnistía total.
La dirigente del PSE señaló que es “difícil acostumbrarse a la violencia de persecución” que se mantuvo en Euskadi durante décadas. Según señaló Mendia, “parecía que estábamos en un tiempo nuevo, pero se ve que todavía hay demasiada gente nostálgica del pasado”, añadió. Para más inri, ayer, al filo de la noche, coches con carteles del preso de ETA se pasearon ante la casa de Mendia, al día siguiente del ataque. Al pasar delante del domicilio de la líder de los socialistas vascos y de su marido, el teniente de alcalde de Bilbao, Alfonso Gil (también del PSE), los vehículos se pararon e hicieron sonar el claxon.
Mendia reclamó a Maddalen Iriarte que previamente había afirmado que estos “actos sobran” a través de Twitter, que “sea más contundente”. “No es que sobren, es que no tienen que darse”, manifestó. Posteriormente, la candidata a lehendakari por EH Bildu matizó y, en declaraciones a Euskadi Irratia, señaló que “con Idoia Mendia se ha superado una línea; nosotros no apoyamos este tipo de iniciativas”. Además quiso exonerar a su formación de toda responsabilidad en lo sucedido y aseguró que “EH Bildu ha demostrado con rotundidad que no tiene nada que ver con esto”, enfatizó.
Al PNV también le parece insuficiente el desmarque de Iriarte y le pregunta si se ha traspasado “una línea” con el ataque al domicilio de Mendia, pero no con los sabotajes a las sedes de casas de pueblo, de los batzokis o cajeros de entidades bancarias. “Extraño criterio democrático el tuyo”, apunta la formación jeltzale en un mensaje escrito en redes sociales. “¿Con lo de Mendia se ha traspasado una línea y con los ataques a casas del pueblo, batzokis y cajeros no se ha traspasado la línea?” reprochan los jeltzales a Iriarte, al tiempo que le piden que aclare si “son justos” esos ataques y si se encuentran acaso dentro de esa línea. “Extraño criterio democrático el tuyo”, afirma el PNV.
En esa línea, la presidenta del PNV en Bizkaia, Itxaso Atutxa, pidió firmeza a todos los demócratas vascos ante los ataques a los últimos días. A través de un vídeo, Atutxa trasladó “toda la solidaridad y cariño” del PNV a la líder de los socialistas vascos.
Las críticas a la izquierda abertzale obligaron ayer a Sortu a salir al paso, después de que en los últimos días ni Arnaldo Otegi ni Arkaitz Rodríguez han hecho una sola referencia pública a los ataques a sedes de partidos y al cajero automático de Ea. Tampoco ayer lo hicieron pero Sortu hizo pública su posición a través de un comunicado en el que insta al entorno político de Patxi Ruiz a “actuar con responsabilidad”, al tiempo que le ofrece “todos los recursos de la izquierda abertzale” para ayudar al recluso, en huelga de hambre y sed, y tratar de canalizar su situación.
La formación liderada por Otegi y Rodríguez y principal fuerza de la coalición también integrada por EA y Alternatiba indica en el comunicado que “no apoya ni apoyará ninguna iniciativa que no tenga como prioridad la salvarguarda de la vida de Patxi, así como la resolución de su situación, y menos aún cuando se pueda empujar al preso a una situación sin salida”. Además, cree que la situación que padece Ruiz es “consecuencia directa de la política continuada de excepción vigente que se aplica a los presos políticos vascos”, la cual busca su “eliminación personal y política”.
Las complicaciones de EH Bildu para desmarcarse y rechazar con claridad los ataques se manifestaron en varias instituciones. La coalición impidió una declaración institucional de condena del ataque a la vivienda familiar de Mendia y los sabotajes a sedes de partidos y se negó a firmar el documento hasta en tres instituciones: el Parlamento Vasco, el Ayuntamiento de Bilbao y las Juntas de Araba. En todos los casos, porque rechaza la palabra “condena”.
Durante la semana pasada y esta se han sucedido hasta una veintena de episodios que retrotraen a la kale borroka inspirada por la izquierda abertzale como violencia de baja intensidad para amedrentar a la sociedad vasca que no pensaba como ella. La mayoría de estos actos han consistido en pintadas con mensajes recordando la situación del preso de ETA Patxi Ruiz, en huelga de hambre y de sed para protestar por las amenazas que, denuncia, ha recibido por la dirección de la prisión. Estos ataques han sido dirigidos contra 12 batzokis y media docena de casas del pueblo socialistas.
Ruiz cumple condena en la cárcel de Murcia y es uno de la decena de presos de ETA que se sitúa en el ámbito del Movimiento pro Amnistía y contra la Represión, conocido como ATA, la facción disidente de Sortu por su acatamiento de la legalidad y la política penitenciaria. Desmarcado del colectivo oficial de presos de la banda, Ruiz fue expulsado de ETA en 2017 por las críticas públicas del recluso a la estrategia de la izquierda abertzale, a cuyos actuales dirigentes tachó de “liquidacionistas”.