- Arancha González Laya (Donostia, 1969) es experta en comercio internacional y organismos multilaterales, una materia que ahora con la pandemia adquiere un papel importante en cualquier gobierno. El presidente Sánchez le encomendó la diplomacia económica por su perfil técnico pero en poco más de cien días de gobierno ha tenido que aprender tablas políticas para bregar en Europa y en la batalla política española.
¿Va a pedir España un rescate a Europa?
—El plan de reconstrucción está en fase de creación. La liquidez, hay una parte que ya está construida, a través del Banco Central Europeo, que ha comprado deuda pública y además hay otra parte de liquidez triple para empresas con avales del BEI, liquidez para financiar ERTE o liquidez para ayudar a los países a cubrir los costes del gasto sanitario. No estamos hablando de rescates, sino de facilitar liquidez para empresas, gasto público sanitario y gasto en empleo, y también de un plan de reconstrucción, que es lo que falta por desarrollar.
¿Está actuando la Unión Europea está actuando mal y tarde y sin empatía a los países del sur?
—Al principio hubo un intento por parte de algunos países de construir una narrativa en línea con la narrativa de la crisis económica de 2008, distinguiendo entre países virtuosos y países malos gestores, entre el norte y el sur. Pero no duró mucho, porque el coronavirus les empezó a afectar también a ellos y a toda Europa de manera muy fuerte. Hoy vemos que el impacto de esta crisis es muy fuerte en todas las economías. Ha habido un cambio en la discusión y en este cambio ha contribuido mucho la posición de Alemania que ha entendido que esto no va de norte y sur, sino de mercado interior europeo.
La pandemia ha puesto de manifiesto cierta debilidad en la soberanía sanitaria de España y en la producción de material estratégico como mascarillas, respiradores o EPI.
—Ha puesto de manifiesto que los países de Europa no nos habíamos preparado para una pandemia de esta magnitud, porque no habíamos pensado en disponer una serie de recursos necesarios para afrontarla. De esta crisis aprendemos la importancia de buscar un mejor equilibrio entre lo que se puede producir nacionalmente, lo que vamos a importar y también los stocks de material sanitario que, quizás, deberíamos plantearnos construir a nivel europeo.
¿Estamos en puertas de un repliegue proteccionista en las relaciones comerciales entre países?
—Creo que no. Antes de esta pandemia había ya ciertas tensiones en el comercio internacional, algunos países incluso habían planteado el aislacionismo comercial, pero no veo un brote generalizado de proteccionismo. Sin embargo, creo que se va a dar una reconfiguración de cadenas de valor que tendrán una dimensión menos global y más regional.
¿Por qué el Gobierno no actuó antes a la hora de hacer acopio de material sanitario básico?
—Ni este Gobierno ni los de las comunidades autónomas, nadie, imaginó que el virus iba a viajar con tanta rapidez. Hay que tener humildad y aprender a no subestimar la importancia de mantener unos stocks de reserva para situaciones excepcionales como esta. Y tendremos que asumir que hay que financiarlos, porque se han dado casos de países en Europa que hicieron acopio masivo de vacunas y suministros en las anteriores pandemias del SARS y M1H1, y que tuvieron un impacto menor de lo esperado, y luego fueron criticados por haber comprado aquel material tan caro.
Se dice que se hacen test y que son necesarios para controlar la pandemia pero no terminan de llegar a la ciudadanía. ¿Por qué?
—Los test se están generalizando desde el primer día de la pandemia. Al principio se hacían 20.000 diarios, hoy hemos más que doblado esa cantidad. Alrededor de estos test se ha creado toda una leyenda que hay que clarificar y para ello el Gobierno ha publicado las cifras que le llegan desde las comunidades autónomas sobre los test que realiza cada una de ellas. Hemos aumentado exponencialmente la capacidad de hacer esos test empezando por los colectivos que más lo necesitan por su grado de exposición al virus o por su vulnerabilidad. El objetivo no es hacer un test a cada ciudadano, sino a aquellos colectivos que presenten una exposición al virus o una vulnerabilidad, o buscar hacerlos en contextos donde haya sospechas de personas asintomáticas para identificarlas y aislarlas.
¿En Euskadi y Nafarroa se están haciendo test suficientes?
—Todas las comunidades están intentando hacer y gestionar esto lo mejor que pueden y con los medios que tienen a su disposición. En Euskadi hay una buena red de salud pública que está permitiendo a Osakidetza hacer test de manera seria, escalada y sostenida. Además, hay un ecosistema importante de investigación médica y biotecnología que está impulsando el desarrollo de nuevos métodos para testar la prevalencia del virus.
¿Cuándo empezaremos a ver resultados?
—Para ver resultados se necesita un tiempo. Cuando comparo los test que se hacen en España con los de otros países veo que estamos muy bien situados.
Todo apunta a que muchos pequeños comercios y bares y restaurante no van a levantar la persiana por esta crisis. ¿Deberá de hacerse un plan de choque específico?
—Este sector y el del turismo van a tener un impacto muy importante. Para todos ellos en esta primera fase se han arbitrado medidas que permiten a autónomos y empleados acogerse a las medidas que ha adoptado el Gobierno para absorber el impacto de la crisis, como los ERTE financiados con cargo a los presupuestos del Estado.
¿Algunos se quejan de que están tardando?
—Los autónomos ya están cobrando su prestación€ las medidas han tenido un reflejo claro con un paquete de medidas del Gobierno para ayudarles a atravesar este periodo. También sabemos que la crisis va a durar más tiempo y que va a afectar a sectores como el turismo y la hostelería tanto en España como en el resto del mundo. En el caso del turismo estamos trabajando un plan específico para este sector.
¿Está perdida la temporada turística en España, que atrae a las playas a muchos extranjeros?
—El turismo en España no es solo de sol y playa. Esto ha cambiado mucho en los últimos años y se ha diversificado mucho. Ese es el éxito de nuestro modelo turístico para convertirlo en un motor importante del al economía de España. Es difícil hacer previsiones en un momento en el que no tenemos ni remedio ni vacuna contra el covid-19. Mientras existan riesgos para la salud y la vida de las personas hemos de ser prudentes. La visión de turismo del futuro es una visión de turismo seguro y en eso estamos trabajando.
Entonces, este verano va a ser difícil poder ir a la playa.
—La playa forma parte del menú de desescalada previsto por el Gobierno, en cuanto a movimientos de españoles se refiere. Si se refiere a la apertura de las fronteras españolas para el turismo internacional, tenemos que ser prudentes. Queremos trabajarlo a nivel europeo porque los movimientos dentro de las fronteras de Europa necesitan unos protocolos comunes.
¿Cuándo se viajará de verdad?
—La vuelta a la situación anterior al coronavirus necesita una vacuna y un tratamiento y no tenemos ninguno de los dos.
¿La gestión del coronavirus está dañando la imagen exterior de España?
—El mayor coste para la imagen de España es la actitud irresponsable de una gran parte de la oposición de la derecha y la ultraderecha española. A diferencia de lo que ocurre en otros países, como en Portugal, la oposición debería hacer un examen de conciencia y ver cómo se está comportando la oposición política en Portugal; o la oposición laborista en Reino Unido. Esto es una cuestión de patriotismo, lo que significa que en momentos de crisis lo que tiene que primar es ayudar en la gestión de la crisis. Aquí algunos partidos de la oposición lo han entendido, pero la derecha y la ultraderecha actúan como si estuviéramos en campaña electoral.
¿Mete en ese saco al Gobierno Vasco?
—Hay algunos que se han comportado entendiendo que no era el momento de buscar el desgaste de la gestión del Gobierno. Algunos partidos no han jugado a ese juego y eso es muy importante porque de esta solo saldremos trabajando todos juntos, lo que no significa renunciar a la crítica, porque hay cosas que criticar, pero en su momento y forma.
La oposición acusa a Sánchez de actuar de un modo presidencialista, sin hablar con los partidos, como si le debieran acatamiento.
—Creo que es injusto. El presidente Sánchez y todos los ministros hemos estado en un modo de diálogo constante. El presidente lo ha hecho en un diálogo constante con las comunidades autónomas, igual que el ministro de Sanidad con sus homólogos. En lo que a mí respecta, también lo he hecho así, hablando con todos los partidos que tienen representación en el Parlamento Europeo.
Sánchez está gestionando con un mando único que decide y después informa a las comunidades.
—En una crisis se necesita un mando único, un mando central. Se necesita un lugar de donde emane un plan y una organización, lo que no significa que en un país descentralizado como es España la ejecución no sea descentralizada. De hecho la ejecución de la respuesta a la pandemia ha sido de cada una de las comunidades autónomas. Hay un mando central como en cualquier operación de crisis, en ningún episodio así, en ninguna parte, hay 17 mandos, hay un mando. Eso no significa ni recentralizar competencias ni negar el estado de las autonomías, que en España es muy descentralizado, lo cual es importante y bueno porque permite responder a las situaciones específicas.
El lehendakari no lo ve así y se lo ha dicho en repetidas ocasiones al presidente Sánchez. Asegura que no se le consulta y que las decisiones se las comunica 'a posteriori' y una vez anunciadas en el Telediario.
—Vivimos en una situación de excepcionalidad y en estos casos lo más importante es que todos intentemos hacerlo lo mejor posible. El Gobierno español no busca ni recentralizar ni cambiar el modelo autonómico, solo busca gestionar la pandemia. Eso requiere una estructura organizativa que le da una mayor visibilidad al Gobierno central, pero esto tiene que entenderse como una manera de responder a la situación excepcional de la pandemia. Esto no es muy diferente de cómo se está gestionando la crisis en países de nuestro entorno como Alemania y eso no es un obstáculo para que los presidentes autonómicos o en su caso el lehendakari Urkullu haga propuestas que sean al final las que se retienen o haga críticas cuando haya cosas que no le gusten.
¿Por qué debe ser la provincia y no la comunidad autónoma la unidad de actuación para gestionar la desescalada?
—Lo que se ha pretendido es ayudar a que las respuesta se adapte lo más posible a la especificidad local. Lo más cercano a eso es la provincia. La desescalada tiene dos características: es gradual, por fases, pero además es asimétrica, esto es, algunos lugares pueden ir más rápido que otros. Con este criterio provincial el Gobierno quiere permitir llevar adelante estos dos ingredientes buscando dotar a los territorios de la mayor capacidad posible para hacer la desescalada atendiendo la especificidad local.
¿No hubiera sido más eficaz que lo gestionarán las comunidades, que son las que tienen la competencia de sanidad sin perjuicio de un mando único?
—Eso se puede hacer. De hecho el plan de desescalada del Gobierno dice claramente que si hay territorios donde la información está más desagregada y en vez de ser por provincias es por municipios, no hay problema. Y también indica que si hay comunidades autónomas donde la información no está desagregada a nivel de provincias sino a nivel de comunidad autónoma, también se puede atender. El Gobierno ha dado flexibilidad a las comunidades autónomas a partir de la definición de la provincia como unidad, que es la que nos parece más adaptada a esa asimetría.
El lehendakari sopesa celebrar elecciones en julio. Tendría que firmar un decreto todavía con el estado de alarma en vigor. Si fuera así, ¿va el Gobierno español a poner algún impedimento?
—La convocatoria le corresponde al lehendakari Urkullu y en Galicia al presidente de la Xunta. Tenemos que ser respetuosos con las decisiones que tomen y creo que estarán guiadas a garantizar el ejercicio de derechos constitucionales sin poner en peligro la vida y la salud de las personas. Es una decisión difícil pero les corresponde a ellos tomarla o no.
"No veo riesgo de proteccionismo, creo que se va a dar una reconfiguración de cadenas de valor con una dimensión más regional"
"Los países de Europa no nos habíamos preparado para el impacto de una pandemia así. No habíamos pensado en disponer de los recursos"
"¿Ir a la playa este verano? Tenemos que ser prudentes. Vamos a trabajarlo a nivel europeo porque afecta a movimientos en fronteras"