- La paz ficticia en el Congreso ya es historia. La primera sesión de control al Gobierno desde el pasado 26 de febrero, y que coincidió con el primer mes de confinamiento de la ciudadanía, sirvió para que la derecha cargara con extrema dureza contra la gestión de la crisis sanitaria del Ejecutivo de Pedro Sánchez. El PP, además de rechazar la oferta de pacto del Gabinete de coalición para afrontar un escenario de reconstrucción, le culpó de la cifra de muertos por el coronavirus fruto, en palabras de Pablo Casado, de una "nefasta e ineficaz política" mientras tanto el presidente español como su vicepresidente Pablo Iglesias se afanaban en urgir a la "concordia". El choque frontal llegó al punto de que desde la formación de Génova como desde Vox acusaron al líder socialista de querer perpetuarse en el poder. El presidente de los populares aparcó la reedición de unos nuevos Pactos de la Moncloa y derivó el consenso a conversaciones "con luz y taquígrafos" en el Parlamento, pero en otros formatos de deliberación ya existentes, como la conferencia de presidentes, las reuniones del pacto de Toledo o la subcomisión del pacto educativo, y le retó a llevar a la Cámara baja reales decretos para ser sometidos a votación.
El discurso de Casado fue una enmienda a la totalidad a la actuación del Ejecutivo, insinuando que la voluntad de acordar de Sánchez es solo postureo. "Cuatro son los minutos que nos ha dedicado en 24 días. ¿Esto es la desescalada política?, ¿esto es el espíritu de pacto de corazón que nos ofrece?, ¿esta es la lealtad y unidad que nos impone con una mano, mientras con la otra suelta el dóberman clásico del PSOE?", cuestionó el presidente del PP, censurándole que "a usted solo le importa el poder y a nosotros solo nos importan los españoles; no es de fiar". Su portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo, fue más allá, y reprochó a Sánchez que "ustedes no son capaces ni de contar a los muertos. Por lo menos, ríndanles el homenaje póstumo de contarles por qué murieron". El lote popular lo completó el secretario general, Teodoro García Egea, quien dirigió su munición contra Iglesias afeándole que, a su juicio, busque "imponer su ideología por encima de la salud" desde un "Gobierno comunista", a lo que el líder de Unidas Podemos respondió volviendo a "tender la mano" para conseguir una entente que debería tener a la Constitución como guía. "Dejen de competir con Vox a ver quién dice la mayor barbaridad", replicó.
Desde Moncloa se trató de sortear la bronca sin entrar en la guerra dialéctica. "Créame si le digo de corazón que los fallecidos los siento como propios y tendrán su merecido reconocimiento una vez sea la victoria total", se comprometió el presidente, desbrozando que, con las medidas adoptadas, la tasa de contagios ha pasado del 35% al 3%, y con sucesivas llamadas al entendimiento "imprescindible" para salir de la peor crisis que puede atravesar el Estado español desde la Guerra Civil. "Ojalá nos encontremos en los próximos días", insistió. Casado no estuvo por la labor: "Por una vez sea humilde, póngase corbata negra como cuando quiso homenajear a las víctimas de la discoteca Bataclán en París y díganos cómo va a afrontar esta crisis", zanjó. Y añadió: "No nos meta en su teatro de guiñoles, cuando no sabe ni el guion ni los personajes. Solo tiene claro que todos debemos ser responsables de sus errores cuando caiga el telón". Es más, Casado reprochó a Sánchez haberse creído públicamente "el máximo representante de los españoles" y le precisó que esa posición pertenece a Felipe VI. "Usted no es el rey pese a que nos convoque a una ronda de consultas y por mucho que le ataque Iglesias y usted no le defienda".
Su agrio alegato lo completó Vox. La diputada de la formación ultra, Macarena Olona, acusó al Ejecutivo de "aprovechar la catástrofe nacional" para "imponer un régimen totalitario y comunista", que comparó con Venezuela. El partido de Abascal no quiso desperdiciar el eco mediático para que su diputado y médico Juan Luis Steegmann insistiese en cuestionar ante el ministro de Sanidad, Salvador Illa, las cifras oficiales "en este tanatorio en el que han convertido a España".
El debate concluyó tras una hora y media de duelos dialécticos perpetrados con el mismo patrón. Sánchez confió en que "muy pronto" los ciudadanos puedan recuperar "una nueva normalidad". "Porque nada va a ser igual hasta que no encontremos la vacuna. Y ojalá esa nueva normalidad fuera acompañada de una nueva forma de hacer política por la envergadura de la crisis económica y social", cerró.