BARCELONA - La figura del mediador en la mesa de diálogo ha recrudecido el divorcio independentista entre JxCat y ERC. Mientras los posconvergentes son partidarios de esta herramienta para supervisar los posibles acuerdos que se alcancen, los republicanos consideran que no es indispensable para certificarlos, mientras que desde el Gobierno español no hay intención alguna de nombrar una persona para semejante actividad. Horas después de la cumbre entre Quim Torra y Pedro Sánchez, el Parlament aprobó una moción con los votos a favor de las fuerzas secesionistas que planteaba que en la mesa tendría que haber un “mediador internacional” que “vele por el cumplimiento de los acuerdos”. De hecho, para el president esta premisa es “de obligado cumplimiento”. Pero Esquerra lanza balones fuera. Ayer mismo el presidente de la Cámara catalana, Roger Torrent, aseveró que “estaría bien” y “sería importante” que un mediador se sentase en la mesa de negociación, pero pidió que no sea “una condición sine qua non ni “un elemento inhabilitante”.
De inmediato reaccionó la diputada de JxCat en el Parlament y concejal en el Ayuntamiento de Barcelona, Elsa Artadi, interpelando desde Twitter directamente al dirigente republicano: “Es curioso, porque la semana pasada votaste a favor del mediador en el pleno del Parlament”. “Claro que el pleno también votó que Quim Torra es diputado...”, ironizó en tono acusatorio hacia Torrent, que dejó en suspenso el voto del jefe del Govern tras la orden de la Junta Electoral Central de retirarle el acta de diputado.
Esta divergencia llevó a ERC a considerar “irresponsable” que JxCat haya empezado su precampaña electoral cargando de nuevo contra la formación de Oriol Junqueras, advirtiendo de que “entrar en una espiral de reproches debilita al independentismo” en su conjunto, “que es lo que quiere el Estado”. Lo atestiguó su portavoz en el Parlament, Marta Vilalta, para quien “aunque algunos hayan activado ya el chip electoral, ERC no piensa tirar la toalla, y seguirá intentando llegar a las elecciones con un consenso mínimo entre las formaciones independentistas”. Eso sí, alejada de la apuesta por concentrar fuerzas en una sola lista que lleva años preconizando el mundo posconvergente. Para ERC, dicho consenso tendría que hacer posible “una estrategia compartida” para la siguiente legislatura, puesto que “es una irresponsabilidad” llegar a las urnas enfrascados en pugnas partidistas. “Esquerra tiene muy claro” quién es su adversario y “no se trata de otra formación independentista”, zanjó Vilalta, descartando un pacto de gobierno con el PSC, algo que ocurrió en la Diputación de Barcelona entre JxCat y los socialistas catalanes.