al filo de las nueve de la noche del martes, en la Casa dels Canonges, las dependencias del president junto al Palau de la Generalitat, se inició una reunión de un núcleo reducido de dirigentes de JxCat, convocados por Quim Torra, en la que iba a definirse de qué manera acabaría la legislatura. Además de Torra, a la reunión asistían el vicepresidente primero del Parlament, Josep Costa; la jefa de filas de JxCat en el Ayuntamiento de Barcelona, Elsa Artadi; el presidente del grupo parlamentario, Albert Batet; la consellera de la Presidencia, Meritxell Budó; el director general de Análisis y Prospectiva, Josep Rius; y, por videoconferencia, el expresident Carles Puigdemont.

En ese encuentro, horas antes de que el Govern se reuniera -estaba previsto que lo hiciera a las 09.30 de ayer- para aprobar el proyecto de Presupuestos para 2020, iban a resolver cómo responder a la decisión del presidente del Parlament, Roger Torrent, de dejar en suspenso el voto de Torra en la cámara, después de que la Junta Electoral Central ordenara retirarle el acta de diputado.

Según las diversas fuentes del espacio de JxCat consultadas por Efe para reconstruir estas horas clave, sobre la mesa había varios escenarios, algunos de ellos especialmente drásticos, como adelantar elecciones esta misma semana y dar por muertos los Presupuestos, o expulsar a los consellers de ERC del Govern, o remodelar el ejecutivo para desposeer a Pere Aragonès, líder de los republicanos, de sus actuales funciones de vicepresidente. Ya el lunes por la tarde en el Parlament, después del encontronazo público entre Torra y Torrent por la suspensión del voto del president, el jefe del Ejecutivo catalán se reunió de forma discreta con consellers, diputados y otros cargos de JxCat -también intervino a distancia Puigdemont- para tomar nota de sus opiniones. Según las fuentes consultadas, eran diversos los consellers de JxCat -incluido, por ejemplo, el titular de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet- y otros muchos cargos -entre ellos, Elsa Artadi- favorables a apartar a ERC del Govern por haber asumido la pérdida de la condición de diputado de Torra, lo que consideran una "deslealtad" intolerable por parte de un socio del Ejecutivo.

El martes, toda la atención estuvo centrada en las comparecencias en comisión parlamentaria de los exconsellers del 1-O presos, pero entre bastidores continuaban las conversaciones. Torra, desde el Palau de la Generalitat, pudo hablar con Puigdemont por teléfono para analizar la situación, entre otros contactos, y por la tarde conversó con los exconsellers presos.

Algunos de ellos, como Jordi Turull y Joaquim Forn, dejaron claro en sus comparecencias su disgusto por las escenas de confrontación entre JxCat y ERC vividas un día antes y pidieron unidad, lo que reforzó a los partidarios de evitar una remodelación del Govern. Se convino que Torra convocaría por la noche a aquel núcleo reducido de dirigentes que él considerara oportuno para perfilar la respuesta a ERC, y todos ellos se sentaron a hablar anoche en la Casa dels Canonges.

Fueron más de dos horas de conversación, en la que los presentes valoraron los pros y los contras de cada uno de los escenarios que se habían puesto sobre la mesa, desde fulminar a ERC del Govern hasta no tocar nada y esperar a que los Presupuestos hayan sido aprobados.

De nuevo, hubo unanimidad a la hora de expresar indignación con lo ocurrido el lunes en el Parlament, y algunas voces se mostraron favorables a echar a los consellers de ERC. Pese al enfado mayúsculo de Torra, con ERC en general y con Torrent en particular, el presidente de la Generalitat no defendió la idea de desprenderse de sus consellers republicanos. Torra argumentó, según las fuentes consultadas, que eso chocaría con su discurso favorable a la unidad del independentismo y apostó "por responsabilidad" por aprobar los Presupuestos de la Generalitat -ya pactados con los comunes- antes de adelantar las elecciones, teniendo en cuenta que las últimas cuentas aprobadas son de 2017. Sí reconoció, no obstante, que lo sucedido esta semana deja la legislatura sentenciada y sin más recorrido político, idea con la que inició ayer su declaración institucional en el Palau de la Generalitat y con la que Puigdemont estuvo de acuerdo.

No se optó, pues, por expulsar a ERC, ni tampoco por una remodelación más quirúrgica que habría pasado por retirar a Aragonès sus funciones de vicepresidente para atribuírselas a un conseller de JxCat, con vistas a un escenario de inhabilitación de Torra, en el cual tomaría el relevo provisionalmente el número dos del Ejecutivo.

En la noche del martes, tras tener claro lo que diría Torra al día siguiente, se avisó a los consellers de que la reunión del Govern se retrasaría hasta las 15.00 horas, y a las 12.00 el president pronunciaría una declaración institucional. Ayer por la mañana, Torra se reunió con los consellers de JxCat para comunicarles el anuncio que iba a realizar, una información que también transmitió al presidente del PDeCAT, David Bonvehí, y al propio vicepresidente Aragonès, con quien se reunió justo antes de su declaración. La tormenta política vivida en Catalunya en los últimos tres días se resuelve, pues, con una prórroga de unos meses más de una legislatura que el presidente catalán da ya por finiquitada y con un gobierno de coalición más desunido que nunca, aunque conjurado para aprobar, por lo menos, los primeros Presupuestos desde 2017, el año en que se celebró el referéndum unilateral del 1-O. -Efe