ya desde que Pedro Sánchez tejía acuerdos para asegurar su investidura y la posibilidad de lograrla estaba en el aire, los partidos de la derecha y sus medios afines se dedicaban a poner zancadillas y a pronosticar las trabas insalvables que plantearían los independentistas catalanes, se magnificaban las discrepancias de un par de barones socialistas y se mantenía la esperanza de que Sánchez se estrellase antes de llegar a la meta. Mantuvieron el tono agrio, altanero, propio de una derecha que siempre ha tenido un sentido patrimonial del poder y un pánico ancestral a perderlo. Cuando esa posibilidad se ha hecho realidad, la caverna se ha soltado la melena y truenan desastres pavorosos.

Estuvo acertado Iñaki Anasagasti allá por los 90 cuando definió como "brunete mediática" al entorno informativo que entonces se oponía con beligerancia al nacionalismo vasco. Más adelante, el término sería utilizado desde la izquierda para referirse a los medios afines al PP. Pues bien, cuando se ha certificado el apoyo de ERC a la investidura de Sánchez, la brunete mediática vomita pura bilis agotando el diccionario de sinónimos y arremete contra el frente popular con furia guerracivilista.

Seguramente el personal, afanado aún en compras navideñas aguantando colas y dejándose la extra en pescaderías, carnicerías, boutiques y jugueterías, no está para aguantar profecías apocalípticas y soporta la lluvia fina convertida en chaparrón. La mayoría no es consciente del enorme poder mediático de la derecha española, que anuncia el oscurecimiento del cielo y la tormenta de sangre del Apocalipsis. Como servicio a los lectores, quizá desconocedores de las intenciones y los intereses de los medios de comunicación que le interpelan, vaya esta puntualización de los que bombardean a la opinión pública y, lamentablemente, muchas veces crean opinión.

ABC es cabecera del Grupo Vocento, periódico monárquico, católico y ultraconservador. Su aportación estos días han sido editoriales y portadas de este pelo: "Día negro para la historia de España", "El peor Gobierno posible", "Un grupo de sectarios que pretende dinamitar la Constitución", "Un Gobierno social-comunista gracias a la cesión de Sánchez ante el chantaje de ERC"

La Razón, dirigido por el tertuliano televisivo Francisco Marhuenda, vomitaba contra el "Cinismo político" de "un Gobierno con el apoyo de las fuerzas enemigas de la Constitución, contrarias a la Monarquía e impulsoras de la disgregación de España".

El Mundo, dirigido por Francisco Rosell, criado y amamantado profesionalmente por Pedrojota, anunciaba que "Sánchez subasta España" apoyado "tanto en partidos separatistas como en los herederos de ETA" con el fin de crear "un engendro de Ejecutivo cuya prioridad es liquidar la soberanía nacional".

El Español, digital dirigido por Pedro José Ramírez in person, escupe que "Sánchez ha pactado con el PNV la práctica desaparición del Estado en el País Vasco avalando la salida de la Guardia Civil de Navarra", y deja caer la soflama: "De humillación en humillación ¿hasta el oprobio final?".

Libertad Digital tiene como opinador estrella al ínclito Federico Jiménez Losantos que, como suele, no se ha privado de babear veneno: "El 30 de diciembre pasará a la historia por ser un día negro en el que se destrozó el bienestar de los españoles", ya que "La Abogacía del Estado es el despacho de abogados del golpista Junqueras".

OK Diario, dirigido por el omnipresente tertuliano Eduardo Inda, berrea excesos como que "Sánchez ha entregado la Abogacía del Estado a quienes quieren acabar con el Estado", los mismos que "han manchado de oprobio una institución antaño venerable y hoy fracturada por las ansias de poder de un jefe de Ejecutivo capaz de demoler todos los muros de contención del Estado de Derecho, un Gobierno social-comunista". Ahí queda eso.

Y conste que todos estos regüeldos se refieren solo a prensa escrita, sin tener en cuenta las cadenas televisivas, las radios y las vomitonas de las redes sociales.

A estos espeluznante presagios se han unido, ya por su cuenta, zombies y buscones modelo Rosa Díez, que no se explica que los socialistas de bien no lapiden a ese futuro Gobierno "bolivariano y proetarra", o el tal concejal cacereño Teófilo Amores, ex de Vox, que proclama furibundo: "El gran felón merece la horca. Quisiera verlo como a Mussolini, muerto y colgado por los pies".

Amigos lectores, esto no ha hecho más que empezar. Van a caer chuzos de punta. Pongámonos a cubierto el ánimo, porque lloverá azufre y fuego sobre nuestras cabezas progresistas.