Donostia - En el arranque del curso político durante el Consejo de Gobierno de Miramar, el lehendakari no se pudo abstraer de la situación de bloqueo que se vive en el Estado, donde la ausencia de una investidura y el riesgo de repetición electoral el 10 de noviembre pueden complicar la negociación presupuestaria en Euskadi y, en todo caso, con total seguridad está paralizando la negociación de las transferencias pendientes y complica los plazos de ejecución del TAV. Además, si hubiera elecciones, la actividad en el Parlamento Vasco quedaría suspendida durante la campaña y el lehendakari vislumbra el riesgo de que haya cierta parálisis. Iñigo Urkullu avisó de que una repetición electoral no es la solución y pidió un acuerdo, ya sea de coalición o de legislatura o con apoyos puntuales que permita de una vez que se ponga en marcha un Gobierno español con plenas funciones. “La ciudadanía ya se expresó y cada uno debe ser consecuente con las responsabilidades asumidas”, dijo, para demandar “un Gobierno que gobierne” con carácter de “urgencia”.
Urkullu recordó que el periodo de interinidad y Gobierno en funciones está siendo ya demasiado largo, desde las elecciones de abril. Si las elecciones se repitieran en noviembre, Urkullu dijo que esto “va a seguir prolongando el tiempo de no gobierno” y afecta a la agenda vasca. Además, confirmó que no ha tenido comunicación con Sánchez al margen de la llamada de cortesía tras las elecciones del 28 de abril y de la fallida votación de investidura.
Urkullu insistió en la “relevancia y la urgencia” de que haya cuanto antes un interlocutor estable y en pleno ejercicio de sus funciones en Madrid. En concreto, le preocupa lo que pueda pasar con el cumplimiento del plan de transferencias pendientes, las inversiones previstas en materia de infraestructuras y muy en especial del TAV, y los retrasos que se pueden experimentar a la hora de abordar su propuesta Share para la acogida compartida de los migrantes y refugiados. También quiere tratar con el Gobierno español los asuntos referidos a la convivencia en general. Nada de todo esto se puede abordar con un gobierno en funciones, que tiene limitadas sus atribuciones. En el caso de repetirse las elecciones, no habría un nuevo gobierno español, como mínimo, hasta enero del próximo año. Para entonces, el calendario de transferencias habrá quedado totalmente superado en sus plazos.
adelanto El lehendakari recalcó que llamar otra vez a las urnas no es la solución, que la ciudadanía ya se ha pronunciado y que nadie debería esperar un vuelco que solucione el bloqueo político. No quiso, no obstante, entrar en especulaciones sobre la forma en la que una repetición de las generales pueda afectar o complicar la negociación de las Cuentas vascas. Es una posibilidad que apuntó hace poco el líder de Podemos Euskadi, Lander Martínez. Urkullu sí admitió algo evidente: si hubiera elecciones el 10 de noviembre, la actividad en el Parlamento Vasco quedaría suspendida durante la campaña electoral. Eso supondría acumular aún más retrasos. Toda esta coctelera, unida al futuro de las Cuentas y la evolución del Brexit o la guerra comercial entre Estados Unidos y China, acaparan la atención del lehendakari y serán elementos a tener en cuenta para decidir la fecha de las elecciones autonómicas. El lehendakari no quiere que el tramo final de la legislatura, que en principio será de un año hasta otoño de 2020, se convierta en una sucesión de periodos de inactividad por las elecciones generales, de momentos de bloqueo por la pugna preelectoral, y de ausencia de avances. No obstante, la idea sigue siendo agotar los plazos. Como pronto, el adelanto se decretaría para los primeros meses del año que viene. - M. Vázquez