La izquierda tiene la responsabilidad de no llevar al electorado a las urnas y también de evitar un vuelco hacia la derecha, que sumaría mayoría, eso sí, no absoluta, en caso de expandir el experimento de Navarra Suma al conjunto del Estado español si se hiciera una simulación de los resultados que las urnas depararon el 28A. Por ahora no es más que una iniciativa personal de Pablo Casado que choca con las intenciones de Albert Rivera pero, extrapolando esta hipótesis, PP y Ciudadanos sumarían 140 escaños, 17 más que los que ostenta el PSOE de Pedro Sánchez, que además perdería siete de sus 123 asientos en el Congreso, lo que situaría a esta especie de coalición en condiciones de presionar como fuerza predominante de igual modo al que lo está haciendo ahora el líder socialista antes y después de su fallida investidura. Es más, si a la formación de Génova 13 y la marca naranja se uniera Vox, el denominado trifachito alcanzaría los 162 diputados, según la proyección realizada por eldiario.es, en la que además Unidas Podemos cedería cuatro de sus 42 escaños. Es decir, el binomio progresista hubiese necesitado a PNV, ERC, Compromís y PRC para lograr mayoría absoluta y a alguna de las fuerzas nacionalistas para superar al polo de las derechas.
Varios dirigentes del PP y la prensa conservadora de Madrid apuestan por la conformación de una alianza con C’s similar a la que en Navarra ganó las autonómicas aunque no le haya servido para regresar al Gobierno foral, en virtud del acuerdo de PSN, Geroa Bai, Podemos e I-E para aupar a la presidencia a la socialista María Chivite con la abstención de EH Bildu. Un sumatorio, el de UPN, Ciudadanos y PP, que sí les ha valido para recuperar el Ayuntamiento de Iruñea. “O Casado o Rivera lo comprenden, o no se pelearán por la presidencia del Gobierno sino otra vez por el liderazgo de la oposición”, deslizan desde la sede popular aunque ello supusiera renunciar a las siglas. Fue el propio líder del PP quien sugirió esta aventura para tener mayoría en el Senado, donde se deciden asuntos de relevancia como la aplicación del artículo 155 o la capacidad del bloqueo del techo de gasto. En los pasados comicios no ocurrió y la ley electoral jugó a favor del PSOE. Ocurre que los dos partidos tienen dos liderazgos fuertes que compiten entre sí. El PP lidera una organización territorial que está muy asentada como para comenzar un proceso semejante y Ciudadanos tiene claro que quiere ser la alternativa a Sánchez y eso pasa por encabezarla, algo que da por hecho, como tras el debate de investidura, aunque posea nueve escaños menos que los populares.
La configuración de España Suma, que tiene en vilo a las formaciones soberanistas, que por ello instan a las dos principales fuerzas de izquierda a que espabilen y apremien para configurar un Ejecutivo que evite nuevas elecciones en noviembre, arrastra asimismo la rémora del calendario: Sánchez e Iglesias tienen hasta el próximo 23 de septiembre para ponerse de acuerdo; y el tiempo para PP y Ciudadanos en caso de retornar a las urnas sería muy limitado como para consumar una negociación. Pero es que el deseo de Casado no es el de Rivera. De hecho, el líder de C’s se negó precisamente a hacerse una fotografía conjunta con el presidente del PP y con el regionalista Javier Esparza en la reunión que estos dos últimos mantuvieron en Madrid hace escasas semanas pese a que los tres dirigentes iban a firmar el mismo documento constitucionalista en “defensa de la unidad de España, de las instituciones navarras” y “contra el anexionismo de los nacionalistas vascos”. “Si vamos dispersos a las urnas la economía se volverá a dispersar y el Estado social se fragmentará. Si vamos unidos tendremos los escaños suficientes para gobernar”, argumenta Casado.
rivera prefiere el ‘sorpasso’ Pero Ciudadanos no tiene gana alguna de exportar el modelo. Ni con anticipo electoral a nivel estatal ni en unas más que posibles elecciones catalanas adelantadas, cuando a la vuelta de verano salga del Tribunal Supremo la sentencia del procés y Quim Torra se siente en el banquillo, una vez procesado por desobediencia. “Es una alianza que hemos hecho en Navarra que ha resultado bien pero de momento no es una fórmula que tengamos pensado exportar a ningún sitio”, sostienen. “Haremos una oposición firme, seria y responsable, con sentido de Estado”, aseveran, en un empeño en hacerse visibles y tratar de conseguir el sorpasso al PP por la vía de la iniciativa y la presencia poderosa en las instituciones. “Son un partido en caída y nosotros solo subimos en cada cita electoral”, repiten desde la marca naranja, aunque el último CIS intuye un retroceso.
Según la proyección de los resultados del 28A, la alianza PP-C’s, dando por hecho que la suma de los dos partidos lograra el mismo número de votos que recibieron por separado, apenas rascaría los 162 escaños -Vox obtendría dos menos que los actuales-, que si bien son más que los que amarraría la suma de la izquierda de PSOE y Unidas Podemos (154), tendría prácticamente imposible gobernar a no ser que obtuviera el respaldo de las fuerzas nacionalistas e independentistas de las que tanto abominan. Para atrapar la mayoría absoluta de 176 diputados que garantizaría una investidura en primera votación, España Suma necesitaría además de a la ultraderecha, al PNV (6), Junts per Catalunya (7) y Coalición Canaria (2), una alianza impensable por los vetos cruzados entre las derechas y las fuerzas soberanistas.
En cuanto a la izquierda, PSOE y Unidas Podemos requerirían, en su caso, a PNV (6), ERC (14), Compromís (2) y PRC (1). Las fuerzas progresistas y nacionalistas podrían impedir igualmente que la derecha se hiciera con el Gobierno en segunda votación. A la izquierda le bastaría el apoyo de los jeltzales y de JxCat (167) o ERC (174) para sumar más síes que votos en contra. Lo que sí permitiría probablemente la suma de PP y Ciudadanos sería que la coalición lograra mayoría absoluta en el Senado, si bien es imposible realizar una simulación dado que el sistema de elección es distinto al del Congreso, al tener listas abiertas. Con todo, el control de la Cámara Alta hubiera dado a las derechas un poder relativo, ya que se trata de una institución de segunda lectura que tiene un efecto limitado. Ahora bien, visto el movimiento en comunidades como Madrid, Andalucía, Murcia o Castilla y León, todo es posible en la quiniela de los tres tenores de la derecha.