barcelona - La negativa de Quim Torra a un adelanto electoral en Catalunya una vez haya sentencia del Tribunal Supremo por la causa del procés acrecienta aún más las diferencias dentro del independentismo. Después de que ERC y JxCat chocaran la pasada semana porque los posconvergentes otorgaron el gobierno de la Diputación de Barcelona al PSC, los republicanos afearon ayer las declaraciones del president indicando que “aunque la potestad de llamar a las urnas es suya, estaría bien debatir y compartir la decisión de cuándo tocan estas elecciones en aras de que haya una unidad estratégica”. El primero en responder al exjefe del Govern fue el exportavoz en el Congreso, Joan Tardà, y seguidamente fue la portavoz de la formación de Oriol Junqueras, Marta Vilalta, quien consideró que esa debe ser “una decisión compartida”. En el otro bando, el portavoz adjunto de JxCat en el Parlament, Eduard Pujol, precisó que el “único que tiene la potestad de convocar elecciones” es el president, pero que es un asunto lo suficientemente trascendente como para ser debatido en las filas soberanistas. “Que todo el mundo pueda opinar libremente”.
La situación política de JxCat no invita desde luego a pasar por las urnas después de sus resultados en las municipales. Todo lo contrario le ocurre a ERC, a quien la última encuesta de El Periódico de Catalunya le augura un ascenso y el liderazgo dentro del secesionismo, al margen de un notable repunte de los socialistas en perjuicio de Ciutadans, y el descenso del partido de Carles Puigdemont. De hecho, aunque quedaría refrendada con una mayor ventaja la mayoría absoluta independentista en una horquilla de 71 a 74 escaños -ahora tienen 70-, los republicanos vencerían con entre 40 y 41 diputados, mientras que el PSC pasaría de cuarta a segunda fuerza con entre 28 y 29 asientos, mientras que JxCat se atoraría en los 24-25 y C’s pasaría de la primera posición a la cuarta con 22-3. Los comunes se mantendrían en los 8-9, el PP retrocedería hasta los 3 y la CUP doblaría al saltar de 4 a entre 7-8, recogiendo parte del voto prestado que el 21-D posterior al referéndum fue a parar al zurrón de Puigdemont.
“Cuando haya que dar una respuesta, si tiene que pasar por unas elecciones o por otras cosas, nos gustaría compartir la información y tomar decisiones consensuadas”, recalcó Vilalta, que mantuvo los reproches a los neoconvergentes por la jugada en el ente supramunicipal barcelonés. Insistiendo en que supone “un antes y un después” en sus relaciones. Eso sí, no se quiso pronunciar sobre si la confianza entre ERC y JxCat, socios de Govern, ha quedado tocada hasta el punto de que la legislatura tendría que acabar, dejando la pelota en el tejado de la portavoz del Ejecutivo de Torra, Meritxell Budó, para que dé hoy explicaciones. ERC mantiene que el pacto JxCat-PSC es una “oportunidad perdida” para reconstruir la unidad independentista y trazar una hoja de ruta común hacia una república catalana, pero mantiene el deseo de volver a una escenario de confianza con JxCat. Vilalta cree que al PSC le salió bien la partida porque su único objetivo era “dividir al independentismo”.
Eduard Pujol (JxCat) apeló a la “responsabilidad” de los diferentes actores ante el “decisivo horizonte” que fija la sentencia del juicio del 1-O. Un futuro a corto plazo en el que no habrá adelanto electoral, insisten desde el espacio posconvergente. El dirigente de JxCat trató de rebajar las cada día más aireadas desavenencias entre las dos formaciones punteras del soberanismo. “Seguramente todas las partes que tiran adelante la maquina del procés han cometido errores y han hecho lecturas equivocadas”, admitió, pero hay “herramientas de diálogo fluido” con ERC para “rehacer lo que ha quedado tocado”.