Gasteiz - Recién atado el pacto entre PNV y EH Bildu para que los jeltzales gobiernen en Labastida y Laguardia, donde el PP ganó en las elecciones municipales, ayer el líder de los conservadores vascos, Alfonso Alonso, tanteaba al lehendakari Urkullu para testar las posibilidades de seguir haciendo valer sus nueve escaños en el Parlamento Vasco como en la primera mitad de la legislatura. Entonces hizo posible la aprobación de los Presupuestos del Gobierno de PNV y PSE y pactó a cambio una reforma fiscal, que ayer en el pleno de control le sirvió a Alonso para explorar el terreno postelectoral. Urkullu puso en valor aquella modificación de impuestos y dijo suponer que jeltzales y PSE se guiarán en la próxima reforma, prevista para el año que viene, por los mismos criterios que inspiraron la que ahora está en vigor.
El presidente del PP en el País Vasco le había preguntado por las intenciones del PNV en materia fisAlonso se dirige al lehendakari Urkullu durante el pleno de ayercal y le planteó una cuestión que derivaba el debate a su verdadero núcleo. “¿Usted cree que yo podría compartir la política presupuestaria sin compartir la política fiscal?”, le advertía Alonso al lehendakari.
El líder conservador, pese al acuerdo en las dos localidades riojano alavesas, dijo no estar “muy cabreado”, pero “no porque ustedes no intenten que, efectivamente, estemos muy cabreados”. Alonso acusó a Urkullu de tratar de desvincularse de las decisiones de Sabin Etxea, después de que el portavoz del ejecutivo, Josu Erkoreka, pidiera deslindar los debates municipal y presupuestario, y acusó al PNV de ser “una fuerza política acaparadora del poder”. “Este año -prosiguió- querían negociar con nosotros porque el año pasado les salió mal con Bildu, y si negocian con Bildu, entonces la reforma fiscal será subir impuestos, y si negociaran con el PP, será bajar impuestos”.
Urkullu, por su parte, ponía en valor una reforma que “ofrece resultados positivos”, pues “en cada ejercicio se han superado los niveles de recaudación del año anterior”.
El lehendakari trataba así de limar asperezas con un PP que se siente dolido por lo ocurrido en Álava, pero a su vez abría el abanico de la negociación a todas las formaciones. Así, invitaba a Elkarrekin Podemos a negociar las Cuentas, después de que su portavoz, Lander Martínez, cuestionara las directricesdel Gobierno. “Las puertas están abiertas”, garantizaba Urkullu.