vitoria ? Que estamos ante una campaña totalmente insólita estaba claro desde antes de que arrancara. La concatenación de dos elecciones, que obligaba a casi tres meses metidos en faena, con la Semana Santa (sus procesiones y sus vacaciones) en medio, con el Aberri Eguna en Euskadi, con el deplorable juego que se traen las tres derechas... ya auguraban cierto esperpento.
Ayer fue sin duda un día de campaña atípico. En España, porque los líderes de los grandes partidos ?a excepción de Pablo Casado? renunciaron a salir públicamente a hacer campaña en la jornada tradicionalmente más jugosa y en la que los partidos se suelen volcar, como es el domingo anterior a las elecciones. Más que renunciar, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias decidieron dedicar el fin de semana a “preparar” los debates, cuyo primer acto se celebrará esta noche. ¿Tanto hay que preparar? Si hacen esto para un debate, es posible imaginar al que vaya a ser el próximo presidente encerrado en su casa con su gobierno durante una semana ante, pongamos por caso, una cita trascendental sobre el futuro del euro, las pensiones o... Catalunya, que dicen que es el problema más grave de España.
En esos debates se hablará, sin duda, mucho de Catalunya. Poco de lo que quieren y necesitan los catalanes. Es de temer que nada de Euskadi. Por eso hablaron ayer catalanes y vascos. Unos, por ejemplo (Jordi Sànchez, Oriol Junqueras y Raül Romeva), participaron en actos de sus partidos nada menos que intramuros de la prisión de Soto del Real, una prueba más que evidente de la anormalidad de esta campaña, pero también un símbolo de lo mucho que se juega en estos comicios. Otros, en Euskadi, lo hicieron durante la celebración del Aberri Eguna, donde, como también es ya tradición, exhibieron modelos distintos de caminar hacia la soberanía. La patria vasca entraba así, de forma un tanto forzada, en campaña. La otra, la patria española, no ha salido de ella y no lo hará ni cuando termine. Las derechas tienen muy claro cuál es la única manera de movilizar al electorado, tanto al más o menos convencido ?aunque dude entre las tres copias? como a ese tan numeroso de indecisos que aventuran los sondeos: más España, más patria española, más bandera rojigualda, menos autogobiernos, menos competencias. Unidad de destino.
Sin embargo, en un día como el de ayer se permitieron afear la reivindicación de Euskadi como nación. Curiosamente, tanto Alfonso Alonso (PP) como Lander Martínez (Elkarrekin Podemos) proclamaron con argumentos casi idénticos que no creen en la patria “de los nacionalistas” o “del PNV”, a la que consideran “excluyente” y que crea “ciudadanos de segunda”. Como se sabe, los nacionalistas siempre son los otros, la verdadera patria es la de uno y el buen patriota o el buen patriotismo es el que uno practica.
En este Aberri Eguna electoral ?como se ve, tanto para los que lo celebraron como para los que no? el PNV hizo, como cabía esperar, una defensa a ultranza del autogobierno, hasta el punto de que Andoni Ortuzar advirtió de que esto “no se toca” y de que si se quiebra el pacto estatutario “recibirá la contundente respuesta” tanto del PNV como de la ciudadanía vasca. Es lógica la contundencia del mensaje del líder jeltzale porque, en efecto, el autogobierno está en riesgo, porque así lo proclaman de una u otra forma y con mayor o menor crudeza PP, Ciudadanos y Vox, que juegan a ver quién es el más radical. Así que Ortuzar quiso dejar claro que la participación del PNV en las instituciones del Estado estará ligada directamente al respeto a la soberanía nacional vasca y que quien quiera la implicación jeltzale en la política española deberá arremangarse y garantizar el respeto al autogobierno y su actualización, tendrá que hablar del modelo territorial, de la plurinacionalidad, del reconocimiento nacional de Euskadi y de la bilateralidad. Esa es, a día de hoy, la demanda: la agenda vasca jeltzale.
Por su parte, Arnaldo Otegi, líder de EH Bildu aunque no puede presentarse como candidato, llamó a los independentistas de izquierda de todo el Estado a conseguir “un millón de votos” para “hacer frente a la derecha” y reivindicó su visión de las patrias cohesionadas frente a las de visión “supremacista” ?los supremacistas también son siempre los otros? ligadas a “los derechos sociales y los intereses de la gente”. Otro tipo de agenda: un millón de votos frente a un censo de 34 millones y medio.
¿Responderán los candidatos a estos asuntos en los debates de mañana y pasado? Es esperable que no. Para eso llevan tanto tiempo preparándolo. Lo que seguramente sí deberán hacer es plantear su modelo de patria, tan plural, tan abierta.
Por lo publicado y lo dicho, Pedro Sánchez, en cualquier caso, deberá responder a dos cuestiones clave, que de manera recurrente le plantearán desde la derecha y desde la izquierda. Por un lado, si garantizará que no va a pactar con el independentismo que quiere “romper España” y que no habrá indultos para los presos catalanes. Es la gran obsesión de PP y Ciudadanos. Por otro, si se compromete a no pactar con Ciudadanos, la obsesión de Unidas Podemos.
De este envite, Pedro Sánchez puede salir trasquilado o puede consolidar la posición dominante que le auguran todos los sondeos en estas elecciones en las que el bipartidismo ya es solo un recuerdo. Aunque, en realidad, las tres derechas no son ni un puñado de votos más que los que recogía el PP en solitario, cuando los conservadores escondían en su seno el extremismo del que ahora hacen gala. Hagan sus apuestas. l