madrid - El primer debate electoral de la campaña del 28-A comenzará hoy a las 22.00 horas y el segundo, justo un día después. Los principales candidatos y sus equipos trabajaban ayer a destajo para anticipar las ventajas y sobre todo las trampas de un formato inédito.

Dos debates en días seguidos o un debate a doble vuelta, la terminología casi es lo de menos. Pablo Casado (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Unidas Podemos) y Albert Rivera (Ciudadanos) se enfrentarán hoy a la presión política, social y mediática que despiertan estos eventos retransmitidos en prime time. Y volverán a enfrentarse 24 horas después, sin margen para el descanso.

Lo harán en la campaña más incierta por la llegada estrepitosa del ausente (Vox) y porque ahí fuera sobresale una realidad: la indecisión, que el CIS cifró hace dos semanas en el 41,6%. Si a esto se le añade que más del 62% de la ciudadanía sigue la campaña fundamentalmente a través de la televisión (dato del Centro de Investigaciones Sociológicas de este mes de abril), los debates de hoy y mañana son material volcánico para las candidaturas. Encima será difícil medir la incidencia de los debates porque el martes (cinco días antes de la jornada de los comicios) entrará en vigor la prohibición de publicar encuestas en los medios de comunicación, según la Ley Electoral.

un poco de historia El profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Pablo Simón destaca la inexistencia de precedentes de dos debates electorales en días seguidos tanto en España como fuera del país, así que los expertos no tienen pasado al que agarrarse. La irrupción del debate en una campaña española es un fenómeno reciente porque el recorrido empieza en 1993 con el doble cara a cara entre Felipe González y José María Aznar.

Tuvieron que pasar 15 años y tres elecciones generales (1996, 2000 y 2004) para volver a ver un duelo así, entonces entre Mariano Rajoy (PP) y José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), formato que se ha repetido hasta 2016. La campaña de los comicios de ese año estrenó el formato a cuatro en un debate entre principales candidatos, pero sólo hubo uno.

Así que la carrera electoral de 2019 es atípica por muchas cosas, y no sólo porque la Semana Santa haya pillado en medio o por el auge de Vox, sino porque además albergará dos debates a cuatro en 24 horas.

algunas ventajas El profesor de la Universidad Complutense Rafael Rubio menciona dos probables virtudes: que el primero servirá de “entrenamiento” para el segundo, por lo que si un candidato comete un error, tiene en el siguiente la oportunidad de rehacerse; y que después del martes seguirá habiendo campaña. Pero precisamente en la estrecha secuencia de los debates aparece ya una trampa: las estrategias estarán condicionadas por el miedo a la equivocación en el primero. Simón subraya que el de hoy “marcará el tono y las expectativas de los candidatos”, en lo que coincide Rubio, quien por ello vaticina que el de RTVE será “más convencional”, aunque con mayor audiencia, y el de Atresmedia “más propicio para la sorpresa”.

las trampas Del mismo modo que un segundo debate tan pegado al anterior permite restablecer un error, puede también condicionar en exceso a quien lo cometa. Rubio advierte de este riesgo, y avisa que en él influirá un componente meramente personal: “el descanso”. Será tanta la presión que las opciones de “meteduras de pata” no son pocas.

Importa la experiencia, y aquí un candidato anda bisoño. Aunque Pablo Casado se ha curtido en decenas de entrevistas en televisión, no ha pasado por el trago de un debate a cuatro en el que se juega ni más ni menos que la Presidencia del Gobierno. Los demás, sí. Por ello, Simón recalca una máxima: “Los errores se pagan más caros que las recompensas de los aciertos”.

Ahora bien, como ocurre en cualquier competición o prueba, arriesga más quien más tiene que ganar, y en esa tesitura, dice el politólogo, se encuentran Casado, Rivera e Iglesias. Por el lado de la contención avanza Sánchez, toda vez que los sondeos le colocan en la victoria.

los ‘postdebate’ Hay tanto juego y en un tablero tan inestable que los dos debates sin duda influirán en la campaña y probablemente en el resultado que den las urnas. Rubio indica que tras las dos apariciones de los candidatos en televisión podría moverse el voto un 3%-4%, y eso, en un escenario como el actual, puede cristalizar en una mayoría de PP, Cs y Vox o en una de PSOE y Unidas Podemos, sin más apoyos.

Simón, por su parte, aboga por no medir el efecto del debate en quién gana o quién pierde, sino en quién consigue arrastrar “un clima de percepción” más favorable. “En 1993 Aznar ganó a González, pero se creó una movilización del votante socialista por el miedo a ver a la derecha en el poder”, rememora.

Qué determinará una atmósfera más o menos propicia será “la efectividad del mensaje”, señala el profesor. Fundamental resultará “no enredarse en las trampas de los adversarios” y estar a la altura de la “expectativa”. No es poca cosa, pero, claro, lo que está en juego es la Presidencia del Gobierno.