Resulta curioso que vayan a ser los que tienen una cabra como mascota los que hayan dicho que no, que prefieren que no contar con la presencia de Abascal, Casado y Rivera en su procesión de Semana Santa. Que ellos se bastan y se sobran solos para dar espectáculo y no necesitan figurantes ocasionales. La Legión se ha salido por la tangente en una campaña que promete ser chusca y plena de falta de rigor, donde Euskadi se presenta como fiordo noruego al que llegan los bárbaros en busca y captura del mejor botín.

El viernes, Pablo Casado recaló en Gasteiz, en busca de ese amor (sus palabras son “reenamorar a los ciudadanos con el PP”) que conecte de nuevo a su candidato por Araba, Javier Maroto, con el votante medio abandonado por mejores proyectos en Madrid. Ello, pese a llevar el exalcalde, decía previa huida a la capital del reino, tatuado a Vitoria en el corazón. Pero el candidato vuelve al hogar sin su famosa pulserita en la muñeca en favor de la ciudad y se las ve y se las desea, ahora, para tratar de convencer aquí lo que su presidente ensucia verbalmente en cuanto pasa la frontera del Ebro en Miranda: el Concierto Económico, las transferencias o la Ertzaintza, como principio. Veremos que añadimos cuando acabe la campaña.

Una dualidad en el discurso que, en cambio, no sufren sus íntimos amigos (o enemigos), Ciudadanos y Vox, que, aunque gobiernen juntos y mezclados en la conquistada Andalucía, muestran que no es lo mismo apoyarse que quererse. Y que da igual catalanes que vascos.

Así, mientras el PP, por aquello de Catalunya, debe decir fuera de Euskadi que todo lo que rodea al nacionalismo es veneno puro de los Borgia, aquí convive con el donde dije digo, digo Diego. Y claro, el nacionalismo del PNV, malo, malo; el nacionalismo de Otegi (que no de EH Bildu), peor que malo. Pero el Estatuto de Autonomía vasco, bueno y requetebueno, sobre todo porque está en una Constitución defendida de palabra, pero modulada de pensamiento, obra y omisión. Queda mucha (o poca) campaña electoral por delante. Veremos cómo reaccionan y secundan o no Partido Popular y Ciudadanos al discurso de la ultraderecha que representa Vox. Porque igual va a ser verdad aquello de que la cabra siempre tira al monte y todo acaba en lo mismo. Aunque sea la de la Legión. La cabra, digo.