Bilbao - ¿Cómo valoran la participación en las consultas que han organizado hasta la fecha?

-Hasta ahora, el debate se ha quedado muchas veces en cuál es el porcentaje de participación. Hemos sido capaces de hacer consultas en 203 municipios, un área donde viven 900.000 personas de las que han participado 190.000, es decir, el 22,81%. ¿Eso es mucho o poco? Nuestra valoración es que nos comparan con las instituciones, y para nosotros es un honor, pero no somos instituciones. No tenemos los recursos humanos, técnicos, informáticos, ni los millones que se utilizan para celebrar unas elecciones. Pero, aún y todo, está participando uno de cada cuatro o uno de cada cinco ciudadanos.

Priman, por tanto, el hecho de implantar el derecho a decidir por encima de la cuestión aritmética.

-Estamos demostrando que somos capaces de discutir y acordar sobre cualquier cosa sin enfadarnos. Somos capaces de acordar preguntas y de decidir. Estamos haciendo una transición a la racionalidad de un tema que era visceral, que no sabíamos cómo gestionar. Estamos conquistando lo que en sociedades que han profundizado más en valores democráticos es lo normal. Cuanto más profundice una sociedad en una democracia será mucho más sana, cohesionada y adulta. Lo que crispa y divide a la sociedad es la falta de valores democráticos y de respeto.

El resultado de las consultas ha respaldado de forma muy amplia la autodeterminación.

-Nuestras consultas son un ensayo, lo que no quiere decir que sean el reflejo total de la sociedad. Cuando se realice un referéndum vinculante veremos que los resultados no serán estos porque este tema nos incumbe a la ciudadanía vasca en general. Y cuando se han realizado consultas de este tipo en Escocia o Catalunya la participación ha sido histórica.

¿Qué peso tienen Nafarroa e Iparralde en su agenda?

-Surgimos para crear una sintonía a nivel de todo el país y profundizar en la democracia en el conjunto. Pero claro, los ritmos son totalmente diferentes, las fuerzas son diferentes, y Gure Esku Dago no fuerza nada, sino que se adapta a las realidades de cada sitio. Lo más importante es que existe una misma sintonía con la que se va a empezar a visualizar en un futuro no muy lejano, en 2019, que si en este país tenemos que abrir un nuevo ciclo se tiene que sustentar sobre la voluntad de la ciudadanía, sobre una base democrática. Adquiriendo una nueva cultura política y unos valores democráticos mucho más enraizados.

¿Cómo está influyendo el proceso soberanista de Catalunya?

-Si algo nos han enseñado los catalanes es que esto no es un sprint, es una maratón. Hay momentos de ebullición y otros en los que la presión baja. Pero también nos han enseñado la capacidad que tiene la sociedad para poder influir en su futuro cuando pasa de ser observadora a ser protagonista.

La cadena humana del día 10 tendrá un ‘kilómetro catalán’.

-Esta movilización va a tener de especial que va a ser colectiva. Sobre la base democrática de la decisión van a aflorar diferentes reivindicaciones, una es la catalana, pero en los últimos meses se han dado en este país las mayores movilizaciones en décadas, quizás históricas: los jubilados, las mujeres, sobre el caso Altsasu...

¿Cómo van a confluir estas movilizaciones ciudadanas?

-No tenemos ninguna duda de que en la base de todas esas reivindicaciones está lo mismo, que es la decisión, quién decide por nosotros, por nuestro cuerpo, por nuestras jubilaciones, dónde se decide. Cuanto más lejos estén de nosotros esas decisiones, ¿es más positivo o más negativo? Nuestro objetivo es acumular todas esas reivindicaciones porque comparten una base.

En noviembre darán un salto cualitativo con la celebración de una consulta en Donostia. ¿Le seguirán Bilbao y Gasteiz?

-Dijimos que el ciclo de las consultas terminaría este año, así que ya se valorará. Si algo tiene Gure Esku Dago es esa nueva cultura política que va desde abajo hacia arriba, no hay un órgano superior que diga lo que se va a hacer. Si hay voluntad, se pone el proceso en marcha, y el 10 de junio nos va a ayudar a comprobar si la hay o no. Si las capitales o muchos pueblos en los que antes no influyó la cadena son una ebullición, ya veremos lo que puede acarrear. La organización hoy en día es histórica, nunca ha habido tantos grupos de trabajo ni tanta participación.