iruñea - La familia de Joxe Miguel Etxeberria, Naparra, secuestrado y asesinado en 1980 y cuyo cuerpo sigue sin aparecer, pide que continúe la búsqueda. Ha pasado un año desde que Francia, tras una petición de la familia en los tribunales, accedió a rastrear los restos de Naparra en las cercanías de Mont de Marsan, siguiendo las indicaciones de un exagente del CESID. La búsqueda no dio resultados, pero lejos de paralizar a la familia, sus allegados han pedido un nuevo rastreo en base a los trabajos periciales que llevó a cabo el forense Paco Etxeberria. El asesinato de Naparra, miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas, fue reivindicado por el Batallón Vasco Español.
La confesión de un exagente de los servicios secretos españoles al periodista Iñaki Errazkin, un agente que estaba “al corriente de las operaciones del Estado” en plena guerra sucia, abrió una rendija a la esperanza. En su declaración, ofreció detalles concretos sobre la posible localización del cuerpo a una hora en coche de Ziburu. Paco Etxeberria planteaba dos posibles localizaciones. La justicia francesa, en base a un estudio de la Gendarmería, buscó en otros parajes, donde no realizó ningún hallazgo.
El exespía español se presentó a Errazkin como una “fuente confidencial española” residente en Brasil, y “al corriente de las operaciones del Estado” en plena guerra sucia. Entonces Naparra, que no tenía ninguna causa abierta en la Audiencia Nacional, permanecía oculto en Iparralde por ser dirigente de los Comandos Autónomos Anticapitalistas. En junio de 1980 y cuando tenía 22 años, fue abordado por el Batallón Vasco Español, que a los días asumió el secuestro y asesinato de Naparra.
Son casi las únicas certezas que ha tenido la familia hasta la confesión del exagente del CESID, que en su declaración ofreció detalles concretos sobre la posible localización del cuerpo en un paraje de Mont de Marsan, apenas a una hora en coche de Ziburu, donde encontraron el Simca 1100 de Naparra. Una vez que Iñigo Iruin, abogado de la familia, comprobó la veracidad del relato, confeccionó un informe que contó con el sustento pericial del forense Paco Etxeberria, y que permitió la reapertura del caso en el Juzgado de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional, bajo la tutela del juez Ismael Moreno.
dos posibilidades De allí es de donde partió, en octubre de 2016, la comisión rogatoria a la justicia francesa que autorizó los trabajos sobre el terreno del mes de abril. Paco Etxeberria, en su estudio pericial, planteaba dos posibles localizaciones en un paraje de Brocas, localidad de Las Landas. Pero la justicia francesa, en base a un estudio de la Gendarmería Nacional, desechó de inicio una de las localizaciones propuestas, precisamente en la que el forense creía que había más posibilidades. Así, la investigación cambió su rumbo con un resultado conocido: al explorar el paraje propuesto por las autoridades francesas no se halló ningún rastro.
“No nos hemos quedado satisfechos porque vemos ciertas incoherencias en el relato de la Gendarmería”, argumenta Eneko Etxeberria, hermano de Naparra, para justificar la decisión de volver a pedir a la justicia gala que, ahora sí, se examine la localización propuesta por Etxeberria. Es una petición que está tramitándose y de la que todavía no tienen respuesta. Como tampoco saben si podrán hacer declarar en la Audiencia Nacional al confidente del CESID.