Gasteiz - El Parlamento Vasco ratificó ayer en pleno un acuerdo fiscal cocinado en buena medida en sus dependencias pese a carecer de la competencia, con motivo del debate tributario propuesto por EH Bildu y Elkarrekin Podemos, que vieron cómo todas sus propuestas en materia de impuestos (26 de los abertzales y 55 de la coalición morada) iban siendo rechazadas una tras otra. PNV, PSE y PP hicieron piña en torno a su pacto para tumbar las peticiones de los proponentes aunque, eso sí, populares y socialistas trataron de marcar perfil propio en un debate que bajo los números escondía un profundo trasfondo político.

Así, el parlamentario del PP Antón Damborenea y la socialista Alexia Castelo enfrentaban sus modelos (liberal el primero, progresista el segundo) frente a un PNV que se autodefinía “progresista y humanista”, en palabras de su portavoz económica, Josune Gorospe. “Nosotros decimos que lo primero es saber de cuánto dispongo, y luego gasto; ustedes hacen otro planteamiento que coincide más con estos señores (EH Bildu y Elkarrekin Podemos). ¿Cuánto me voy a gastar? ¿Cómo lo saco? Pues ya veremos, subimos los impuestos”. Castelo, por su parte, se ratificaba en esas diferencias. “A usted lo que les interesa son menos impuestos y devolver, y a nosotros lo que nos interesa es a través de la fiscalidad conseguir la redistribución”, señalaba.

Lo mostrado ayer en el estrado del salón de plenos en relación a esta contraposición de modelos entre dos socios aportaba el contexto necesario a la afirmación del consejero vasco de Hacienda y Economía, Pedro Azpiazu, que quiso resaltar por encima de otras consideraciones el hecho de que “conseguir el grado de acuerdo alcanzado entre tres partidos distintos no es una cuestión menor ni fácil de conseguir”.

El PP logró una reducción del tipo nominal del Impuesto de Sociedades del actual 28% al 24%, a cambio de abstenerse en la votación de los Presupuestos para 2018. Los socialistas, por su parte, consiguieron endurecer las deducciones y fijar compensaciones para evitar una caída de la recaudación. En ese sentido, ayer Azpiazu garantizaba la sostenibilidad de los servicios públicos tras una reforma que ahora deben ir ratificando las juntas generales de los tres territorios.

Por otro lado, las diferencias entre los socios son patentes tanto en lo estrictamente económico como en otros aspectos ligados a los impuestos de carácter más político. Así, ante la tradicional apuesta del PSE de derivar la competencia fiscal de los territorios históricos al Parlamento Vasco, Damborenea reaccionaba con contundencia. “Es evidente que nosotros no vamos a coincidir con ustedes en cargarnos la Constitución, el Concierto Económico y quitarles las competencias, que sí son derechos históricos de los territorios forales, para pasárselos a este Parlamento. Ahí no vamos a coincidir con ustedes nunca, ni aquí ni en otros sitios”, afirmó.

En todo caso, los tres partidos aprobaron juntos doce propuestas de resolución pactadas entre PNV y PSE y otras dos del PP, que entre otras cosas avalan la reforma de 2013, se citan a una reevaluación del sistema fiscal para 2020, plantean endurecer la lucha contra el fraude y tratan de reflejar ese equilibrio entre los postulados ideológicos de PP y PSE.

propuestas frustradas Mientras, Elkarrekin Podemos y EH Bildu no lograban hacer prosperar ni una de sus propuestas, ligadas a la armonización fiscal con la UE, a alcanzar la soberanía fiscal o a incrementar la lucha contra el fraude, al tiempo que recibían las críticas de PNV, PP y PSE, centradas en buena medida en el modelo fiscal navarro que respaldan ambos partidos en la comunidad foral y que “similar” al vasco, según Alexia Castelo. Desde la coalición morada, Julen Bollain censuraba la ratificación en sede parlamentaria, “el lazo final, a la famosa foto del pacto entre el partido más alejado de la voluntad de la ciudadanía vasca (el PP) y el Gobierno Vasco”.

Por su parte, Leire Pinedo, de EH Bildu, afeó al PSE que haya acabado por “desdecirse de sus medidas progresistas” y “hacerle sus deberes a la derecha”. Además, reclamó “un acuerdo transformador de país que recoja la fiscalidad como una verdadera prioridad en la construcción nacional”, y tendió la mano para alcanzarlo a PNV y Elkarrekin Podemos.