gasteiz - El grupo de trabajo de Género del Foro Social habla de las consecuencias del conflicto entre las mujeres y sus aportaciones a la paz. ¿Cuáles son, a grandes rasgos, esas consecuencias y esas aportaciones posibles?
-El grupo, cuyo nombre es Gogoetabidea, tiene ese cometido, introducir la reflexión y análisis de género en todas las actividades que haga el Foro Social. Partimos del hecho de que ningún conflicto de carácter político y armado se vive de la misma manera siendo hombres o mujeres, por la propia organización de la sociedad y sus dinámicas de género. Hay algunos tipos de violencia que tienen una especificidad añadida, la que tiene que ver con la violencia de corte sexista contra las mujeres. El análisis parte de ahí y es lo que se intenta desentrañar, cómo la violencia de este conflicto que hemos vivido ha sido distinta siendo hombres o mujeres, y también en cuanto al aporte y la participación que es posible desde unos y otras. La mitad de la población no hemos tenido el lugar, la presencia y la participación que deberíamos haber tenido. Nos parece relevante en este momento poder articularnos como mujeres y tener una voz más unida sobre cuáles son nuestras visiones y aportaciones de cara a un nuevo escenario de convivencia y de paz.
¿Se podría decir que, como en otros conflictos armados, la violencia sexual o sexista ha sido aquí un arma de guerra?
-Ha habido casos en los que ha habido violencia sexual con motivación política, como lo ha puesto de manifiesto el informe que Argituz publicó este mismo año sobre violencia política contra las mujeres en el caso vasco desde 1960 hasta 2014. Ha habido una violencia con motivación política, por tener una ideas determinadas, pero que en el caso de las mujeres se expresa en una violencia sexualizada. El informe de Argituz apunta hacia ahí y esa es una de las cosas que queremos visibilizar como consecuencias del conflicto, también esas personas merecen reconocimiento y que se sepa la verdad.
La jornada del 8 se centrará en la violencia machista relacionada con el conflicto político, pero no únicamente. ¿Es más invisible la violencia hacia las mujeres cuando no hay detrás un soporte político para la víctima? ¿Están más desprotegidas?
-Un punto de partida de la reflexión del grupo es que posiblemente el conflicto político armado ha silenciado o desfigurado, o no ha dejado que se hable lo suficiente, que se dé la centralidad política suficiente, a otro tipo de violencias contra las mujeres no directamente relacionadas con el conflicto político armado. Desde esa afirmación queremos recoger, integrar e incluir, y encontrarnos como mujeres en un reconocimiento colectivo y solidario hacia todas.
El título de la jornada es ‘Yo te creo’. ¿Sigue la sociedad sin creer a las víctimas a pesar de que la violencia machista está más presente en la conciencia colectiva?
-Puede hablarse de ciertos avances, pero hay un fuerte cuestionamiento de la palabra de las mujeres en contextos de todo tipo. El problema de la credibilidad afecta a mujeres que han denunciando torturas sexistas, y en el caso de violaciones de guerra también, pero también a mujeres que de manera cotidiana se enfrentan a la violencia en sus relaciones de pareja o en otros ámbitos, y cuando lo plantean a nivel social, pero sobre todo a nivel institucional, también judicial, se están encontrando con un cuestionamiento permanente de su palabra. En contextos de violencia la verdad de las mujeres está subrepresentada, no se llega a conocer socialmente su alcance. Queremos revertir este hecho y dotar de toda la credibilidad a las mujeres cuando cuentan lo que les pasa. Muchas no pueden hablar, crear espacios para que su verdad emerja y haya un eco exterior, una acogida a lo que dicen, es como un salvavidas, una red en la que caer. Al final de lo que hablamos es de impunidad política, jurídica, patriarcal, con respecto a la violencia contra las mujeres de distinto signo, y como forma de romper ese muro de impunidad el reconocimiento social es primordial.
¿Esa falta de credibilidad está ligada a la subrepresentación que tienen las mujeres en la sociedad?
-Sí, vivimos en una cultura política masculina y masculinizada, ha habido cambios, pero las mujeres aquí no hemos estado realmente representadas. Socialmente hay una fuerte desvalorización de lo que puede esperarse de las mujeres en la política, como si no fuera nuestro espacio natural.
¿También en lo que tiene que ver con el conflicto político se ha dado ese fenómeno?
-Los agentes principales que han tenido cosas que decir y capacidad de influencia históricamente sobre todo han sido partidos políticos y hombres, liderazgos masculinos. En relación al acto del 8, y aunque obviamente se han buscado adhesiones partidarias, entendemos que ese reconocimiento social que se quiere lograr nace y debe fortalecerse desde la base social.
¿Y en la consecución del fin de la violencia? No ha habido muchos nombres propios femeninos en el proceso de estos últimos años.
-Efectivamente, es una tónica permanente a lo largo de todo el proceso y en los acontecimientos de los últimos años, en la Declaración de Aiete o en la propia foto de los artesanos de la paz, la presencia de las mujeres ha sido también bastante minoritaria, y no solo la presencia, también la temática. Nos cuesta mucho integrar todo esto como parte de la revisión crítica de nuestro pasado, y también a la hora de mirar hacia adelante. Lo que planteamos es que si queremos construir la paz y la convivencia hay un elemento fundamental que lo obstaculiza, la violencia machista. Para tener legitimidad, en todo lo que se construya alrededor de la paz y los derechos humanos en Euskal Herria tiene que ponerse sobre la mesa este tema como prioridad. Ha habido un cese de la violencia de ETA, pero no de la violencia contra las mujeres, ayer mismo (por el martes) se asesinó a una mujer de Gasteiz y la pasada semana hubo otro asesinato en Sestao. La sociedad vasca no es particular en este sentido, es de un fuerte arraigo patriarcal y eso se nota de manera extrema en los asesinatos de mujeres, pero es que eso es la punta de un iceberg. El acto del 8 quiere colocar en el centro del debate público y político esta cuestión.
¿Qué perfiles de víctimas acudirán al acto?
-Se ha intentado que haya perfiles lo más plurales posibles, va a haber una mujer que sufrió violencia sexual en un contexto de guerra, una mujer refugiada, con toda la carga de violencia que implican las migraciones forzadas para las mujeres; una mujer que sufrió torturas sexistas, también hay casos de violencia en contextos laborales, o de pareja o expareja. De esta vinculación extraemos que la violencia contra las mujeres es profundamente política, es un problema político y de derechos humanos fundamentales.