El doble atentado en Barcelona y Cambrils no se pudo producir en un peor momento dentro de las intrincadas relaciones que mantienen los gobiernos catalán y español. Los avances del proceso soberanista y la cercanía del referéndum de autodeterminación, previsto para el 1 de octubre, han exacerbado las tensiones entre sus dirigentes, que ahora han tenido que dejar a un lado sus innumerables desavenencias y trabajar codo con codo para reaccionar a la barbarie terrorista. Puigdemont y Rajoy han ofrecido una obligada imagen de unidad institucional, aunque la fotografía de ambos mandatarios en el mismo encuadre junto al rey Felipe VI ha resultado ser un mero espejismo con más valor simbólico que político.
Los desafortunados acontecimientos han dejado la escalada soberanista en modo de hibernación. Solo un día antes de que se produjeran los ataques, todas las miradas se fijaron en la reunión de la Mesa del Parlament, que finalmente postergó la admisión a trámite de la ley del 1-O. A partir de ahí, los avances hacia el referéndum han quedado relegados a un segundo plano y todos los esfuerzos se han destinado a las víctimas de los ataques terroristas. En esa respuesta, sin embargo, destacados observadores -incluso internacionales- han apreciado en el Govern un perfil mucho más allá del que caracteriza a una mera comunidad autónoma.
El liderazgo de Puigdemont en las comparecencias públicas y el papel protagonista de los Mossos d’Esquadra no han pasado desapercibidos. En un artículo publicado en el prestigioso diario estadounidense The Wall Street Journal, se describe al president de la Generalitat como la “figura pública dominante que lideró la respuesta al ataque”. De hecho, Puigdemont fue el primer mandatario en salir a la palestra tras el atentado junto a Ada Colau, unas tres horas antes de que lo hiciera Rajoy. En ese mismo texto, el rotativo norteamericano observa la gestión de los atentados como una oportunidad del Govern para presentarse al mundo como un “Estado autosuficiente”. En esa apreciación coincide con varias asociaciones de la Policía y la Guardia Civil, que lamentaron en un comunicado que la “debilidad” de las instituciones españolas haya permitido exhibir esa imagen ficticia de independencia.
Los analistas políticos consultados por este periódico también destacan la buena respuesta de las instituciones catalanas al doble atentado terrorista, pero rebajan el grado de euforia desatado e inciden en la necesidad de desligar posibles implicaciones políticas. “No creo que se haya reforzado la idea de que Catalunya puede funcionar al margen del Estado español. Más bien creo que se ha reforzado la idea de la necesaria solidaridad entre gobiernos y pueblos para afrontar conjuntamente este tipo de amenazas”, indica María Silvestre, directora del Deustobarómetro. En su opinión, la institución que más ha mejorado su imagen son los Mossos d’Esquadra “como consecuencia de su forma de actuar”.
A juicio de Juanjo Álvarez, catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), hay que reaccionar con cautela y evitar lecturas estrictamente políticas de unos trágicos hechos como los ocurridos en Catalunya. “Hay que diferenciar el plano emocional del plano político. Entrecruzar ambos sería algo muy ruin. Me deja atónito que alguien pueda pensar en sacar ventaja de algo así”, lamenta. Álvarez hace referencia a sonadas polémicas surgidas estos últimos días al calor de los atentados. En concreto, a las quejas por el uso del catalán en las ruedas de prensa y las dudas sobre la estrategia policial de los Mossos d’Esquadra. “Son acontecimientos de los que hablamos cuando nos referimos al concepto de política basura”, subraya.
SIN CAMBIOS EN LA HOJA DE RUTA Los llamamientos a la unidad institucional tras los ataques terroristas han sido una constante que ha tenido su reflejo en los actos en homenaje a las víctimas. No obstante, han sido muchas las voces que han hecho una interpretación paralela de esas apelaciones dado el tenso momento en el que se encuentran las relaciones entre Moncloa y la Generalitat a raíz del referéndum de independencia. En todo caso, ninguna de las partes parece estar dispuesta a dar su brazo a torcer por la nula vinculación entre los atentados y el procés.
Según los expertos, es muy improbable que se produzcan cambios en la hoja de ruta soberanista, máxime teniendo en cuenta que todavía queda más de un mes para la celebración de la votación unilateral. “Aunque los atentados hayan sido un hecho impactante de alcance internacional que ha supuesto la participación de diferentes instituciones políticas y policiales, no creo que vayan a alterar la agenda del Govern”, pronostica Silvestre. En su opinión, los hechos que pudieran torcer la senda independentista son anteriores a los ataques terroristas. En concreto, cita expresamente el goteo de renuncias y ceses de altos cargos del Govern o las crecientes tiranteces surgidas entre Junts pel Sí y la CUP. Por su parte, Álvarez considera que “no hay motivo por el que una cosa debería influir en la otra”. “No tiene por qué haber cambios en la hoja de ruta porque son cosas completamente inconexas”, reitera.
Preguntados acerca de una posible reducción en movilizaciones sociales como la Diada, ambos coinciden en señalar que el modus operandi de los atentados puede crear cierta desconfianza, pero no creen que la amenaza de nuevos ataques vaya a repercutir en el número de ciudadanos que llenarán las calles de Barcelona el próximo 11 de septiembre. “Hay algo de miedo a las aglomeraciones, pero si finalmente va menos gente será por eso de que el cuerpo no te lo pide después de todo lo que ha pasado”, reflexiona el catedrático de la UPV/EHU. En la misma línea, Silvestre subraya que son otros los factores que pueden causar una menor afluencia. “Lo que sí es difícil es mantener la tensión y la participación de la ciudadanía un año tras otro. El tiempo, los acontecimientos políticos o incluso la desilusión sí pueden mermar la asistencia, pero no los atentados, que creo que recibirán un fuerte rechazo en forma de movilización social”, afirma la directora del Deustobarómetro. - DNA