Barcelona - Ya es una realidad. Tras haber sembrado el pánico en otros países europeos como Francia, Reino Unido y Alemania, la violencia yihadista golpeó ayer por primera vez al Estado español. Para encontrar un precedente en suelo estatal hay que remontarse a los atentados contra los trenes de Madrid del 11 de marzo de 2004, un ataque que tuvo otras características y que no puede homologarse al de ayer, porque en esa ocasión se produjo en respuesta a la intervención española en la guerra de Irak, y el ataque de ayer tuvo lugar en el nuevo contexto de la amenaza global contra occidente por parte del denominado Estado Islámico, que ayer asumió la autoría en un comunicado. La matanza se produjo en Barcelona, en el céntrico paseo de la Rambla, y siguió el mismo patrón que otras acciones perpetradas en Niza, Londres o Berlín: una furgoneta se encaramó a la acera para arrollar a su paso a los viandantes, y llegó a recorrer 700 metros con el objetivo de hacer el mayor daño posible a la población civil y de hacerlo de manera indiscriminada, a sabiendas de que esa zona es muy turística y en ella se congregan multitud de personas.
El sangriento saldo que arrojó el atentado fue de 13 víctimas mortales y más de cien heridos confirmados al cierre de la edición de este periódico, quince de ellos graves. Se llegó a asegurar que uno de los sospechosos había sido abatido a disparos en Sant Just Desvern tras saltarse un control a la altura de la Diagonal, donde arrolló a dos Mossos sin que ocasionarles lesiones graves. Sin embargo, los agentes catalanes confirmaron después que esa persona tenía nacionalidad española y no estaba relacionada con los hechos. Sí detuvieron a dos sospechosos, uno de ellos en Ripoll y otro en Alcanar, en el sur de Tarragona y rozando la frontera valenciana, donde además se produjo una explosión de gas en una vivienda un día antes. El suceso está relacionado con el atentado de ayer, según confirmaron los Mossos. Esa explosión provocó un muerto y siete heridos. Ninguno de los detenidos ayer es el conductor de la furgoneta. Asimismo, se localizó un segundo vehículo en Vic, que fue analizado por las fuerzas de seguridad.
En un primer momento, todas las pesquisas se centraron en Driss Oukabir, un joven de origen marroquí y de nacionalidad francesa cuya documentación se encontró en el lugar del atentado y, según relataron medios calatalanes, con ella se alquiló la furgoneta. No obstante, el aludido se personó en la comisaría de los Mossos de Ripoll, en Girona, donde reside, para aclarar que su documentación había acabado en el lugar de los hechos porque alguien se la había sustraído previamente. Medios de comunicación sostuvieron en su edición digital que el verdadero sospechoso de efectuar el ataque y de haber robado esa documentación podría haber sido su propio hermano, de 18 años de edad. La imagen de Driss Oukabir estuvo circulando por las redes y las webs de los periódicos durante toda la tarde hasta que se produjo su aclaración en la comisaría.
eventos multitudinarios La amenaza yihadista es la principal preocupación de las fuerzas de seguridad estatales, cuando ya han pasado casi seis años desde el cese definitivo de ETA. El Estado se encuentra hasta la fecha en el nivel 4 de alerta, en una escala donde el máximo nivel es el 5 y supone directamente desplegar al Ejército en las calles. El objetivo ahora mismo es detener a cualquier persona relacionada con los hechos, neutralizar la amenaza, y evitar que cunda la psicosis entre la población en un momento en el que hay varios eventos multitudinarios en el horizonte, no solo en Catalunya, sino en la propia Euskadi, inmersa de lleno en las fiestas y en puertas de arrancar este fin de semana la Aste Nagusia bilbaina.
La consejería de Seguridad que dirige Estefanía Beltrán de Heredia reconoció ayer que nadie está exento de sufrir el zarpazo yihadista porque su amenaza es muy genérica y se dirige contra la población de occidente, lo que además complica la labor de prevención. Ayer pudo observarse un despliegue relevante de ertzainas custodiando puntos emblemáticos y establecimientos de Bilbao, aunque el Gobierno vasco le restó relevancia y aseguró que no se está haciendo nada que no estuviera contemplado ya en el operativo que lleva meses en marcha y que también pudo apreciarse en el concierto de Guns N’ Roses. En cualquier caso, la consigna es extremar la precaución. En cuanto a Barcelona, la ciudad se blindará ante el debut liguero del Barça frente al Betis en el Camp Nou, un choque que tendrá lugar el domingo. El club de fútbol y los Mossos d’Esquadra se reunirán hoy para fijar las medidas oportunas en un acto que, por sus características y por congregar a 80.000 personas, podría ser un potencial objetivo.
El atentado se ha producido también en un contexto político muy singular, en puertas del referéndum de independencia catalán del 1 de octubre. Catalunya se sumió ayer en un estado de conmoción absoluta y es muy complicado calibrar si lo sucedido tendrá algún tipo de consecuencia en la hoja de ruta soberanista. Los trabajadores de seguridad del aeropuerto del Prat, que se encontraban en huelga, decidieron suspender ayer su protesta por la situación excepcional que se ha generado.
Hasta la fecha, el ministerio del Interior ha tratado de proyectar un mensaje de tranquilidad poniendo en valor la eficiencia de las fuerzas de seguridad estatales por su experiencia en la lucha contra ETA. En solo dos años se han producido 186 detenciones relacionadas con el yihadismo en el Estado español. Hay un total de 270 personas encarceladas por ese tipo de delitos, y ya superan en veinte a los presos de ETA.
La línea de prevención en la que trabajan las fuerzas policiales se centra en tener bajo control a los retornados, las personas que se trasladaron desde España hasta Irak o Siria para combatir en las filas del Estado Islámico y han regresado con formación para atentar. De los 200 que emprendieron el viaje, 50 murieron en esos países y 34 regresaron al Estado español. El resto permanece en zona de conflicto y el reto es controlar los movimientos de cada uno de ellos. También se trabaja para evitar la radicalización de las segundas generaciones, los jóvenes que han nacido en el Estado español pero que terminan sucumbiendo a las ideas del yihadismo por su situación de exclusión social y por otras circunstancias.
Barcelona se convirtió ayer en una ciudad fantasma y arrojó escenas propias de un relato apocalíptico. Los establecimientos hosteleros y los comercios cerraron sus puertas para evitar cualquier incursión de los atacantes, los viandantes se refugiaron en las tiendas y las calles acabaron desiertas, con la única excepción del reguero de víctimas que dejó la furgoneta en el pavimento, los servicios de asistencia médica y un puñado de ciudadanos a los pies de los heridos. Dentro de la confusión propia de una jornada de estas características, se llegó a hablar de una toma de rehenes, de un atacante atrincherado en un restaurante, o incluso de un hombre armado y de una bomba, relatos todos ellos falsos que provocaron momentos de pánico. Estas escenas retrotrajeron a Barcelona al atentado de Hipercor perpetrado por ETA en 1987.
Detenidos. El autor del atentado en La Rambla de Barcelona sigue huido y los dos detenidos por su vinculación con los hechos son un marroquí y un melillense, según explicaron los Mossos d’Esquadra.
Refugiados en los comercios. Los Mossos d’Esquadra identificaron y registraron a las centenares de personas que permanecieron confinadas en locales de La Rambla desde que se produjo el atentado terrorista.
Alojamientos. Los hoteles del centro de la ciudad ofrecieron alojamiento gratuito a quienes no pudieran llegar a sus domicilios por los controles y cierres de tráfico por razones de seguridad.