No me atrevo a aventurar cómo va a concluir el año en Cataluña, ni cómo será el desenlace final de ese pulso que desde hace años mantiene el Govern con el Gobierno, ni si finalmente se celebrará ese referéndum o se impondrá la fuerza, la bruta y la legal, española sobre la voluntad manifestada en el Parlament. No lo sé y hemos asistido a tantas idas y venidas que cualquiera osa dar un pronóstico.

Pero, en cambio, sí hay certeza de cómo está manejando esta cuestión, delicada donde las haya para el futuro del Estado español, el Gobierno de Rajoy. Y antes el de Zapatero, que fue un irresponsable al prometer lo que no supo cumplir a cambio de un puñado de votos. En ese manejo, el desboque judicial no tiene límites. Aparece otra vez el fiscal general del Estado, a quien parece que le han dado el título en una tómbola.

Veamos. El País publica un documento filtrado sobre el borrador de la Ley de Transitoriedad Jurídica catalana y los autores del documento niegan que esa sea la redacción final porque, entre otras cosas, aún no ha sido presentada al Parlament. Por no estar, no está ni tramitada. Pero Rajoy lo da por bueno, García Albiol pide una camisa de fuerza para los autores, hablan de desbarre jurídico y político, etc. Bueno, son políticos, no muy responsables, pero están en su perfecto derecho a criticar aunque sea un texto no confirmado. Salvo que se lo haya confirmado Soraya Sáez de Santamaría, de profesión filtradora. Pero lo del fiscal general no tiene nombre. Cada vez que habla, sube el pan. No es que actúe a las órdenes políticas de quien le nombró, que también, es que a pesar del cargo no le importa hacer alegatos antijurídicos. Por ejemplo, anuncia que estudiará el borrador de una ley inexistente, publicada por un medio de comunicación y desmentida posteriormente, para ver si es constitutiva de un delito y proceder a la querella correspondiente. Es decir, se va a querellar contra la nada. O al menos lo va a estudiar. No sé muy bien si la “camisa de fuerza” a la que se refería García Albiol tiene ya destinatario, pero en la lista debe figurar José Manuel Maza.

El fiscal general se está encargando de deteriorar a marchas forzadas una institución que ya viene muy marcada por su forma de elección y por el comportamiento de algunos de sus predecesores. Pero es difícil encontrar tanta sumisión al Ejecutivo acompañada de tanto disparate jurídico. Lo mismo tapa un agujero de corrupción que se embarca en una cruzada política sin base judicial. Ahora está otra vez entretenido con la munición que le ha servido una filtración paragubernamental para poner el foco en Cataluña y desviarlo de cuestiones mucho más molestas para el PP. Son tiempos en los que conviene observar qué pasa en la zona oscura, allá donde estos poderes aliados no ponen luz. Porque ahí se está gestando el siguiente golpe a la democracia.