Desde que en las elecciones de 1983 el PSN obtuvo 20 escaños en el Parlamento de Navarra y Gabriel Urralburu se convirtió en presidente del Gobierno, todo ha ido de mal en peor para este partido. Tanto, que en los últimos comicios de hace dos años se quedó en siete parlamentarios. Por medio, casos de corrupción sucesivos que inauguró el propio Urralburu, pactos con UPN forzados por Ferraz ante el que el socialismo navarro daba bandazos a merced de las órdenes que llegaban desde Madrid, pésima gestión de esos momentos críticos, salidas personales para los autores del desastre, etc. Y por fin, un desnorte ideológico que continúa a día de hoy.
Abro la página web del PSN y lo primero que me encuentro es una bandera de Navarra y este texto: “La bandera que nos une como pueblo, propio y plural”. Voy a la página de UPN y en su portada una foto de la fachada de la sede central del partido con una pancarta: “La bandera que une Navarra”.
Sospecho que están en dura pugna por el navarrismo, entendido solo como español, y que el PSN sigue sin encontrar su espacio en una sociedad que se decantó por el cambio y que castigó precisamente a los socialistas porque comprendió, tras dos traiciones, que con ellos resultaba inviable. De este intento de reavivar la guerra de banderas lo más paradójico es que se quiera pintar como imposición lo que es una opción.
Otro indicio de que el PSN está disputando la carrera con UPN es la propuesta de la portavoz socialista en el Ayuntamiento de Iruñea, Maite Esporrín, de que el consistorio retire la asignación económica destinada a Korrika. Viene a abundar un poco más en otra iniciativa en el mismo sentido que ya había presentado UPN. No terminan de darse cuenta los socialistas que en este campo jamás lograrán ni siquiera empatar con la derecha española, siempre atenta, siempre rápida, siempre al quite si se trata de rebañar para su causa. Con o sin razón. A mí no me gusta que algunos conviertan una carrera a favor del euskera en alegatos políticos, pero de ahí a señalar a AEK como apologeta, hay un trecho.
Da la sensación de que el PSN ha acusado las críticas de la derecha navarra por haber firmado en el Parlamento el texto a favor del desarme de ETA y ha sentido achicado su espacio. Me queda la impresión de que el socialismo navarro no sabe si sumarse al cambio actual o al que desea UPN. Uxue Barkos tendió la mano, no ha dejado de hacerlo, al PSN para ampliar la base de apoyos a su Gobierno y, sobre todo, hacerlo aún más transversal. Pero la tarea resulta imposible porque delante solo hay un partido que se va dejando sin que nadie lo remedie la ideología y los votantes por el camino.