bilbao - El nacimiento del sindicato ELA se gestó en círculos nacionalistas, pero ha llevado muy a gala su independencia de cualquier poder político o institucional, y en los últimos años la relación con el PNV ha experimentado fuertes tensiones. Esta situación ha provocado situaciones en apariencia difícilmente compatibles, como que destacados dirigentes jeltzales tengan el carné del mismo sindicato que critica las políticas del lehendakari Urkullu, como le sucede al presidente de la ejecutiva jeltzale, Andoni Ortuzar. “Siendo yo afiliado de ELA, sufro por esa relación tormentosa”, ha dicho en alguna ocasión.

La génesis del sindicato se remonta a julio de 1911, en Bilbao, cuando un grupo de 178 trabajadores nacionalistas fundó Solidaridad de Obreros Vascos. Apostó por actuar en dos frentes: la reivindicación nacional y la de clase. La principal diferencia con el resto de sindicatos viene de la defensa de su autonomía. Al contrario de la identificación que ha existido entre el PSOE y UGT, o entre Comisiones Obreras y el PCE, ELA intenta procurarse una suficiencia económica que no le haga depender de partidos o instituciones. Ha fijado unas cuotas para sus afiliados superiores al estándar, lo que a su vez le habría permitido contar con una caja de resistencia útil para mantener el pulso en las huelgas. En los años noventa, con José Elorrieta, comenzó a asumir discursos más críticos que ahondaron la brecha con el PNV. La distancia se ha agrandado en el mandato de Adolfo Txiki Muñoz, a quien Ortuzar ha pedido que se presente a las elecciones si quiere hacer política. ELA es el sindicato hegemónico en la comunidad autónoma, con un 40,25% de representación. - M. Vázquez