vitoria - En Podemos ha habido divisiones importantes en los escasos años de existencia de la formación, tanto en el Estado como en Euskadi. ¿Se han gestionado bien esas crisis?
-Son tres años de un partido que no sólo ha estado construyéndose sino que encima lo ha hecho de forma visible y pública de todas las maneras posibles, desde su nacimiento hasta sus debates más internos. Por un lado esto sucede en cualquier movimiento que está definiendo su línea ideológica y política, pero está la novedad de que nunca antes se había retransmitido la construcción de un nuevo partido, porque no existían las redes sociales o por lo que sea. Tampoco estamos acostumbrados a recibir esa cantidad de información, ni el partido la ha sabido utilizar correctamente, a veces hemos hecho mal uso de esos canales, pero con todo creo que tenemos que estar muy orgullosos de lo que hemos construido. Hemos terminado un proceso de reflexión con claros y oscuros, pero ya ha terminado y nos ha dejado unas líneas estratégicas y políticas para los próximos cuatro años, ya con gente en las instituciones, en todos los parlamentos autonómicos, en el Congreso, en el Senado, en el Europarlamento, y ahora podemos avanzar al unísono en los espacios a los que ya hemos llegado.
¿Cómo va a repercutir el congreso de Vistalegre en la dirección vasca de Podemos, alineada con Errejón?
-La readaptación tras Vistalegre es obvia, pero no tiene nada que ver con familias, sino porque tenemos unos nuevos documentos organizativos, que cambian cómo se configura la organización a nivel estructural. Ahora tenemos herramientas nuevas en favor de una descentralización, y tendremos que aplicarlas, es algo que llevábamos reclamando desde hace mucho tiempo, así que lo vemos de forma positiva.
¿Qué está ocurriendo en Álava? La situación del grupo juntero es ya insostenible.
-Desde hace mucho tiempo las relaciones de trabajo y su convivencia han sido complicadas. Cuando eso es así y las normas son difíciles de llevar, por cualquier cuestión surge una ruptura o algún tipo de desacuerdo grave dentro de ese grupo. ¿Qué pasa? Que son cuestiones que se deben arreglar dialogando y buscando mecanismos de convivencia, pero cuando ya se incurre en algún tipo de indisciplina, la dirección, le guste o no, tiene que tomar medidas disciplinarias, que es algo que no le gusta a nadie, pero que hay que adoptar por respeto al conjunto de militantes.
¿Qué papel juegan las diferencias ideológicas, al margen de los problemas de convivencia que señala?
-Yo conozco al grupo bien, y las diferencias personales son bastante más acuciantes que las políticas. Las políticas muchas veces se utilizan como casus belli para poder cada uno ejercer presión para uno u otro lado.
¿Cuándo resolverá la comisión de garantías sobre los junteros críticos de Álava?
-Si queremos una comisión de garantías independiente no podemos presionar. Confiamos en que hagan bien su trabajo.
¿Qué papel tienen hoy día los círculos? ¿Se mantiene la pulsión en la calle en torno al partido?
-Los círculos siguen funcionando, a un ritmo más lento, pero no paran de crecer. Han perdido algo de protagonismo porque el partido se estructuró y hay una serie de órganos que toman decisiones, Podemos ha establecido mecanismos de participación más allá de los círculos, como el Banco de Talento para obtener datos o sabiduría de zonas concretas en cuestiones concretas. Se ha entrado en múltiples espacios de participación y cualquiera puede hacerlo en la medida de su conocimiento, su capacidad, su tiempo o su voluntad. Los círculos siguen funcionando como base territorial y espacio de contacto con la organización, pero hay otros muchos espacios en los que la gente puede participar, incluso desde su casa votando, o como voluntarios.
Tres años después, ¿tiene Podemos ya una estructura fija?
-A falta de afinar un poco la estructura, sí está ya bastante asentada, las áreas están bien definidas. Lo más interno del partido es bastante estable, pero nos tenemos que readaptar a las situaciones nuevas, y quizá, al menos en el caso de Euskadi, todavía queda pulir un poquito más la relación de la organización con los grupos parlamentarios.