bilbao - Los socialistas tomaron la traumática decisión de permitir que gobernara Mariano Rajoy con tal de evitar unas terceras elecciones generales. El coste político de la decisión y el desgarro interno que provocó parecían indicar que, a partir de ese momento, el PSOE iba a tomar la mayor distancia posible con el PP y evitaría pactar con él, tal y como avanzaron algunos de sus portavoces. Sin embargo, en los últimos días se han materializado acuerdos de calado entre ambos. En concreto, el Gobierno español ha acordado con el PSOE el techo de gasto, elevar el salario mínimo un 8% y embridar las Cuentas estatales con una subida de impuestos. Para el socialismo, son medidas fáciles de explicar porque cree que con ellas ha atraído al PP a su ideario y ha minimizado los recortes. Además, insiste en que, en paralelo, mantendrá una oposición severa para derogar la Ley mordaza (ha planteado su propia alternativa y podría tener el apoyo de Podemos y el PNV) o la reforma laboral.
El PSOE está perfilando una estrategia que pasaría por combinar por un lado los pactos con Rajoy para mostrar responsabilidad de Estado, y por otro lado el liderazgo de la oposición en cuestiones que choquen frontalmente con su ideario de izquierdas. En un momento en que el PSOE sigue regido por una Gestora y sin liderazgo oficial, recupera protagonismo e insufla energías renovadas al bipartidismo, monopolizando las reformas entre PP y PSOE; dejando fuera de juego a Podemos, al que trata de retratar como un partido radical que se queda en la mera pancarta, y apartando a Ciudadanos. También evita que Rajoy convoque un adelanto electoral, que le sorprendería sin candidato. Esa estrategia es música celestial para Rajoy, que siempre apostó por una gran coalición con el socialismo, que le brinda una aplastante mayoría absoluta de 222 escaños sobre un total de los 350 del Congreso. Ciudadanos, por el contrario, no le da mayoría absoluta. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha alimentado la hipótesis de que esos pactos puedan repetirse, lo que dejaría en un segundo plano a Ciudadanos y PNV.
La duda que se plantea es en qué posición quedará Ciudadanos, el socio de Rajoy hasta la fecha, y cuyo ideario, además, choca frontalmente con las subidas de impuestos pactadas esta semana. También está por ver qué sucederá con el acercamiento del PP al PNV, al que había estado cortejando en las últimas horas por si el socialismo no apoyara los Presupuestos y hubiera que añadir más votos al pacto con C’s. En principio, el PSOE mantiene que votará en contra de las Cuentas. Eso abre la puerta a que el Gobierno español se dirija al PNV para atender sus demandas, negociar el Cupo y retirar los recursos contra leyes vascas como el que afecta a la reparación a las víctimas de abusos policiales, o las OPE de la Ertzaintza.
El presidente de la ejecutiva guipuzcoana del PNV, Joseba Egibar, aseguró ayer en Radio Euskadi que es “muchísimo más posible” que los Presupuestos estatales sean acordados entre PP y PSOE que con los jeltzales, porque su partido no se va a conformar con un par de cesiones anecdóticas, sino que pedirá cuestiones “estructurales” que afectan al Concierto Económico, el Cupo, el autogobierno y la paz. “Parece que ahora anuncian que pueden repensar la retirada de algunos recursos, y que eso podría suponer un gesto. Creo que es algo así como: ¿qué te parece si te retiro unos recursos y nos ponemos a hablar? Eso no va a ser suficiente. Evidentemente, aquí hace falta un cambio de actitud que está por ver”, dijo, para pedir hechos concretos.
Desde Ciudadanos, su vicesecretario general, José Manuel Villegas, mostró su desacuerdo con las subidas de impuestos, pero negó que se sienta “ninguneado”. “Se podía haber hecho más esfuerzo en la lucha contra el fraude y la reducción de la administración, y así hubiéramos podido cuadrar los números con una menor subida de impuestos”, defendió. Aunque dijo que en absoluto se siente ninguneado, Montoro avisó el viernes de que el PP iba a intentar siempre el acuerdo con los socialistas en lugar de buscar “el voto marginal”, toda una declaración de intenciones que, en cualquier caso, no sentó demasiado bien en algunos sectores populares, conscientes de que tendrán que echar mano del apoyo de otros partidos en varias ocasiones a lo largo de la legislatura porque está claro que el socialismo va a desmarcarse todo lo que pueda de su acción de gobierno. El propio Montoro tiene mañana una reunión con Pedro Azpiazu, donde se espera algún guiño sobre el Cupo.
El PP ha encarrilado con los socialistas el techo de gasto para las comunidades autónomas, que subirá de un 0,5% a un 0,6% para que tengan una situación más desahogada. Se ha centrado en el PSOE con el argumento de que gestiona varias comunidades, lo que además convierte al partido en un socio más atractivo que Ciudadanos, no solo por la mayoría absoluta que le da en el Congreso sino por el peso institucional. El techo de gasto es la antesala de los Presupuestos, pero el PSOE solo votará a favor de ese punto y asegura que se opondrá a las Cuentas “de momento”. Además, ha acordado con el PP cumplir las exigencias europeas arañando recursos a través de los impuestos, subiendo el gravamen sobre las bebidas alcohólicas y el tabaco, y eliminando deducciones del Impuesto de Sociedades.
El presidente socialista de Aragón, Javier Lambán, lo justificó en que el PSOE quiere hacer “una oposición útil”, “oponerse a todo lo que considera injusto y tratar de derogarlo y, en aquellos asuntos que considera que son de interés para los ciudadanos, tratar de llegar a acuerdos”. “Esta es la tónica que el PSOE seguirá a lo largo de la legislatura, ser una oposición constructiva”, dijo. Según dijo, su partido sigue oponiéndose a la Lomce y se felicitó por que los socialistas hayan logrado desde la oposición “su práctica derogación”.