no tiene recuerdos de su hermano pero sabe y siente que Fabio siempre ha estado ahí, a su lado. ETA lo arrancó de su vida cuando ambos, mellizos, tenían tan solo dos años de edad. Aquel día, 7 de noviembre de 1991, su padre, Antonio Moreno, guardia civil destinado en la Comandancia de Bilbao y casado con una vasca, Arantza Asla, trasladaba a sus dos pequeños en el coche familiar, que solo utilizaba para el ocio y para llevar a sus allegados. Al tomar una curva, en la calle Tartanga de la localidad vizcaina de Erandio, una bomba colocada tres días antes por ETA bajo el asiento del copiloto hizo explosión destrozando a Fabio, que murió en el acto. Su hermano Alexander (Álex) resultó herido, al igual que el padre. Una familia rota.

“No recuerdo nada del atentado y de lo que pasó, ni de mi hermano. Teníamos dos añitos y pico, no puedo acordarme. En casa sí, todos estaban muy familiarizados con él. Siempre ha estado presente para cualquier cosa, nunca hemos dejado de acordarnos de él, cuando hay algo importante es como si estuviese, no hace falta decir nada porque sabemos que está ahí. No es algo que haya que decirlo todos los días o en cada momento porque sabemos que está siempre presente en todo, para las cosas buenas o las malas. Siempre”, cuenta.

Álex tiene hoy 27 años, los mismos que tendría Fabio si la barbarie no le hubiese segado la vida apenas unos meses después de nacer. Es un joven apuesto, inteligente, con una alegría natural y que mira al futuro con determinación, con infinitas ganas de vivir. Sin ningún tipo de odio ni rencor.

El hecho de no poder recordar a su hermano dada la edad que tenía cuando murió no le ha restado sufrimiento. Suele decirse que los mellizos desarrollan un vínculo especial entre ellos, una singular conexión que les une mucho más allá de lo habitual entre hermanos. Álex cree que existe. “Me han contado que de pequeño, tras morir Fabio, durante unos años no dormía bien por las noches y tenía pesadillas. Y cuando se acercaba la fecha del atentado, durante mucho tiempo lo pasaba mal, tenía malas noches”, afirma.

Él se salvó de milagro y solo sufrió heridas. La explosión de la bomba alcanzó de lleno a Fabio. Algo se rompió para siempre. “Durante un tiempo perdí el habla. Algo quiere decir eso. Mi hermano era el más activo, más salsero por así decirlo, yo era más cohibido. Después del atentado yo cogí la parte esa de travieso o más movido de mi hermano. De alguna manera yo asumí su personalidad y su rol de más movido, más inquieto. Fue un poco extraño. Y lo del habla también”, explica aun sin entender muy bien qué ocurrió. Su madre ha contado en alguna ocasión que Álex estuvo, efectivamente, varios meses sin hablar hasta el día en que vio una foto de Fabio en casa y exclamó: “El tato tiene pupa”.

¿Cuándo es realmente consciente de lo que había pasado?

“Te vas dando cuenta de que te falta alguien, que falta en casa. No eres capaz de percibir el hecho del atentado, pero te vas dando cuenta de que la pérdida ha sido grande”. Además, Fabio siempre ha continuado presente en su vida. “Yo he notado a veces como que me ha ayudado. Si he estado con mucha ansiedad por exámenes o lo que sea, sí que he notado que estaba ahí. Hay un vínculo”, señala.

El dramático asesinato de Fabio rompió el alma a toda la familia. Empezando por el otro hermano, Marco, el mayor, que tenía diez años. Álex cree que es “el que más ha sufrido”. “Eres un niño, ¡qué vas a entender!, se te rompe la niñez de raíz”, opina. Por su parte, el padre, contra quien, en teoría, iba dirigido el atentado, posiblemente nunca lo superará.

“El aita lo tuvo que pasar muy mal, con un sentimiento, quieras que no, de culpabilidad además del miedo, aunque sabes que no es tu culpa, pero ese sentimiento... No habrá un día en que no lo tenga presente. Y en los primeros momentos no quiero ni pensarlo. Tiene que ser como estar muerto en vida. A mi hermano lo sacó a cachos, literalmente. Eso es muy traumático, no se olvida. Mucha gente no lo superaríamos”, dice Álex.

Sabe de lo que habla. Su padre, Antonio Moreno, resumía así, en el documental Trece entre mil de Iñaki Arteta, lo que vivió aquel día: “Al abrir la parte de atrás del coche saqué a Álex, que estaba bien. Lo malo fue cuando fui a sacar a Fabio, que lo tuve que coger a trozos. No sabes cómo sujetarlo porque se te cae por todos los sitios”.

Pocos después, el matrimonio se separó. Antonio Moreno, con cierto sentimiento de culpa -“siempre te queda esa cosa de ¿y si ese día no hubiésemos ido a la piscina?”, afirmaba- y tras ser declarado no válido para ejercer como guardia civil, marchó fuera de Euskadi. Veinticinco años después, la imagen de su perfil de Facebook sigue siendo la foto de su pequeño Fabio.

A lo largo de su historia, ETA ha asesinado a 21 niños, la mayoría hijos o familiares de guardias civiles. Solo en aquel año 1991, antes que Fabio habían muerto otros seis menores de edad en atentados de la banda armada. Apenas veintiún días antes, el 17 de octubre, Irene Villa, de doce años, había perdido las dos piernas y tres dedos de una mano en un atentado casi calcado, al explotar una bomba adosada al coche de su madre, funcionaria de la Dirección General de Policía de Madrid, que la llevaba al colegio.

Pese a la brutalidad de estos crímenes -que incluso conmocionaron a su mundo-, ETA siguió justificando este tipo de atentados y en el propio comunicado de reivindicación del que costó la vida a Fabio Moreno llegaba a acusar a los guardias civiles y policías de utilizar a sus familias como escudos humanos. Es más, en una comunicación interna varios meses después, la dirección de ETA instaba a sus comandos a seguir utilizando bombas lapa: “No debemos modificar nuestros procedimientos porque el enemigo utilice cobardemente a sus hijos para protegerse. Además, ya estamos en el 92, y no hay que escatimar medios y arriesgar innecesariamente la vida de nuestros luchadores, que vale cien veces más que la de un hijo de un txakurra”, afirmaba.

Por contra, Álex Moreno, el “hijo de un txakurra” y víctima directa, mantiene una actitud de tolerancia, alejada de cualquier venganza.

Después de eso, ¿es posible vivir sin odio?

“Nunca he tenido odio, en mi casa no lo he visto nunca. Jamás he escuchado de nadie de mi familia una palabra de odio ni de rencor. La gente que nos conoce lo sabe, nunca, ni en privado ni en público, hemos sentido odio”.

Por el atentado en el que murió Fabio la Audiencia Nacional condenó a más de ochenta años de cárcel cada uno a los miembros de ETA Juan Carlos Iglesias Chouzas Gadafi y Francisco Javier Martínez Izagirre Javi de Usansolo. El primero sigue en prisión, mientras Martínez Izagirre fue liberado en noviembre de 2013 tras serle aplicada la doctrina Parot.

Álex no muestra tener problema alguno por ello.

¿Si se lo encontrase por la calle...?

“Me pararía a hablar con él. Salvando las distancias, lógicamente, al final es el asesino de mi hermano. No voy a darle un abrazo, pero me tomaría una cerveza o un café con él para charlar, para que me dijese por qué mi padre y mi hermano. Con todo el respeto del mundo, sin rencor. Hablar como dos personas adultas”.

Pero quizá intente justificarlo.

“Pienso que igual se habrá arrepentido, no creo que lo pueda justificar, pero que me dé ese punto de vista que tenía en aquel momento como para hacer lo que hizo. No es justificable, y él lo sabe, supongo. Yo respeto que él tenga un posicionamiento político, para eso hay democracia, pero no creo que siga manteniendo ciertas ideas que tuvo en su momento”.

Tras ser puesto en libertad, Javi de Usansolo fue recibido en su pueblo con pancartas como Bienvenido, Jabi. Tu lucha es nuestro ejemplo y El pueblo está orgulloso de tí, según el fiscal, que apreció delito de enaltecimiento del terrorismo, aunque el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz lo desestimó.

Álex Moreno sigue viviendo en Erandio, muy cerca de donde residía con sus padres. Muchas veces, “sobre todo cuando salgo a correr y así”, suele pasar por el lugar del atentado. Se siente a gusto en el pueblo. “Siempre hemos estado arropados por los vecinos y por cualquier persona que se haya acercado a nosotros. Nunca nos han hecho sentir como si tuviésemos un problema, al contrario, nos han arropado, han estado ahí. En Erandio la gente sabe quiénes somos y nunca ha habido un problema”, recalca.

Álex es lo más alejado del estereotipo nini de su generación. Trabaja -se le acaba de terminar el contrato-, estudia oposiones y euskera, practica deporte y aún saca tiempo para su familia y para dar testimonio de su vivencia como víctima en las aulas, dentro del programa Adi-adian. “Los chavales se quedan flipados cuando nos escuchan. Es positivo, con testimonios de diferentes víctimas, distintas en todo. Así la gente joven ve lo que ha pasado, cómo se ha sufrido, que ha habido poca libertad. Es una experiencia recomendable. Te ayuda, además, a aceptarlo mejor, a abrirte y ver que hay empatía”, opina

Tras cinco años sin el “peso” de la violencia, Álex cree que falta autocrítica “por parte de todos”. “De la banda terrorista ETA y de los políticos, de todo lo que ha pasado. Hay algo que no está claro en las palabras, no hay condena. Tienen que decir ‘hice mal’, y ya está, también para ellos sería beneficioso. Para todos”, concluye.

José María Piris Carballo. 29-marzo-1980, 13 años. Muerto en Azkoitia al hacer explosión una bomba envuelta en un paquete en el suelo y a la que golpeó con el pie.

Alfredo Aguirre Belascoain. 30-mayo-1985, 13 años. Le explotó una bomba destinada a unos policías nacionales en Iruñea.

Sonia Cabrerizo Mármol. 19-junio-1987, 16 años. Asesinada en Barcelona al hacer explosión un coche bomba en los aparcamientos subterráneos del centro comercial Hipercor. En este atentado murieron 21 personas.

Susana Cabrerizo Mármol. 19-junio-1987, 13 años. Muere en el atentado de ETA en Hipercor.

Silvia Vicente Manzanares. 19-junio-1987, 13 años. Muere en el atentado de ETA en Hipercor.

Jordi Vicente Manzanares. 19-junio-1987, 9 años. Muere en el atentado de ETA en Hipercor.

Silvia Pino Fernández. 11-diciembre-1987, 7 años. Asesinada al hacer explosión un coche bomba colocado en la puerta de la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.

Silvia Ballarín Gay. 11-diciembre-1987, 6 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.

Rocío Capilla Franco. 11-diciembre-1987, 12 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.

Pedro Alcaraz Martos. 11-diciembre-1987, 16 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.

Esther Barrera Alcaraz. 11-diciembre-1987, 3 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.

Miriam Barrera Alcaraz. 11-diciembre-1987, 3 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza.

Luis Delgado Villalonga. 22-noviembre-1988, 2 años. Asesinado por ETA en Madrid al hacer explosión un coche bomba.

María del Koro Villamudria Sánchez. 15-abril-1991, 17 años. Asesinada por ETA en Donostia al hacer explosión una bomba lapa adosada a los bajos del coche de su padre, en el momento en que llevaba al colegio a sus cuatro hijos. Sus tres hermanos resultaron heridos.

Rosa María Rosa Muñoz. 29-mayo-1991, 14 años. Fallece al hacer explosión un coche bomba lanzado hacia el interior del patio de la casa-cuartel de la Guardia Civil de Vic (Barcelona).

María Pilar Quesada Araque. 29-mayo-1991, 8 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Vic.

Ana Cristina Porras López. 29-mayo-1991, 10 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Vic.

Vanessa Ruiz Lara. 29-mayo-1991, 11 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Vic.

Francisco Cipriano Díaz Sánchez. 29-mayo-1991, 17 años. Muere en el atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de Vic.

Fabio Moreno Asla. 7-noviembre-1991, 2 años. Asesinado por ETA en Erandio al hacer explosión una bomba colocada en el coche de su padre, guardia civil.

Silvia Martínez Santiago. 4-agosto.2002, 6 años. Asesinada al hacer explosión un coche bomba colocado en la casa-cuartel de la Guardia Civil de Santa Pola (Alicante).