Eran habas contadas. El Comité Federal del domingo no hizo sino reproducir el juego de mayorías que había provocado la caída de Pedro Sánchez unos días antes. No había pugna que mantener, por más que durante la semana insistieran en ello los oficialistas de antes, críticos de ahora. El respaldo ficticio del que disponía Sánchez como secretario general era en realidad el mismo que le maniató. El mismo que le impidió negociar con los nacionalistas y con Podemos; el que le puso en el felpudo de la puerta de Ciudadanos si es que quería un compañero para la investidura condenada al fracaso. El que, conviene recordar, aprobó que la postura oficial del PSOE sería el ‘no’ a Rajoy. Era absurdo cuando lo decidió, una vez constatado que no había capacidad de construir una alternativa de gobierno. Quizá si entonces, hace ya unos meses, hubiese admitido sus limitaciones, hoy no estaría condenado a poner firmes a sus diputados.

Porque aún le queda un error más por cometer a este PSOE: la llamada a la bandera, el apretar las filas, el exigir adhesión sin ofrecer comprensión y acabar tratando de reducir el debate intenso que bulle en sus entrañas a una mera cuestión de disciplina. La amenaza al PSC es ridícula porque está lanzada contra un partido coaligado y no contra una sucursal subordinada. Pero también describe la discapacidad de los actuales dirigentes del socialismo español para entender la profunda implicación del proyecto federal que dicen querer para España. Señores, ¡que están ustedes defendiendo una reforma federal del Estado cuando son incapaces de ofrecer fórmulas a sus propias federaciones para garantizar su cohesión! El látigo no mantiene unidas las estructuras descentralizadas. Están como para trasladar al Estado español un modelo federal como el belga, por poner el caso, con el derecho de cada una de sus partes a vetar desde su propio ámbito de decisión, como en el caso de la comunidad valona y el tratado de libre comercio de la UE con Canadá. ¿Han caído en la cuenta de que allí nadie pretende que la decisión sea “del conjunto de los belgas”? ¿Y de que esta vez son los amigables francófonos y no los díscolos y separatistas flamencos quienes ejercen su derecho a decidir a través de sus instituciones dentro de una legalidad federal que se lo reconoce? Falta análisis y sobra discurso maniqueo. No están para tanta profundidad en el PSOE. Hace meses debió liderar un proyecto de amplio espectro o rendirse a la evidencia: gobernará Rajoy. Eligió soplar y sorber y hoy no tiene nada. Si en el camino hasta las próximas elecciones -que serán cuando quiera Rajoy- los actuales rectores socialistas están dispuestos a ejecutar una purga, está por ver en qué condiciones van a llegar al Congreso en el que inevitablemente tendrán que encarar el juicio de la militancia a su proceder. El juicio que están eludiendo.