madrid - El día después de la dimisión del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, nada ha cambiado en el partido. La gestora que se ha hecho cargo de la formación, y que se reunirá hoy por primera vez, tendrá como principales retos de aquí en adelante tratar de detener la sangría interna por la fractura del partido y reorientar la estrategia ante la decisión que se tendrá que tomar sobre si facilitar o no el gobierno de Mariano Rajoy. Precisamente este asunto seguía suscitando ayer posturas encontradas entre los dirigentes socialistas.

La nueva ejecutiva, cuyo mandato será hasta que se celebre un congreso extraordinario aún sin fecha, tiene también como tarea inmediata reestructurar la dirección del grupo parlamentario en el Congreso y en el Senado y evitar que se vea afectado por la división orgánica.

La gestora que dirige el presidente asturiano, Javier Fernández, debe ponerse desde el primer día a fijar la hoja de ruta ante las cuatro semanas decisivas que hay por delante en las que se tiene que resolver la incógnita de si hay gobierno o elecciones.

La decisión de abstenerse o no ante Rajoy no es competencia de la gestora, sino del Comité Federal, que es el que acuerda en última instancia las decisiones sobre pactos y posicionamientos ante una investidura.

Tras la convulsa reunión del sábado, el máximo órgano volverá a reunirse, previsiblemente, en la segunda mitad de este mes para tomar una decisión que se antoja clave para el devenir del PSOE, especialmente, ante la división en dos que hay en sus filas.

Cerrada la puerta a intentar un gobierno alternativo, como fue el empeño de Sánchez, son pocas las alternativas que quedan. Javier Fernández no ha defendido, de forma expresa, la abstención a Rajoy, si bien el pasado viernes aseguró que las únicas opciones son que gobierne el PP al ser la lista más votada o ir a unas terceras elecciones.

Esta postura está en sintonía con la de otros dirigentes territoriales, como la andaluza Susana Díaz, para quien al PSOE no le queda otro remedio que estar en la oposición con 85 escaños.

Inclinarse por la abstención puede provocar nuevas convulsiones internas que agraven el delicado estado de salud del PSOE, ante la amenaza de algunos diputados de que se mantendrán firmes a sus convicciones y a votar no a Rajoy. Ante lo sucedido en los últimos días tras la rebelión de los críticos y el agitado Comité Federal del sábado, a la gestora le va a corresponder tratar de calmar el partido.

confrontación La cuestión de la abstención volvió a confrontar ayer posturas entre los responsables de la formación. Pocas horas después de la dimisión de Sánchez -que defendía mantener el ‘no’ a Rajoy- y en la víspera de la primera reunión de trabajo de la gestora, varios miembros de esta se pronunciaron con opiniones divergentes sobre quién debe tomar esa decisión.

Uno de ellos fue el secretario de Organización del PSOE de La Rioja, Francisco Ocón, que apostó por dar voz a la militancia tras reconocer que toda la delegación riojana había votado a favor del congreso exprés impulsado por el ex secretario general, la opción que finalmente tumbó el Comité y provocó la dimisión.

También el expresidente socialista balear Francesc Antich, miembro igualmente de la gestora, defenderá en ese órgano que se tiene que consultar a la militancia si se quiere cambiar el mandato del Comité Federal.

A diferencia de Ocón y Antich, otra integrante del órgano encabezado por Fernández, la extremeña Ascensión Godoy, defendió que sea el Comité Federal, que “representa a todos los militantes”, el que decida la postura que tendrá que adoptar el partido.

En el debate terciaron también varios barones socialistas. El secretario general valenciano y president de la Generalitat, Ximo Puig, insistió en que el PP no ha hecho nada para obtener la confianza del PSOE. “No podemos ni conformar un gobierno de coalición ni ayudar a su instauración en el poder”, resaltó.

Y desde Extremadura, el presidente autonómico Guillermo Fernández Vara apeló simplemente a que las decisiones de futuro se plantearán en las próximas semanas en el Comité Federal “como siempre pensando primero en España, luego en el PSOE y, después, en nosotros”.

Contra una abstención que facilite la investidura de Rajoy se pronunciaron diferentes portavoces y líderes autonómicos. Según el secretario general del PSOE de Toledo, Álvaro Gutiérrez, el secretario regional del partido y presidente extremeño, Emiliano García-Page, está al igual que los socialistas castellanomanchegos “en el no a Rajoy y a un gobierno con independentistas”.

La secretaria general del PSOE de Madrid, Sara Hernández, una de las líderes afines al ex secretario general, abogó por oponerse a un Gobierno del PP por “coherencia y credibilidad”, al tiempo que apostó por convocar “lo antes posible” un congreso ordinario para dar voz a la militancia.

El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, que también apoyó a Sánchez, insistió también en no contribuir ni con el voto ni con la abstención a un gobierno del PP, al igual que el presidente del PSC y alcalde de Lleida, Àngel Ros. La aspirante a primera secretaria del PSC, Núria Parlon, aseguró que si sale elegida por la militancia pedirá que las bases avalen un “no rotundo” a un Gobierno del PP, por ser “corrupto” y por haber “bloqueado” un acuerdo con Catalunya.

El secretario general del PSOE de Castilla y León, Luis Tudanca, insistió en su “no” a que se forme un gobierno del PP. En Baleares, el Consell Polític del PSIB-PSOE se mostró “en contra de cualquier actuación que facilite un Gobierno presidido por el PP” y reclamó la “inmediata” convocatoria de un congreso federal extraordinario. Desde Canarias, el eurodiputado del PSOE Juan Fernando López Aguilar sostuvo que el PSOE debe votar no a la investidura por no darse las condiciones para que el PP “merezca” la abstención en aras de la gobernación del Estado. - Efe/DNA