MADRID - El vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Casado, lo dejó ayer muy claro: lo ideal para su partido sería que la sesión de investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno español tuviera lugar a más tardar en la última semana de agosto o la primera de septiembre. Sin embargo, esta declaración de intenciones tiene una contrapartida endiablada: si el líder popular no lograra los apoyos necesarios, y tampoco se formara una alternativa de izquierdas con el socialista Pedro Sánchez al frente, se celebrarían las terceras elecciones en un año y estas podrían tener lugar el día de Navidad o el 1 de enero. Ambos caen en domingo.

Se trata de posibilidades harto excéntricas que es difícil imaginar que vayan a concretarse pero, según los plazos dispuestos en la Constitución, son las fechas que corresponderían para sacar de nuevo las urnas a la calle. Los plazos empezarían a correr a partir de la primera votación en el Congreso. Si la sesión de investidura se produjera en la semana a caballo entre agosto y septiembre, y concluyera de manera infructuosa, la segunda votación tendría lugar 48 horas después, y si también resulta baldía y se mantiene el bloqueo, el artículo 99 de la Constitución ordena que el rey disuelva las Cortes “dos meses después de la primera votación de investidura” fallida. Entonces se convocarían nuevas elecciones 54 días después de dicha disolución. Con el calendario en la mano, los comicios serían el 25 de diciembre, si la investidura se produce en la última semana de agosto, o el 1 de enero, si cae en la semana del 5 de septiembre. El plazo límite para celebrar elecciones antes de Navidad, en concreto el 18 de diciembre, implicaría iniciar el proceso de investidura el 23 de agosto.

Esperar al 25-S No obstante, en el aire flota otra posibilidad, tal y como apuntó el miércoles la secretaria de Estudios y Programas del PSOE, Meritxell Batet: que Rajoy esté “dejando pasar el tiempo” hasta que se celebren las elecciones en Euskadi y Galicia, el 25 de septiembre, y una vez se despeje ese panorama le resulte más fácil lograr apoyos. En ese caso, la formación del nuevo Gobierno español y la aprobación de los Presupuestos debería esperar hasta octubre.