Los seres humanos siempre hemos estado, estamos y estaremos, perseguidos por la emoción de conocer qué pasará en el futuro. Desde aquellos que decían encontrar en las estrellas el devenir se su próxima batalla, hasta los que miran los posos del café y deciden ir al norte en vez de al sur. Siempre queremos saber qué pasará en el futuro inmediato y nos lanzamos a favor de nuestras intuiciones pensando que estamos en lo correcto.

Algo así parece estar detrás de estas famosas traslaciones que nos obligan a los sociólogos hacer de unas elecciones a otras. La famosa traslación de resultados de unas elecciones generales a unas elecciones autonómicas, pensando que es la piedra filosofal que nos da una foto precisa de lo que pasará en las próximas elecciones.

Esta acción de proyectar unas elecciones sobre otras es cómo si un pescador por estar un domingo en un rio a las 12 del mediodía y pescara una trucha y pensáramos que el próximo domingo por ponerse a la misma hora en el mar a las 12 en punto, con la misma ropa y caña, habiendo desayunado lo mismo iba a pescar otra trucha. Un puñetero sin sentido, vamos. Por mucho que coincida, pescador, caña, hora, día de la semana, el desayuno, y mil cosas más, jamás pescaría una trucha ya que entre otras cosas el agua es salada, es decir; son otras elecciones.

Cada elección es única, en su momento, en las motivaciones de voto o no voto, en sus líderes, en su eco mediático, en su publicidad, en mil cosas. Sí que podemos ver que el comportamiento vasco en unas elecciones generales se parecen algo a las elecciones europeas y que las elecciones forales nuestras se parecen algo a las elecciones autonómicas, pero incluso así, trasladar resultados, hubiera sido siempre un error garrafal, si encima las mezclamos entre ellas el caos es mayúsculo y su acierto fruto de la casualidad.

Estas puñeteras traslaciones son como el dolor de cabeza tras una buena borrachera, siempre llegan tras unas elecciones. Aunque los sociólogos lo avisamos, como avisamos el domingo de la absoluta invalidez de la encuesta a pie de urna que se nos presentó, se nos “invita” a hablar de ello, pues yo me niego, me niego a gastar tinta y papel en explicar una traslación inútil para intuir nuestro comportamiento futuro en unas elecciones que en nada se parecerán a estas, si no, al tiempo.