Gasteiz - Usted no proviene del ámbito de la política. ¿Qué se ha encontrado en EH Bildu? ¿Cuál es el estado de ánimo tras los malos resultados de diciembre?

-Me he encontrado con un partido consciente de que ha pasado por una mala racha, y que entiende que hay que hacer una reflexión autocrítica. A partir de ahí el partido está en pleno proceso de escucha activa para intentar volver a tener esa conexión con las necesidades reales que tiene la gente. Me encuentro con eso y con un equipo que está trabajando como en un hormiguero, conscientes de que estas elecciones son una segunda vuelta de las de diciembre, pero también de que son una primera vuelta para lo que viene en otoño y de que hay que facilitar ya el arreón que necesitamos para entonces.

Y aunque acabamos de empezar, ¿cómo se vive una campaña electoral desde dentro?

-Tiene un componente de locura. Es full time, es dedicación de 24 horas diarias, la cabeza todo el tiempo en esto, con el hándicap que tengo yo además de que no vengo de las estructuras de ninguno de los partidos que conforman Euskal Herria Bildu, con lo cual hay dinámicas anteriores que no tengo. Hay aspectos que tengo muy trabajados y desarrollados, y hay otros en los que tengo que imponerme una formación acelerada.

¿Le costó aceptar el ofrecimiento para encabezar las listas?

-Evidentemente, pasé días valorándolo. Yo estaba muy contento con mi vida, mi casa, mi ámbito laboral, con todo el trabajo en el movimiento asociativo, y a la vez pesaba la sensación de que estamos viviendo un momento político importante, y la oportunidad de poder participar en él desde un punto de vista constructivo me gusta, así que he apostado por ello.

Son ustedes el único partido que ha renovado sus listas para mejorar resultados. ¿Qué aspecto diferencial cree usted que puede aportar a EH Bildu?

-EH Bildu ha renovado sus planchas buscando que la candidatura completa en los cuatro herrialdes en que se presenta sea compensada. Yo en lo personal aporto la visión propia de aquello en lo que he estado trabajando, en el mundo medioambiental, pero también en el ámbito del trabajo; yo soy un persona que vive y trabaja en Gasteiz, en Araba.

Se va a pelear usted directamente por el voto con Podemos, un partido que en Álava obtuvo en diciembre su mejor resultado de todo el Estado. Cinco grandes formaciones para cuatro escaños, parten de no tener representación... El reto no es sencillo.

-Sí, Álava es una de las plazas en las que con no muchos votos puede haber cambios sustanciales. Nosotros insistimos a la gente que está a nuestro alrededor y a los simpatizantes en que tenemos que darnos cuenta de que hay un foco mediático y televisivo en Madrid, y que nosotros tenemos que avanzar en nuestro terreno, por eso está siendo una campaña de boca o boca, de transmitir sensaciones a las personas directamente, porque notamos también que eso es lo que quiere la gente. Esa cercanía es nuestro aval. En diciembre se vio que hubo un trasvase de votos de EH Bildu del Congreso al Senado, donde hubo muchos más apoyos, y hay que pedir que esos votos que fueron al Senado vayan también al Congreso. Queremos hacer entender a la gente que los objetivos de EH Bildu son desde Araba pensando en Araba, y desde Euskal Herria pensando en Euskal Herria.

El concepto de nación de cada cual es la principal diferencia entre ustedes y Podemos. ¿Cómo enfocan su visión del soberanismo en esta campaña?

-Vamos a Madrid con el derecho a decidir por delante. Nosotros vamos a pedir que se dé un reconocimiento del Estado español como estado plurinacional, y eso tiene que venir acompañado, y esto es una línea roja, del derecho a decidir, que no debe ser una concesión, sino efectivamente un derecho. Podemos se presenta a sí mismo como un partido patriota con respecto al Estado español, así que vamos a ver cómo dialogamos sobre eso. A ellos les pedimos básicamente dos cosas: que aclaren si van a ser una fuerza de cambio o una simple sustitución en el espacio que ocupa el PSOE, y si cuando plantean un programa social transformador piensan sólo en Madrid, porque también hay que tratar la especificidad de Euskal Herria en lo social, no sólo en el derecho a decidir. A veces van por detrás en cosas que ya existen aquí en materia de derechos sociales. Todo lo que tiene que ver con rentas básicas, garantías de pensiones... son parámetros muy diferentes en uno y otro lado, y creemos que sus planteamientos no están pensados mirando a la realidad vasca.

¿Se puede concretar ese compromiso que reclaman en materia de soberanía? ¿Podrían llegar a un acuerdo con Podemos si los números cuadran?

-Las mayorías sociales y políticas en el Estado no invitan a pensar que las posibilidades de cambio sean reales, pero en cualquier caso dejamos abierta la ventana de oportunidad que hay que conceder a este momento político, y desde luego vamos a estar ahí y vamos a actuar con responsabilidad, igual que hemos actuado con responsabilidad en el Ayuntamiento de Vitoria cuando había que echar a Maroto o cuando ha habido que echar a Maya de Iruñea, o cuando ha habido que echar al régimen en el Gobierno de Navarra. Cualquier persona que se pregunte por la utilidad del voto a EH Bildu en cuanto a lo que van a hacer sus congresistas en Madrid, que sepa que si hay vientos de cambio vamos a estar ahí, pero eso sí, siempre que haya vientos reales de cambio. En cuanto a lo que se habla o no, los partidos están en constante contacto, pero eso está todavía lejos de articularse en un programa que va a tener que ver con la mayorías que se conformen.

En estos meses se palpa cierta inquietud en los partidos emergentes sobre el nivel de izquierdismo que hay que exhibir para no asustar a la gente y llegar al mayor número posible de votantes. ¿Dónde se ubica la EH Bildu alavesa de 2016 en esa escala?

-Tenemos una apuesta inequívoca de izquierdas, de construcción de país desde abajo hacia arriba, y de denunciar que la deriva neoliberal de la economía tanto europea como estatal e incluso vasca está trasvasando las riquezas que genera la gente hacia las elites, y ante eso hay que ser contundente. Sabemos dónde estamos, pero también sabemos que no podemos tirar de una sociedad y la vez alejarnos de ella. Nosotros defendemos que todos los procesos políticos de cambio se deben hacer consultando a la gente, y si hay cosas que proponemos y a la gente le cuesta verlas hay que hacer una labor divulgativa y pedagógica.

Son ustedes bastante pesimistas en torno a la posibilidad de que el PP deje de gobernar. ¿Tan atado lo ven todo?

-Las elites tienen un programa muy claro para el Estado y están esperando a que pasen las elecciones para anunciar que hace falta una reforma laboral, y desde Europa ya avisan de que hay que hacer un ajuste fiscal, una reforma de las pensiones y que vendrá una nueva ensalada de recortes. Este es el programa y Europa no se sale de ahí, y frente a eso es evidente que incluso alcanzando gobiernos con vocación de izquierdas hay dificultades, pero la actitud previa de unos y otros es completamente diferente. PP o Ciudadanos pueden representar mucho mejor eso y lo van a aplicar a rajatabla, y vemos también que el PSOE se presenta con una cara más social ante esos sectores que está perdiendo, pero luego hacen fichajes de asesores económicos como Ángel Ubide, que viene de Goldman Sachs. Tienen claro que la salida de la crisis se tiene que hacer por la vía de la competitividad, de la bajada de los salarios, y nosotros estamos en una posición diametralmente opuesta. Hay que ser humildes, no podemos decir que el acceso a los gobiernos de opciones como la nuestra va a ser la panacea, la gente está harta de que le cuenten milongas en las campañas, pero sí garantizamos una actitud de confrontación ante estas políticas neoliberales.

En el irreal caso de que EH Bildu accediera al Gobierno de España, ¿cómo mejorarían las condiciones de vida en un estado endeudado como nunca, al que le van a poner una multa de 8.000 millones de euros, sin un tejido industrial potente y moderno, y con un gran nivel de desempleo?

-Evidentemente, cuando EH Bildu piensa en un programa de gobierno piensa en un programa de gobierno para Euskal Herria; no estamos pensando en acceder al Gobierno del Estado, pero sí hay orientaciones políticas que se pueden trasladar o trasvasar. Lo que defendemos es una forma de hacer política que sirva a los intereses de las clases populares, a las mayorías desde las que se genera la riqueza. Hay un yugo muy grande, hay una deuda gigantesca en el caso de España, que está ahogada, pero hay muchos apartados en los que se puede actuar. La fiscalidad tiene que cambiar, no puede favorecer a las grandes empresas y multinacionales, se permite la evasión fiscal... Un Estado que quiere recuperar el pulso y trabajar en favor de la mayoría tiene que ponerse las pilas para recuperar toda la riqueza que se está perdiendo a través del fraude, la corrupción y la evasión. Eso no lo soluciona todo, pero si tenemos una tendencia hacia la justicia social y detectamos donde está la hemorragia... No podemos decir que la hemorragia sea que hay muchos servicios sociales; hoy día no es creíble decir en los estados occidentales que no se genera riqueza suficiente como para resolver las necesidades básicas de toda la población, eso no se lo cree nadie. A partir de ahí, todo se reduce al reparto de la riqueza, y por eso hay que establecer políticas fiscales como la que se implantó en Gipuzkoa.

¿Cree que hay posibilidades de abordar el desarme de ETA desde Madrid? El actual Gobierno del PP no ha tomado muchas iniciativas al respecto.

-Sobre el desarme de ETA lo lógico es que hable ETA. Nosotros decimos que hay que ir trabajando con celeridad en resolver las consecuencias del conflicto sin esperar a lo que diga Madrid, y en ese sentido es importante mantener el camino de unilateralidad que se ha emprendido. Ahora bien, eso no quita para vayamos a decir, también en Madrid, que las estructuras del Estado han tenido una tendencia al inmovilismo. La comisión internacional que sigue este asunto ya ha dicho que es incomprensible que ante una organización que quiere sellar sus arsenales y verificarlos para destruirlos no se dé respuesta. En Irlanda no se comprendería, en Colombia no se comprendería, es algo extraño, parece como si hubiera intereses en mantener ese capítulo abierto el mayor tiempo posible. A estas alturas la voluntad de ETA es terminar con ese proceso, y una gran mayoría de la sociedad vasca entiende que hay que cerrar este capítulo bien, en base a criterios de relato compartido, de justicia, de reconocimiento del dolor causado, reconocimiento a todas las víctimas y garantías de no repetición.

¿Cree que ahora ya ETA está amortizada políticamente?

-Hay sectores que saben que este tema sigue siendo una baza que despierta emociones, por todo el sufrimiento que ha traído asociado, pero hace ya años que se anunció el cese de la vía armada, EH Bildu nació con una apuesta democrática y pacífica, y sin embargo todavía hay quien quiere estirar el chicle.

Por otro lado, la cuestión de los presos sigue atascada.

-En materia de política penitenciaria vamos a Madrid con peticiones concretas; acabar con la dispersión o con medidas de excepción en relación a presos enfermos o porcentajes de condena cumplida, y vamos a pedir la aprobación de directivas que reconozcan a todas las víctimas sin excepciones. A todo esto iría asociada una exigencia de la transferencia de las prisiones y la política penitenciaria, y por supuesto la desaparición de la Audiencia Nacional como tribunal de excepción. En este tema, en todo caso, lo importante es que se llegue a acuerdos aquí para defenderlos allí.

¿Ha hecho ya EH Bildu todo lo que tenía que hacer en materia de reconocimiento a las víctimas de ETA?

-Se están dando pasos uno detrás de otro. La apuesta es clara, pero en el sentido inverso no vemos estos pasos por parte del Estado. El sufrimiento no es equiparable, cada uno ha tenido lo suyo, pero no lo estamos viendo. Claro que sabemos que ha habido, y sigue habiendo restos, de un problema gigantesco en ese país, y no nos queda más que seguir dando pasos por una cuestión de ética, no porque tenga que venir acompañado de una respuesta. Hay que vivir con lo que ha pasado y saber transmitir un relato compartido como mejor garantía de que no vuelva a suceder.

¿Qué influencia va a ejercer en Madrid, si logra el escaño, en todos los frentes ambientales que hay abiertos en Álava y que son, por decirlo de alguna manera, su especialidad?

-Espero que mucha. El embalse de Barrón va a dar que hablar, cuesta más de 180 millones de euros, y aunque la mejora del regadío de los Valles Alaveses se tiene que hacer, no necesita de un embalse sobredimensionado, es otra vez la política del cemento y las grandes infraestructuras que tanto ha hipotecado a todo el Estado. Nosotros pedimos que se paralice y se haga un estudio real basado en datos de este siglo, ajustar el regadío a las necesidades que hay. En cuanto al fracking, este Gobierno en funciones ha sido nefasto, una de sus últimas decisiones ha sido recurrir al Tribunal Constitucional la ley vasca derivada de una Iniciativa Legislativa Popular. Creo que en Madrid hay mucho que decir acerca de esto. El freno al fracking tiene que ser coordinado, hay que mantener esa falta de licencia social e impulsar la acción institucional planteando la prohibición, esa va a ser una de mis prioridades en la agenda, y habrá muchos grupos con una postura similar. En cuanto a Garoña, la sociedad alavesa tiene claro desde hace mucho tiempo que tiene que estar cerrada, y por otro lado vemos que la empresa y el Gobierno del PP se están esforzando para que reabra hasta los sesenta años, algo insensato se mire por donde se mire. No sólo queremos que no reabra, vamos a pedir que el almacén temporal nuclear que se quiere instalar allí no se haga, es seguir teniendo la amenaza nuclear a las puertas de Álava. Creo que hay posibilidades de conseguir apoyos en torno a Garoña y el fracking, pero que nadie piense que esto está hecho.