Aunque aún están por medir las implicaciones de la tormenta en un vaso de agua que provocó tras la reunión a tres de la pasada semana en Madrid, Podemos tiene ahora mismo una triple visibilidad que le mantiene jugando a todos los palos. En Madrid, la expectativa de unas elecciones debería ser ilusionante para ellos, pese a las encuestas, puesto que llevan tres meses buscándolas. En Catalunya, el horizonte de una fuerza de izquierda alternativa en torno a Ada Colau, de la que podrían participar otras fuerzas, no es exactamente el modelo practicado por Iglesias ni quizá tampoco el deseado, pero está generando un polo de atracción específico que aspira a disputarle al soberanismo catalán el liderazgo social. Y, en Euskadi, los de Nagua Alba buscan consolidarse como una fuerza “del cambio” sin esconder su condición de partido estatalista de izquierda y su vocación de orientar el derecho a decidir hacia la consolidación del vínculo de los vascos con España.

Un anatema para la izquierda abertzale tradicionalmente que, no obstante, siente ahora que Podemos puede ser un socio para sus objetivos. Aunque, llegado el caso, cada cual tire para su lado en materia de reivindicación nacional vasca. Esa fue la conclusión que extrajo Hasier Arraiz de su reunión ayer con Alba, Maura y Martínez. Una colaboración “sin límites” que está pendiente de definirse. Deberá tener objetivos que puedan compartir para dotar de cuerpo a esas intenciones. Lo contrario podría quedarse en el gesto de una EH Bildu que trata de no verse eclipsada -como dicen las encuestas- por la emergencia juvenil de quien le disputa el voto de izquierda que hasta ahora no estaba en cuestión.

EH Bildu lleva unas semanas tratando de pergeñar discurso social, visto que la mera explotación de la expectativa del giro a la izquierda le sirve a Podemos para dibujarse como primera alternativa al PNV en otoño. No hay concreción en el emblema, pero hasta ahora basta con la mera presunción de que el mensaje tendrá contenidos. No lo tienen fácil. Podemos ha construido su discurso de rescate social en España en base a argumentos y políticas que ya existen en Euskadi. Algo más habrá que proponer que una renta básica inferior a la RGI y unas políticas de sanidad y educación públicas más que contrastadas en este país.

Pero lo que debería preocupar a EH Bildu es que Podemos se rodea de un halo de respeto a la especificidad vasca por pura comparación con otras fuerzas igualmente españolas pero mucho más torpes en el discurso. Así, la izquierda independentista se puede encontrar abrazando a la cuña que se dispone a restarle votos para sumarlos a un proyecto de ámbito y vocación española. Una sucursal vasca como las del PP o el PSOE. Y esto mientras reprocha al PNV que su propuesta confederal no es suficientemente soberanista. Prioridades; y las del socio al que hace guiños no pasan por la independencia de Euskalherria.