imaginen la escena. Tres dirigentes de un partido nuevo, ganador de las últimas elecciones, cruzando el parque frente a la efigie de Sabino Arana camino de la sede del viejo partido gobernante. Por un lado, una máxima que ha sido bandera del éxito electoral; no somos como ellos, siempre decimos lo mismo en público que en privado, hemos venido a desalojaros; sí, a vosotros, la casta vasca, el PNV( Partido del Negocio Vasco), el de las puertas giratorias, el que ha hecho de Euskadi una Valencia cantábrica y, además, os lo decimos a la cara en vuestra casa, etc.

Nagua Alba no dijo nada parecido. Nadie se lo creería. Exactamente se lo creería un 7%, frente a un 47% que le compra el producto en España. Podemos es bronco hasta que deja de serlo por interés, no porque sus masas se lo pidan, ni porque se haya sometido a votación en una asamblea el tipo de relación que tienen que tener con los actuales gobernantes vascos. Podemos en Euskadi sabe que todavía tiene que engrasar ese discurso vasco que vaya más allá de la promesa de los 450 euros españoles en un país, Euskadi, donde la RGI garantiza 720 euros de media. No es fácil traducir en palabras tantos euros para las personas que más lo necesitan. Pero más difícil aún es expresarlo si lo hace “la casta” y no “la gente”.

Tampoco creo que los dirigentes del PNV fueran del todo sinceros. Lo que hubo de cálida y cortés bienvenida también podría haber tenido de visita guiada al visitante temporal. Ortuzar enseñaba las dos piedras de la casa original de Sabino Arana como profesor entusiasmado a un grupo de Erasmus más pendientes de ligar entre ellos que de atender a las explicaciones del guía de lujo. Uno se entusiasma con el pasado mientras le pilla el futuro.

Podemos y PNV representan dos modelos antagónicos. No imagino hoy en Euskadi fuerzas menos tangenciales. Por eso, porque representan espacios muy diferentes en la sociedad vasca, es bueno que se encuentren y exploren cuáles son sus posibles acuerdos; las diferencias son muy evidentes. Unos y otros tienen de ventaja que están en disponibilidad de pactar casi con cualquiera con la diferencia de que el PNV lo ha practicado con bastante éxito y Podemos anda esquivando el primer pacto que le ha ofrecido el PSOE, no vaya a ser que gobernando salga uno trasquilado.

Pero voy a anotar de este encuentro algo que me parece muy sintomático. Era muy lógico pensar que estábamos ante un encuentro casi protocolario (“hola, soy Lander”, “encantado, yo Koldo”, “Itxaso, hemos coincidido una vez”, “Nagua, te vi en ETB en Miramón”, etc.) pero resulta que no ha sido así. O así lo contó Nagua Alba en ETB: les hemos pedido explicaciones sobre sus planes de empleo, sobre su gestión en Arcelor y la “privatización” de GHK. Eso suena a sesión de control del Gobierno. Ese es papel de la oposición.