Los atentados de Bruselas han dado munición a partidos populistas y de extrema derecha, así como a los partidarios de la salida británica de la UE, para atacar el sueño de una Europa sin fronteras. En el Reino Unido, que el 23 de junio celebrará un referéndum para decidir si permanece en la UE, el populista Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) denunció que los ataques del 22-M muestran que Schengen, el espacio europeo de libre circulación al que no se ha adherido Londres, es “una amenaza” para los ciudadanos. El retorno de yihadistas desde Siria entrenados para atentar en Europa “debería alertar a la gente de que las fronteras abiertas ponen en riesgo la vida de los europeos”, declaró el portavoz de defensa del UKIP, Mike Hookem.
El líder del UKIP, Nigel Farage, partidario del brexit (la salida del país de la UE), consideró ayer que está “totalmente justificado” vincular los ataques de Bruselas con las reglas que aplica el bloque europeo en materia de inmigración. La falta de control fronterizo ha llevado al “libre movimiento de terroristas, de bandas criminales y de (fusiles) Kalashnikovs”, afirmó Farage a la BBC.
En Alemania, la líder de la populista Alternativa para Alemania (AfD), Frauke Petry, responsabilizó a los “errores” cometidos en la política migratoria del auge del yihadismo en Europa e instó al Gobierno alemán a “actuar en consecuencia” y a corregir su línea en la acogida de refugiados. La libertad de movimiento y la ausencia de controles fronterizos practicada en los últimos años incrementa “desde el punto de vista meramente estadístico el peligro de atentados”, agregó la líder de la AfD, formación de la derecha que ha irrumpido con fuerza en Alemania.
En este país, la comunidad germanoturca alertó recientemente de que el racismo y la creciente xenofobia “están en auge”, así como el populismo de derechas, muy crítico con la decisión del Gobierno de Angela Merkel de abrir las puertas a los refugiados. Datos de la Policía Federal de lo Criminal de Alemania (BKA) indican que en 2015 hubo casi 14.000 actos violentos de motivación ultranacionalista, entre ellos más de 130 ataques contra centros o viviendas de refugiados en ese país.
Contraria al ingreso de inmigrantes es también la política francesa de extrema derecha Marine Le Pen, del Frente Nacional, que ha pedido el cierre inmediato de la frontera franco-belga. “Para la seguridad de todos, es imperativo proceder al cierre inmediato de la frontera franco-belga, un cierre real y no ficticio como desde hace varias semanas, y al restablecimiento de los controles sobre el conjunto de las fronteras nacionales de nuestro país”, señaló.
Del otro lado del Atlántico, la oratoria con tintes de intolerancia de Donald Trump, el aspirante a candidato republicano a la Casa Blanca, ha dejado boquiabiertos no solo a los rivales de su mismo partido, sino también al resto del mundo. Los exabruptos de Trump, al pedir la construcción de un muro fronterizo con México, defender la tortura a los terroristas detenidos o impedir la entrada de los musulmanes en EEUU, han generado entusiasmo entre un sector de la población de ese país a pocos meses de las presidenciales.
En el Reino Unido, miles de personas han firmado una petición para pedir al Gobierno que deniegue el ingreso de Trump mientras que políticos tradicionalmente cercanos al Partido Republicano -como es el caso del alcalde conservador de Londres, Boris Johnson- han expresado su preocupación por su posible llegada a la Casa Blanca.