el viejo chiste judío de “3 levantinos, 4 guerras civiles” se ha hecho -desgraciadamente- verdad absoluta en la Siria de hoy en día. Allá la fragmentación militar (y aún más, la política) está bordeando ya el paroxismo.
Consecuencia forzosa de esa atomización es que cualquiera que disponga de un puñado de seguidores o de una modesta fortuna y una infinita ambición puede erigirse en protagonista del conflicto. Las características de esa guerra civil permiten que con 500 guerrilleros se sea ya un “señor de la guerra”. Un reciente informe estadounidense de valor muy relativo -relativo porque en esas tierras las fidelidades políticas y militares suelen ser mínimas y efímeras- habla de 50 entidades políticas armadas muy desiguales: las 20 organizaciones mayores tienen el mismo número de combatientes que las 30 restantes; estas más que pequeñas son grupusculares.
Quizá el factor más negativo del alzamiento antigubernamental sea que el peso político de los dirigentes exiliados predomine sobre el de los grupos armados. De ahí que el grueso de los enfrentamientos así como el de las alianzas militares no se decidiera sobre el terreno en Siria sino, en Turquía, Arabia Saudí, Estados del Golfo Pérsico, Irán y las grandes potencias industriales. Y la paz, el reciente precario y fragmentado armisticio, se acordó en Moscú y Washington.
En vísperas de la primavera, el mapa político-militar de la guerra civil siria es el siguiente: Las dos fuerzas militares más poderosas de los rebeldes son las más aisladas políticamente: el Estado Islámico (unos 35.000/40.000 combatientes) y el Frente Nusra, que es en realidad el nombre de guerra de Al Qaeda en Siria. Son las que oficialmente continúan en guerra.
Les siguen: el Ejército Libre Sirio (ELS), una confederación muy laxa de entidades revolucionarias, que enrola cerca de 25.000 hombres. Ahar al Sham, con 15.000. El Ejército del Islam -patrocinado por Riad- con 12,500, Asalah wa al Tamyiah, con 5.000, Legión Sham, con 4.000 Ajnad al Sham, con 3.000 Legión Rahman, con 2.000 y 30 partidas guerrilleras en cuyas filas milita un total de unos 20.000/30.000 combatientes. En este apartado grupuscular las cifras son muy relativas porque todas las guerrillas son locales y muy inestables tanto en su composición cómo en sus alianzas.