Si repasamos este 2015 vendrán a nuestra memoria los atentados de París, la guerra en Siria, la crisis de los refugiados o las decapitaciones del ISIS. Tendremos que concluir que ha sido un pésimo año para la humanidad. Sin embargo la realidad puede ser distinta si atendemos a datos más globales.

Según los datos de la ONU, en los últimos 20 años hemos reducido casi a la mitad el porcentaje de personas que sufren desnutrición y eso teniendo en cuenta un importante aumento de población. Hemos reducido a menos de la mitad el porcentaje de personas que no tienen acceso al agua potable. El porcentaje de niños que no tienen acceso a la educación básica también se ha reducido a la mitad. La brecha de acceso a la educación básica entre niños y niñas se ha reducido consiguiéndose la paridad de género en muchas las regiones. La mortalidad infantil también se ha reducido a la mitad, así como el de personas viviendo en pobreza extrema. Hoy la esperanza de vida media es 5 años más que la que teníamos en el 2000.

Los casos de malaria se han reducido en un 50%, lo que supone que en la última década se han salvado más de 4 millones de vidas. La polio, que hace 25 años dejaba en el mundo 1.000 niños paralíticos al día, está muy cerca de desaparecer. El acceso a los retrovirales para las personas con SIDA ha crecido exponencialmente y el número de nuevos contagios y de muertes se va poco a poco reduciendo.

El brote de ébola del año pasado ha sido controlado no por casualidad o por el paso del tiempo, sino gracias a la labor de millones de personas que han trabajado muy duro en muchos casos perdiendo la vida en el empeño. Se calcula que en el 2015 habría habido un millón de enfermos de no haberse hecho semejante esfuerzo. Hoy el brote está controlado y contamos con vacunas que están demostrando en estudios gran efectividad. El mundo aprende de sus errores.

La comunidad internacional ha llegado este año a un buen acuerdo de lucha contra el cambio climático y a otro buen acuerdo para renovar los objetivos de desarrollo globales. Los acuerdos de no proliferación nuclear con Irán reducen la inestabilidad y los riesgos globales.

Incluso nos sorprenderá saber que el número de atentados terroristas en Europa se han reducido a menos de la mitad desde 2007. Y si preferimos una lectura global, los atentados anuales en todo el mundo han sido en lo que llevamos de siglo XXI un tercio de los que se producían en los 70 y 80.

Si tuviéramos, siguiendo a Rawls, que el elegir un año para nacer sin saber dónde o en qué condiciones nos tocaría, no encontraríamos mejor año en la historia que este 2015.

No, no estamos en el mejor de los mundos posibles, ni en un mundo fácil ni color de rosa. Hay mucho sufrimiento, mucha violencia, mucha pobreza y muchas injusticias. Pero con perspectiva podemos decir que estamos mejorando en todos esos capítulos. Y 2015 ha sido un buen año en ese camino.

Queda mucho por hacer, pero creo que es mejor transmitir el mensaje de que se pueden mejorar las cosas, con esfuerzo y con la colaboración de todos, a través cada uno de lo que pueda: las ONGs, la cooperación internacional, la solidaridad, la ciencia, la innovación, la educación o la cultura. El año 2016 también puede ser un buen año importante y lo será si todos colaboramos.