barcelona - O la militancia de la CUP da vía libre a la investidura de Artur Mas, o en marzo habrá nuevas elecciones en Catalunya. Junts pel Sí no tiene intención de presentar una alternativa al líder de Convergència, otro candidato que ipso facto contaría con el aval de los anticapitalistas, y mete presión a los afiliados de la fuerza radical que el domingo procederán a votar en la asamblea de Sabadell sin que sus diputados se expresen en público para evitar orientar un posicionamiento. Ello obedece a la tensión interna en sus filas, con corrientes bien diferenciadas y capitaneadas por el sector de Endavant, reacia a la mano tendida, y el de Poble Lliure, proclive a la reelección. Así lo atestiguó ayer explícitamente el coordinador general de CDC, Josep Rull, para quien la negativa de la CUP “nos llevaría a nuevas elecciones siendo los ciudadanos quienes tengan que ejercer de árbitros aunque nos parezca el peor de los escenarios”. “Por parte de Junts pel Sí ya se ha puesto sobre la mesa todo lo que tenía que poner”, zanjó. La coalición sostiene que las propuestas de su oferta incluyen iniciativas de su formación, otras de la CUP y unas cuantas más “sintetizadas” después de una negociación “seria, responsable y honesta”. Pero el planteamiento puede no seducir a la marca radical al toparse con Mas pese a sus reiterados llamamientos a cambiar de candidato a president. Según la diputada Anna Gabriel, quien más se opone al convergente, si la asamblea echa abajo el documento de Junts pel Sí pese al goloso paquete de medidas sociales, el partido que abanderó Raül Romeva el 27-S debería proponer otra persona que sería aceptada de inmediato sin pasar siquiera por la asamblea. La CUP no contempla el riesgo de que el secesionismo retroceda en una cita con las urnas, sino que se afana “en construir mayorías independentistas”, tanto en la actual circunstancia como si hay elecciones otra vez.
Ante el volumen de inscritos (3.577), la formación que encabezó Antonio Baños el 27-S ha tenido que trasladar la asamblea de Girona a la pista de atletismo cubierta de Sabadell, además de no poder votar con mandos a distancia por motivos “técnicos y económicos”, por lo que se estudia hacerlo a mano alzada, aunque, si lo pide el 25% de los asistentes, se pondrán 50 urnas con papeletas. Están llamados a votar los militantes, miembros de las organizaciones de movimientos sociales de la Crida Constituent y simpatizantes validados por las asambleas locales, que deberán elegir entre cuatro posibles escenarios: si ninguno logra superar el 50% de los votos, se eliminará la opción menos votada provocando un máximo de tres votaciones con una opción ganadora.
El Parlament maneja ya un calendario en el supuesto de que Mas salga airoso. El reglamento de la Cámara catalana obliga a dejar un margen de dos días entre la primera votación de investidura -la que obliga al candidato a obtener la mayoría absoluta- y la segunda, la que permite ser investido con más apoyos a favor que en contra. Dado que el lunes 28 hay convocada una junta de portavoces, la vía más directa y rápida, casi inmediata, sería convocar el pleno para el día siguiente, tras una ronda exprés de contactos de Carme Forcadell con los diferentes grupos, de manera que Mas podría ser investido oficialmente el 31. Esta maquinaria no se activará si la CUP mantiene su veto aunque fuera una forma de forzar otro debate donde quedaran retratadas las posiciones de cada uno, una especie de inicio de la precampaña de los nuevos comicios, por lo que se dejarían pasar las hojas hasta el 10 de enero para disolver la Cámara y llamar a las urnas.
una oferta con “carencias” Entre tanto, la CUP sigue sin entrar en el fondo del escrito que le entregó Junts pel Sí y, lejos de aplaudir las concesiones, tanto Baños como Gabriel remarcan que contiene “carencias” y que los 270 millones que se destinan al plan de choque son “escasos”. Dos asuntos que les distancian son la petición anticapitalista de que la Generalitat no se presente como acusación particular en las detenciones de huelguistas o manifestantes y el impuesto de sucesiones. En todo caso, Mas ya tiene deberes si le dan luz verde. En su primer bloque de medidas se compromete a iniciar la tramitación de las leyes de protección social y la del proceso constituyente, además de crear una consejería de Exteriores y 15 nuevas embajadas. En la segunda tanda se pasaría a gestar un servicio de inteligencia, la Hacienda catalana, la seguridad social y las autoridades reguladoras y de la competencia, la gestión de los residuos nucleares y el nuevo DNI catalán. El tercer impulso de iniciativas ahondaría en la mayoría de sectores y un cuarto bloque aborda temas menos urgentes, como la ley de aguas o de comunicaciones.