el estallido de la crisis económica y los presuntos casos de corrupción que han lastrado la imagen de PP y PSOE provocaron el nacimiento de un nuevo partido, Podemos, y catapultaron a otro que ya existía pero que llevaba años haciendo política sin relumbrón en tierras catalanas, Ciudadanos. Albert Rivera comenzó a subir como la espuma, ayudado por su soltura en programas de televisión, su defensa a ultranza de la unidad española y las buenas críticas que obtuvo de la mayoría de la prensa estatal, que lo potenció como la opción del cambio tranquilo frente a la supuesta radicalidad de Podemos. Algunas teorías que pueden sonar a conspiración añaden que tiene tras de sí el apoyo de las grandes empresas. Las primeras encuestas sobre las elecciones generales lo reflejaban rozando la segunda posición y en condiciones de postularse como candidato alternativo al popular Mariano Rajoy para la investidura. Pero los últimos sondeos han aventurado su estancamiento o incluso su retroceso. No se descarta que acabe por detrás de PP, PSOE y Podemos. ¿Qué ha pasado en las últimas jornadas?
En primer lugar, ha acumulado dos borrones importantes durante la campaña. El primer resbalón llegaría en una materia tan sensible como la violencia contra las mujeres. Ciudadanos se ha enredado poniendo en duda el agravante que se aplica al delito de maltrato cuando tiene raíz machista y se produce contra una mujer. Más tarde trató de reconducirlo asegurando que no propone recortarlo sino extender ese agravante a todos los maltratos, sea una mujer o un hombre quien cometa la agresión, y se produzca contra los hijos o la pareja. El problema estriba en que el Tribunal Constitucional ha reconocido el agravante por machismo, algo que a Rivera no le preocupa. “Me da igual lo que diga el Tribunal Constitucional”, lanzó. El segundo tropezón llegaría en un paseo electoral en Guadalajara, donde perdió la paciencia con un joven que criticaba su propuesta de contrato único al entender que rebajaría los derechos de los trabajadores. “No, te equivocas, no tienes ni idea de lo que estamos proponiendo”, le espetó.
A todo ello habría que sumar que no brilló como se esperaba en el debate televisivo a cuatro con Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos) y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Es probable que le pesaran sus opciones de liderar el cambio en Madrid, las buenas previsiones de las encuestas y el temor a incurrir en algún error que pudiera echar a perder sus opciones, ya que perdió frescura y se le vio encorsetado, sobre todo en el primer tramo del debate. Ya no podía hablar desde la libertad de quien no tiene nada que perder. No cometió errores reseñables, pero la estocada la recibió cuando comprobó cómo las encuestas concluían que el debate lo había ganado Iglesias, el otro líder emergente.
Por otro lado, Ciudadanos ha recibido críticas después de que su número tres al Congreso, Marta Rivera, comparara el nazismo con ETA y asegurara que el holocausto tiene una explicación política, al parecer en respuesta a unas declaraciones donde Iglesias vería un origen político a la organización. Albert Rivera, por su parte, sorprendió al mostrarse a favor de una guerra contra el yihadismo en Irak y Siria.
Pero cabría sumar dos factores más. Los principales caladeros de votos de Ciudadanos son PP y PSOE, que en las últimas jornadas han recobrado protagonismo. Tras el debate a cuatro, llegaría el debate a dos: solo con Rajoy y Sánchez. Su monumental bronca a cuenta de la corrupción, con palabras gruesas y acusaciones de mezquindad e indecencia, centró toda la atención y eclipsó por completo durante varias jornadas a Ciudadanos y Podemos. Además, dejando al margen si Sánchez se pasó de frenada escogiendo las palabras que dedicó a Rajoy y si le pasarán factura en las urnas, lo que está fuera de toda duda es que solo él tuvo el privilegio de debatir con el presidente español y ese dato puede ayudarlo a tomar algo de ventaja como alternativa. Debatieron sin otros candidatos de por medio, solo ellos dos. El resto se tuvo que conformar con la vicepresidenta y con un debate a cuatro. Por no mencionar que la agresiva intervención de Sánchez seguía ayer en el debate político. ¿Quién ha salido perdiendo? Podemos asegura que sigue remontando posiciones, algo que no está tan claro con Ciudadanos. Por si fuera poco, el PSOE no es el único que recupera protagonismo. La agresión a Rajoy, aunque el presidente la haya gestionado con mesura y quitándole hierro, ha devuelto el foco al PP y podría inspirar un voto de solidaridad desde Ciudadanos.