BILBAO - Iñaki Anasagasti recibe a DNA en su despacho de Sabin Etxea una soleada mañana de octubre con una temperatura más propia de junio. El excongresista y ahora exsenador del PNV es un hombre curtido en todas las vicisitudes de la vida parlamentaria. Ocho legislaturas en Madrid dan para mucho. No espera demasiado de la política, pero en absoluto ha perdido la vocación y el interés por ella. En cierto modo, es la antítesis del político moderno que mide sus palabras en todo instante. Anasagasti habla claro y sin rodeos.
Después de 35 años de carrera, ¿es el momento adecuado para retirarse de la primera línea política?
-Hago mía una frase de Narciso Irureta, un ministro chileno al que llamaban El vasco, que me dijo un día que desgraciadamente la política había dejado de ser una vocación y se había convertido en una profesión. Yo me creo un político vocacional, y los políticos vocacionales no se rinden ni se van de la primera fila nunca. Nuestro trabajo se puede hacer en muchas trincheras y de muy diversas maneras, y yo seguiré haciéndolo.
¿Cómo ve el panorama político que deja en Madrid?
-Lo veo como siempre, revuelto. Lo que pasa es que tenemos una flaca memoria. Esto que estamos viendo ahora ha ocurrido en el pasado y volverá a pasar en el futuro. Lo que pasa es que vivimos pendientes de las encuestas y la política se ha convertido en un espectáculo, porque los medios de comunicación necesitan muchísima carnaza. Desde el punto de vista del PNV, que lleva en el Congreso desde 1927, lo veo un poco más complicado que en otras ocasiones, porque anteriormente había un bipartidismo imperfecto con Convergència y nosotros, que podíamos hacer bascular los gobiernos en un sitio o en otro y teníamos una capacidad de presión importante. Veremos ahora el juego que nos dan los resultados con la irrupción de Podemos y Ciudadanos.
El senador Cazalis hablaba del “rodillo del PP” que ha pasado al PNV por encima esta legislatura.
-Sí, pero también nos pasó durante el mandato del PSOE. Todas las mayorías absolutas son malas, porque se deja de hacer política, el parlamento no funciona y actúan los abogados del Estado y el alto funcionariado. De tal manera que los diputados y senadores del Partido Popular han sido más convidados de piedra que otra cosa, no han podido hacer nada de política. Para mí, la democracia definitiva es el gobierno de las mayorías con respeto a las minorías. Cuando hay mayorías absolutas, no existe ese respeto.
¿Se avecinan otros cuatro años de Rajoy?
-Es posible. Rajoy va a jugar con dos ejes, el de la unidad de España y el de la mejora económica. En cambio, Pedro Sánchez tiene un discurso muy errático y ha cometido errores de bulto. Yo creo que Rajoy puede ganar por los errores de sus adversarios políticos.
¿Qué labor puede desempeñar el PNV la próxima legislatura?
-El PNV siempre ha jugado un papel de defensa del Estatuto, de lograr meter goles en los momentos en los que es posible hacerlo y de buscar resquicios. Hay que evitar que los logros básicos como el Concierto Económico se toquen, conseguir el desarrollo completo del Estatuto de Autonomía de Gernika, tratar de sensibilizar sobre las mejoras y la adaptación de este Estatuto, y tocar todos los palos. Es decir, un grupo parlamentario como el nuestro no es un grupo autonomista, sino un grupo político que juega en todos los proyectos de ley y trata de mejorarlos desde su ideología.
Dice usted que el Senado tiene dos enemigos: el Congreso y los medios de comunicación. ¿Tiene futuro la Cámara Alta?
-En primer lugar, la Constitución dice que el Senado era una Cámara de segunda lectura y de representación territorial, pero esa segunda parte no se consolidó porque todavía no se había iniciado el proceso autonómico. El Congreso no quiere que le haga sombra el Senado y luego hay medios de comunicación que despachan sin conocimiento de causa el buen trabajo de mejora de leyes que muchas veces se hace en la Cámara Alta. Ante la frivolidad a la hora de opinar, yo me rebelo. Si Euskadi fuera independiente también necesitaría un Senado, porque tendríamos una confederación de territorios. Estados Unidos lo tiene, Italia, Francia y Alemania también... En España lo que hay que hacer es mejorarlo. Además, si el PNV logra por ejemplo cinco senadores, significa que habrá cinco políticos más en Madrid barriendo para casa. Cuanta más gente tengamos allí, mucho mejor para Euskadi.
¿Qué opinión le merecen los nuevos políticos y las nuevas formaciones?
-Albert Rivera es un personaje que se tiene que desnudar para que la gente le conozca y luego, sin ningún tipo de cultura histórica, dice que hay que eliminar el Concierto. La verdad es que no le tengo la menor simpatía, ni a Ciudadanos ni a su persona. En el caso de Podemos lo que ocurre es que el PSOE ha funcionado como un PP bis, y ahora el espacio de los socialistas lo está ocupando Pablo Iglesias. Porque IU siempre ha sido una especie de perrito faldero del PSOE. Entonces, ante una crisis de corrupción y de desahucios, ha surgido Podemos.
¿Por qué cada cierto tiempo sale a la palestra el Concierto Económico?
-Por desconocimiento, por envidia y porque es un tema goloso. Se desconoce que el Concierto no es un privilegio, sino que tiene un riesgo. Tú tienes que gastar menos de lo que ingresas. Si ese criterio se hubiera establecido por ejemplo en Catalunya, no hubieran sufrido una crisis tan terrible.
Respecto a Catalunya, ¿queda posibilidad de diálogo o solo cabe esperar una independencia unilateral?
-Es posible hacer una declaración de independencia, el problema es que te la reconozcan. Si no te la reconocen, has hecho un flaco servicio a una causa que no necesita un enfrentamiento y una ruptura de la sociedad. Nosotros somos independentistas, pero con los pies en el suelo.
¿Se lanzará el PNV en algún momento a un proceso como el catalán?
-Nuestro objetivo no tiene por qué ser la creación de un Estado. El PNV aspira a tener una nación vasca poderosa, reconocida en el concierto europeo. Eso no lo descartamos en ningún momento.
Ha sido usted uno de los mayores azotes de la monarquía en los últimos años. ¿Han cambiado algo las cosas con Felipe VI?
-Felipe transmite una imagen de mayor austeridad frente a las francachelas, los gastos y la opacidad de su padre. Pero el concepto de monarquía privilegiada, y además intocable, no ha cambiado en absoluto.
Después de tanto tiempo viviendo de la política, ¿cómo se defiende de los que les acusan de ser una casta?
-La política es una vocación y un servicio, los países serios tienen políticos estables. Yo provengo de una generación a la que le tocó luchar bajo el franquismo, y eso nos ha arrastrado a la situación actual. Quizás yo soy una rara avis que desaparece en este momento, seguramente ya no habrá personas que estén tanto tiempo en las instituciones. Pero una cosa es el político que maneja presupuesto y otra el político que maneja la palabra. El primero no debería estar más de ocho años en el cargo. Al segundo, si le siguen eligiendo, ¿qué más da?
¿Cómo ha cambiado la percepción de los vascos en Madrid?
-El otro día me encontré con un periodista de los más agresivos que me dijo: “Sois la élite de España. Funcionáis bien, tenéis un lehendakari prudente y todo el mundo os envidia”.¿Echará de menos la vida parlamentaria?
-Echaré de menos algunas relaciones, pero tenemos un intergrupo de Derechos Humanos que seguiré cultivando. Me han ofrecido cosas en Madrid que he desechado porque quiero vivir en Euskadi. De todas formas, sigo participando en varias tertulias y tengo mi blog, que es como ser director de tu propio periódico. También voy a ir a Venezuela a las elecciones del 6 de diciembre con un grupo de senadores.
¿En qué consiste la labor que va a realizar allí?
-Es una observación electoral de los comicios legislativos. Venezuela está en una situación caótica, hemos visto cómo el fiscal que acusó y encarceló al opositor Leopoldo López se acaba de fugar a Estados Unidos diciendo que todo el juicio es una patraña y una farsa. Yo creo que los venezolanos necesitan nuestra solidaridad. Nosotros siempre fuimos pioneros en ayudar a la oposición y lo seguiremos haciendo.