doctores tiene la sociología para explicar los entresijos de la encuesta de intención de voto que se ha hecho pública pero los datos alumbran pocos cambios con respecto a los últimas elecciones municipales y forales. Otra cosa es que la representación actual de la CAV en el Congreso podría alterarse de forma sustancial con respecto a la actual.

Hace cuatro años, sucedían algunas cosas que hoy están ya amortizadas por la sociedad. Sobre todo, el impulso que la izquierda abertzale, entonces con la marca Amaiur, obtuvo después del anuncio dos meses antes de ETA y su abandono definitivo de la violencia. Aquella fue la mejor confirmación de la teoría del funicular que venían registrando las diferentes marcas de la izquierda abertzale: a mayor violencia, menos votos; y viceversa.

Cuatro años después, las cosas han cambiado. Hemos visto, por ejemplo, a Bildu ganar, gobernar y perder en Gipuzkoa. Y también seguir ganando en otros ayuntamientos. Es decir, que la vida política vasca se ha normalizado y con ella, los comportamientos electorales. Las sociedades son elementos vivos, cambian, mutan pero no son muy dadas a cambios bruscos salvo en situaciones excepcionales.

Por eso, a la luz de los resultados del Sociómetro, cabe deducir que se están afianzando las tendencias ya apuntadas el pasado mes de mayo; subida contenida del PNV, bajada moderada de Bildu, presencia ya incontestable de Podemos, fuerte descenso del PSE, camino de la irrelevancia el PP y defunción de UPyD. Ciudadanos, ni está ni se le espera.

A partir de esa constatación, se abren las interpretaciones. Intuyo que el mordisco a Bildu tiene dos flancos. Por la izquierda hay fuga hacia Podemos y en el campo abertzale un sector de quienes hace cuatro años les otorgaron el voto prefieren quizás el pragmatismo del PNV que la apuesta del todo o nada que representa la izquierda abertzale. No obstante, Gipuzkoa sigue siendo territorio muy disputado con un empate técnico entre Bildu (que gana por unas décimas) y PNV.

De todos los datos, por lo que supone de alteración importante respecto a lo sucedido hace cuatro años, conviene detenerse en el análisis de los resultados que proyectan sobre Podemos. Parece clara ese frontera entre Bildu y la formación morada, pero también que ese roce no explica por sí solo que Podemos aparezca como la tercera fuerza política en el panorama vasco. Busquemos por lo tanto otras explicaciones. Se me ocurren varias.

Para empezar, el descontento ante un PSOE desconcertado y un PSE desconcertante en sus planteamientos. Lo que gana Pedro Sánchez en su imagen institucional, lo pierde en el papel de opositor. Añadan que el PSE, aunque Patxi López se siente en la ejecutiva, no termina de tener suficiente peso en el conjunto del socialismo español. El amago de Sánchez con el Cupo y la insistencia de Susana Díaz con el ataque al Concierto les hacen un flaco favor. Siempre es mejor corregir, como hizo Idoia Mendia, que callar; pero el problema queda a la vista.

Podemos también parte de la base de ese quinto espacio que han ido representando las diferentes izquierdas (Izquierda Unida, Ezker Batua, Ezker Anitza, troskistas varios, los restos de Euskadiko Ezkerra, del PCE, etc.). Y para terminar, la captación de un votante potencial que hasta la fecha no se sentía animado para acercarse a las urnas y que pasa de las abstención a canalizar el descontento con el sistema a través del voto.

Por último, la encuesta certifica la defunción de UPyD -su representación ha sido siempre muy exigua y centrada en el límite porcentual en Araba superado por los pelos- y la nula presencia de Ciudadanos. En esto, Euskadi es muy poco española. Y en general, la encuesta pone de manifiesto que la ciudadanía vasca no está mirando tanto a La Moncloa como a cómo puede influir para que quien se siente allí note que Euskadi es diferente.