barcelona - Catalunya celebró ayer una de las citas electorales más relevantes de su historia, unos comicios en los que el soberanismo planteaba avanzar unilateralmente hacia la independencia si lograba una mayoría absoluta de escaños, situada en 68 asientos. Y lo logró. Los partidos contrarios a la independencia habían redoblado esfuerzos en las últimas jornadas para movilizar a sus votantes, la llamada mayoría silenciosa de catalanes que apostarían por seguir en España, y lo hicieron en la creencia de que cualquier aumento en la participación engordaría su bolsa de votos porque los independentistas habrían tocado techo tras tres años de máxima movilización. No fue así: la participación fue del 77%, una cifra récord nunca antes registrada en unas elecciones al Parlament de Catalunya y, aun así, el soberanismo logró 72 escaños y consideró, por ello, más legítima y clara si cabe su victoria. Entre gritos a favor de la independencia de su militancia y ante una gran presencia de periodistas internacionales, los candidatos de Junts pel Sí (la plancha donde figura el president Mas, conformada por Convergència, ERC y entidades sociales) comparecieron ayer para asegurar que se sienten legitimados para avanzar en su plan, que comprende activar las estructuras de un futuro Estado catalán, aprobar una Constitución y proclamar la independencia en 18 meses.

En realidad, Junts pel Sí logró 62 escaños, y tendrá que echar mano de los 10 asientos de la otra candidatura independentista, la CUP. Esa lista ha registrado un espectacular ascenso al haber logrado más del triple de escaños que en 2012 (10 frente a 3). Puede haberse producido un trasvase de votos de ERC a CUP, por parte de los votantes republicanos más reacios a la lista conjunta con Convergència por sus presuntos casos de corrupción. De hecho, la suma de votos de todo el bloque independentista se sitúa en torno al 47%, términos similares a los de 2012. En papeletas, sí ha habido cierto descenso, en parte por haber perdido los votos de Unió después de que abandonara ese proyecto y rompiera la federación CiU. Ayer, la propia Unió aportó otra imagen para la historia, al quedarse fuera del Parlament y pasar de estar en el Govern a ser una opción residual.

La líder de la oposición será Inés Arrimadas, de Ciutadans, también en meteórico ascenso al pasar de 9 representantes a 25. Al PP no le ha funcionado su mensaje del miedo a la independencia ni su despliegue de líderes internacionales en campaña para que alertaran de una eventual salida de la Unión Europea. Se ha quedado con 11 escaños (pierde 8). Había movilizado al líder británico David Cameron, a la alemana Angela Merkel y al expresidente francés Nicolás Sarkozy, pero no ha tenido éxito. Bruselas guardó ayer silencio. Finalmente, al PP le ha pesado como una losa no ofrecer ninguna alternativa negociada a Catalunya más allá de ese miedo y la vía judicial (el martes aprobará la reforma del Tribunal Constitucional para sancionar a Mas si desobedece). Ni siquiera ofrece una reforma constitucional que insinuó en su momento y enterró una semana después. Tampoco le ha servido su polémico candidato Xavier García Albiol, conocido por su discurso sobre la inmigración. Ahora se abre un tiempo muerto hasta las elecciones generales de diciembre, con la expectativa de cambio y desalojo del PP de la Moncloa.

La suma secesionista se sitúa dos escaños por debajo de lo que han sumado la extinta CiU, ERC y CUP en el Parlament hasta ayer y, aunque ganaron en escaños, en votos se situaron en el citado 47%. En cualquier caso, sumar el resto de votos en el bloque del no tampoco resultaría del todo riguroso porque esa suma sería muy heterogénea, agrupa tanto a los que defienden quedarse como están (PP) como a los que piden una tercera vía y mayor autogobierno (los socialistas y Unió), por no mencionar que la lista amparada por Podemos cobijará en sus escaños a independentistas declarados, aunque la dirección del partido a nivel estatal se posicione a favor de seguir en España.

Los contrincantes de Podemos le han acusado de mostrarse ambiguo y no aclarar sus intenciones, más allá de defender una consulta en la que deja libertad de voto. Esa indefinición le ha podido pasar factura: Catalunya Sí que es Pot ha logrado 11 escaños, 2 menos que los logrados en solitario por ICV, una de sus integrantes, en 2012. No puede descartarse que ese pinchazo afecte a las negociaciones entre Izquierda Unida y Podemos en varias comunidades autónomas para sumar fuerzas en las elecciones generales. El socialismo, además, le ha llevado la delantera, con 16 representantes y en la tercera plaza.

suma con la cup A nadie escapa que depender de la CUP supone un contratiempo para el president Mas, de entrada porque ese partido dijo en campaña que haría todo lo posible por que no fuera investido y por buscar en la lista de Junts pel Sí un candidato con un perfil menos político y más social. Además, la formación se sitúa muy a la izquierda y podría complicar la aprobación de los Presupuestos o medidas de ajuste, con Catalunya atravesando serios problemas financieros. En el proceso soberanista, defiende un ritmo más acelerado y choca con Convergència en su discurso sobre la pertenencia a la Unión Europea. En cualquier caso, la CUP matizó que no llevaría su pulso sobre la candidatura de Mas hasta el punto de hacer descabalgar el proceso. Además, aunque la CUP no vote a favor de su investidura, un eventual bloque contra la independencia con Arrimadas al frente no lograría los apoyos necesarios. Si fraguara una opción a todas luces surrealista como lo sería un bloque constitucionalista apoyado por Catalunya Sí que es Pot, sí ganarían a Junts pel Sí y sería necesario el voto de la CUP. Sin embargo, nadie contempla que Podemos se sume a un frente antisoberanista. Es más, se ha llegado a barajar lo contrario: que algún escaño de Catalunya Sí que es Pot apoye a Mas.

La suma de los partidarios de celebrar una consulta (Junts, CUP y la lista avalada por Podemos) se sitúa en 83 escaños. Sube si se añade la tercera vía socialista (16 escaños más). Ciutadans defiende una visión muy centralista del Estado (cabe recordar que en Euskadi piden suprimir el Concierto Económico que permite a las instituciones vascas recaudar sus propios impuestos), pero también ha dicho que no quiere que todo se quede como está en Catalunya, sino retocar la financiación en todo el Estado. Mas, por su parte, aseguró ayer que su lista “no aflojará”. “Tenemos un mandato democrático, esto nos legitima para sacar adelante este proyecto”, dijo, aunque añadió que sabrían administrar la victoria desde la concordia.