Bilbao - Antes de que Catalunya arrancara su proceso soberanista hacia la independencia, el president Artur Mas trató de buscar una salida menos drástica con el Estado. En concreto, pidió al presidente español, Mariano Rajoy, que concediera al territorio un pacto fiscal, una mayor autonomía para recaudar impuestos que se asemejaba al Concierto de la CAV y al Convenio navarro. Rajoy se lo negó, y a Mas no le quedó otra que convocar un adelanto electoral jugando la única carta del derecho a decidir y la independencia. Por ello, los sectores más centralistas e incluso el socialismo catalán vieron en el Concierto vasco el origen de todos los males y pidieron arrebatar esa herramienta a Euskadi para aplacar las ansias de los demás territorios. Que el Concierto quedara en el disparadero incomodó al PNV, y el episodio incluso abonó ciertos recelos hacia CiU, un partido con el que ha tenido tradicionalmente una fluida interlocución. No obstante, en los últimos meses ambas partes han reforzado su sintonía y sus contactos, y exploran vías de trabajo en común desde los gobiernos vasco y catalán. En ese contexto, el lehendakari aseguró ayer que no se opone a que Catalunya goce de un Concierto, siempre y cuando no vaya en detrimento de Euskadi.
En una entrevista con Radio Nacional de España, interrogado sobre la posibilidad de que se pueda extender el Concierto Económico a Catalunya, Iñigo Urkullu aseguró que no tiene “ningún problema, siempre y cuando se mantenga la singularidad que está contemplada como derechos históricos, respetada y amparada por la Constitución española”. “Si no va en detrimento de nuestros derechos, no tengo problema en que otras comunidades históricas lo puedan tener”, zanjó. Para Urkullu, “no es cuestión de que lo que podamos tener los vascos no lo queramos para nadie; está en función de lo que los derechos históricos dicen”. El Gobierno Vasco y el PNV han insistido en preservar la singularidad vasca, también frente a la propuesta de reforma federal del PSOE que temen que intente colocar a todas las comunidades al mismo nivel y con las mismas competencias.
Urkullu y Mas han afinado su interlocución. Se reunieron el 1 de mayo del pasado año y en diciembre. Tienen claro que los caminos de Euskadi y Catalunya son diferentes, porque en territorio vasco deben cerrarse las heridas de cincuenta años de violencia y el debate de momento se centra en el nuevo estatus de autogobierno que perfilará el Parlamento, mientras Catalunya camina hacia la independencia. Pero ven un margen muy amplio para unir fuerzas contra las invasiones de competencias por parte de Rajoy, y sus gobiernos seguirán dialogando para concretar acciones. Ayer, Urkullu solo tuvo buenas palabras para Mas, un dirigente “con absoluta convicción democrática y de respeto a las instituciones, y que lo único que pretende es el respeto a la voluntad de los catalanes”.